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Una piscina de olas artificiales a 4 km. de la playa enfrenta a surfistas y ecologistas con el Ayuntamiento de Donostia

Fotomontaje de la piscina artificial de olas en Donostia

Maialen Ferreira

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Desde que el pasado enero el pleno del Ayuntamiento de Donostia aprobara con los votos a favor del equipo de Gobierno formado por PNV y PSE-EE y los del PP -EH Bildu y Elkarrekin Podemos votaron en contra- la construcción de una piscina de olas artificiales de 6 hectáreas para surfistas en Antondegi, a 4 kilómetros de la playa Zurriola, los ecologistas y surfistas no han parado de realizar acciones de protesta para tratar de paralizar el que describen como un “descabellado” proyecto, como una recogida de firmas que por el momento cuenta con 4.000.

La playa de olas artificiales, ideada por la empresa Wavegarden, trasladaría la que tiene en Aizarnazabal a la zona de Antondegi de la capital Guipuzcoana. Las críticas que esgrimen los ecologistas se basan principalmente en los daños que la instalación puede llegar a realizar en el medio ambiente. “Antondegi podría considerarse una reserva de biodiversidad local. En consecuencia, la construcción de la infraestructura de olas artificiales (6,2 hectáreas) y accesos (2,8 hectáreas) junto a su posterior explotación implicarían una degradación significativa y crítica de la zona. Esto podría suponer la ruptura de la integridad de la red de corredores ecológicos del municipio”, aseguran desde Antondegi Berdea, organización compuesta por distintas asociaciones ecologistas y de surfistas creada explícitamente para la paralización del proyecto.

“No tiene sentido crear un complejo de olas artificiales en una ciudad que cuenta con las suficientes olas naturales para la práctica del surf. No es lógico construir un lago artificial a 2 km de la línea de costa para una práctica deportiva que se realiza en el medio natural. No es sostenible ocupar 10 Ha de terreno natural, rural y agrícola para construir una atracción turística de alto standing. ¿Quiénes van a surfear pagando 30 o 40 euros la hora, pudiendo hacerlo de manera gratuita y natural en el mar?”, denuncian desde la organización ecologista y antinuclear Eguzki, que también forma parte de Antondegi Berdea.

Organizaciones ecologistas, entre las que también se encuentra el movimiento internacional Fridays For Future, critican que el consumo medio de energía por hora de un generador de olas de tecnología Wavegarden es de 270kW, lo que supone el consumo medio de energía de 500 hogares, mientras que la explotación de esa energía supone un consumo de agua con cuencas que contienen entre 25 y 35.000 m3, es decir, entre 10 y 14 cuencas olímpicas. “Consideramos irresponsable construir estas explotaciones en el contexto actual de cambio climático, donde la disponibilidad de agua es cada vez más escasa. Aunque la empresa asegura, sin ofrecer detalles técnicos, que únicamente utilizaría agua de lluvia”, explican desde Antondegi Berdea.

También inciden en que su construcción afectará negativamente a 109 especies de aves, 27 de ellas incluidas en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas y a la comunidad de mamíferos que vive en ese enorno entre los que destacan más de 18 especies como zorros, tejones y ginetas.

Algunos surfistas se han unido a los ecologistas y se han posicionado en contra de llevar la piscina de olas a Donostia, ya que señalan que las tarifas para acceder a las instalaciones “convierten el surf de olas artificiales en una actividad elitista, en el sentido de que la gran mayoría de surfistas no podría acceder con frecuencia a las mismas. Además, no podemos olvidar que se trata de terreno público”.

Ante las críticas, desde Wavegarden han trasladado el mensaje de que el suyo “no será un proyecto elitista”. “No será un proyecto elitista, tendrá un precio asequible y estará abierto al público: nos hemos comprometido a tener un precio análogo al de otras instalaciones deportivas en Gipuzkoa, costará aproximadamente entre 20€ y 40€, dependiendo de si se es un abonado o una visita esporádica” además han apuntado que su instalación causaría “bajo impacto ambiental” y funcionaría con energía renovable y “mínimo consumo de agua”.

“Por normativa, se deberá someter el proyecto a un riguroso estudio independiente de impacto medioambiental y deberá ser aprobado por el órgano ambiental correspondiente. Si el estudio resultara ser desfavorable, nosotros seríamos los primeros que decidiríamos desestimar el proyecto, como ya se ha hecho en otras ocasiones. De todas formas, no sería la primera vez que hacemos un proyecto de este tipo, nuestra instalación de Bristol es un caso de éxito porque fue construida en un cinturón verde”, ha apuntado en un comunicado la empresa, que cuenta con instalaciones en distintas partes del mundo como Brasil, Australia o Reino Unido.

El complejo de olas artificiales sería posible gracias a la calificación de parte del terreno como equipamiento deportivo, algo que el Ayuntamiento de Donostia defiende puesto que el surf en la capital guipuzcoana “ha ido en aumento” y “ha convertido la playa de la Zurriola en la más saturada de Europa para su práctica”. Además, según han apuntado, el complejo de olas artificiales en medio de un terreno rural “puede suponer un atractivo y un motor económico”.

Recogida de firmas y concentraciones en la playa

Antondegi Berdea ha impartido charlas informativas para dar a conocer el proyecto y sus posibles efectos negativos en el entorno. La última acción la han llevado a cabo a mediados de este mes un grupo de surfistas y ecologistas, que se concentraron en la playa Zurriola de Donostia con carteles con el fin de mostrar su oposición al proyecto de olas artificiales.

“Estamos convencidos de que el proyecto de olas artificiales en Antondegi es un despropósito. Todas las asociaciones ecologistas y conservacionistas de Gipuzkoa están en contra, muchos surfistas no queremos que se haga, y menos aún en nuestro nombre. Vamos a seguir denunciándolo con argumentos, buen tono y una sonrisa, porque estamos convencidos de que nos asiste la razón. Tengo la sensación de que cada vez somos más los que no quieren una piscina de olas artificiales en San Sebastián, y también estoy convencido de que incluso los que la quieren no la ven con buenos ojos en Antondegi”, apuntó durante la concentración el surfista Jabi Iraizoz.

Por el momento, la asociación de ecologistas ha reunido cerca de 4.000 firmas con el objetivo de paralizar el proyecto. Una iniciativa que en San Juan de la Luz, Francia, dio resultado. Los vecinos de la zona, en contra de la construcción de una ola artificial en una laguna de más de 155 metros de largo, con una capacidad de 25.000 m³ (el equivalente a diez piscinas olímpicas), recaudaron un total de 68.000 firmas. “Escudarse en los miles de practicantes del surf para avalar un proyecto innecesario, insostenible y con cero posibilidades de salir adelante no nos parece serio. Surfrider Europa hace tiempo que rechaza estos parques de olas artificiales por su insostenibilidad, por su tufo a negocio particular y porque se desnaturaliza una de las claves del surf, la práctica deportiva en un ambiente natural de manera respetuosa”, aseguran desde la organización ecologista Eguzki.

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