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Con menos carga de trabajo, sufriendo racismo o sin poder volver a casa: así viven los españoles residentes en Australia durante la crisis del coronavirus

Imágenes de españoles en Australia

Maialen Ferreira

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A más de 15.000 km de su Euskadi natal, en Australia, Ander Murua vive la crisis del coronavirus trabajando como jardinero en varias casas del norte de Sídney. Su jornada laboral se ha reducido desde que el primer ministro australiano, Scott Morrison, decretara una serie de medidas contra la pandemia, pero por suerte, sigue trabajando. A pesar de que las restricciones son menores que en España, el confinamiento en los hogares y el cierre de fronteras han hecho que muchos de los españoles residentes en el país pierdan su trabajo o no puedan seguir estudiando y se encuentren en la tesitura de seguir allí o tratar de volver a España como puedan, aun sabiendo que las circunstancias en su país de origen son peores.

“En un momento valoré volver a casa, pero ahora mismo, viendo cómo está evolucionando aquí el tema, que es el cuarto país más seguro del mundo para estar durante la pandemia, no me planteo volver. Estamos hablando de menos de 50 casos al día. Hay mucha gente con problemas de trabajo, yo por suerte, nunca he trabajado en hostelería y eso me ha salvado. Lo bueno es que nos han rebajado un 20% el alquiler, ya que llevábamos tres semanas sin pagar, negociando con la señora”, señala a este periódico Ander. 

Menos suerte ha tenido Lara, que se encontraba en Nullabor, South Australia, trabajando en una RoadHouse (estación de servicio o gasolinera) hasta el mismo día que cerraron las fronteras, cuando decidieron despedir a todos aquellos que no eran australianos. 

“Dejaron a una pareja de 'backpackers' (mochileros) como nosotros trabajando apenas unas horas 2 o 3 días a la semana, pero al resto nos despidieron. Eso sí, nos dejaron quedarnos gratis (comida y alojamiento, ya que estamos en mitad de la nada, el pueblo más cercano está a 307 km, durante 2 semanas más). Hemos estado buscando trabajo en este estado sin descanso, pero lamentablemente no hay absolutamente nada de trabajo en granjas”, lamenta esta palentina de 31 años que se encuentra en Australia con su novio francés. Ambos trabajan de manera “voluntaria” 10 horas semanales a cambio de techo y comida. “Como no tenemos dónde ir y tampoco nos querían dejar mendigando, esto es lo que hacemos para subsistir hasta que encontremos algo mejor”, señala. 

El caso de Ana es parecido. Llegó de Barcelona hace un año y dos meses con una visa de estudiantes y se encontraba trabajando en una discoteca cuando todo ocurrió. Debido al confinamiento, cerraron el local y le despidieron sin indemnización, puesto que era una trabajadora “casual” que prometen contratar “cuando vuelvan a abrir”. También le suspendieron las clases presenciales. “Tenía el dinero justo para pagar el curso y que me sobrara un poco mas para emergencias, pero no para emergencias de este calibre. Ahora mismo estoy de aupair con una familia, no me pagan nada por lo que no tengo ingresos. Me dan comida y cama a cambio de ayudarles con la casa y los niños. Hay un vuelo de regreso a España el día 30 de abril que el g¡Gobierno nos proporciona, pero sinceramente yo no me lo puedo pagar”, indica Ana a este diario.

El Gobierno de España proporciona un vuelo de repatriación el próximo 30 de abrir cuyo precio supera los 1.000 euros y parte desde Sídney, el problema, es que muchos de los trabajadores españoles se encuentran a miles de kilómetros de esa ciudad y sin ingresos la dificultad también reside en poder llegar a allí para tomar el avión. 

Debido a la suspensión de clases, Álex, de 44 años, tiene que estudiar vía online y por el confinamiento no puede visitar Australia, por lo que su intención es volver cuanto antes a Barcelona. “Estoy esperando a poder coger el vuelo que está organizando la Embajada (adelantando la fecha que tenía prevista) ya que, si no, me arriesgo a no tener una combinación fácil para volver, teniendo en cuenta la fecha de expiración de mi visado”, señala.

Al igual que muchos de los españoles residentes allí, Álex ha sido consciente de casos en los que el racismo de la sociedad australiana ha jugado en contra de los extranjeros: “yo no he tenido ningún problema, al contrario, pero sí que he oído algún comentario respecto a la falta de 'disciplina' de los inmigrantes a la hora de cumplir las restricciones, haciendo entender que no somos muy respetuosos en ese sentido y nos las saltamos”, indica.

“Notábamos que las medidas se iban endureciendo y con ellas, el carácter de los locales también. Eramos increpados si nos juntábamos demasiados en casa, si éramos mas de tres por la calle nos miraban mal y sin ningún. Nos dimos cuenta de que nos señalaban como los causantes del virus a los ”backpackers“ (mochileros).

La falta de respeto nunca ha sido por parte de la policía, sino por algunos australianos que por culpa de la desinformación creían que eramos nosotros los causantes de esta situación“, lamenta Oscar Brullas, de 24 años de Castelldefels que trabaja como repartidor de comida. 

“Lo siento, solo acepto riders australianos”

riders El racismo hacia los “no australianos” es latente a la hora de encontrar empleo, buscar alojamiento e incluso para trabajar en Uber como conductor o al igual que Óscar, como repartidor de Uber Eats. “Lo siento, solo acepto riders australianos”, fue el mensaje que uno de los repartidores de comida a domicilio recibió por parte de un cliente, que declinó su servicio por temor a que le contagiara la COVID-19 por ser extranjero.

Una inmobiliaria, ante las peticiones de algunos extranjeros para que les rebajasen el alquiler ante las dificultades que tienen para acceder a empleos les responde con el siguiente mensaje dirigido a los “no australianos que han perdido su trabajo y no tienen asistencia financiera del extranjero”: “pese a que nos duele decir esto, tu no vas a recibir ayuda (financiada) de nuestro gobierno, por lo que deberías hacer lo que puedas para coger el siguiente vuelo disponible a tu país de origen. Esta es la postura de los gobiernos de todo el mundo durante la crisis, primero y antetodo ayudar sus nacionales a sobrevivir. Es sentido común. Si eres de otro país y has perdido tu trabajo y has esperado tanto tiempo ¡Estás siendo irresponsable por hacerlo! Vuelve a casa con tus amigos y familia y supera esta crisis con su ayuda, como muchos no australianos ya han hecho”, reza el mensaje. 

Según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística en enero de 2019, hay un total de 22.010 españoles residiendo en Australia en la actualidad. Muchos de ellos llegan al país con la visa conocida como Work and Holiday Visa, un acuerdo entre Australia y España que permite a los jóvenes de ambos países estudiar y trabajar en el otro país durante un tiempo máximo de 1 año. Se trata de un programa que pretende fomentar los intercambios culturales y humanos entre ambos países, según la información del Ministerio de Asuntos Exteriores. 

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