La avenida Virgen de la Montaña, el bulevar verde de Cáceres que se resiste al avance del hormigón
La remodelación de la avenida Virgen de la Montaña se ha convertido en el nuevo frente político y social de Cáceres. El proyecto del equipo de gobierno del PP, liderado por el alcalde Rafael Mateos, pretende transformar este eje central en un bulevar con aceras más amplias, zonas de paseo y espacios verdes. El alcalde asegura que la intervención “hará la ciudad más amable para el peatón” y promete que se conservará el arbolado.
Hasta aquí todo bien, pero las cifras oficiales no cuadran con el discurso político. El informe de Parques y Jardines, firmado por el jefe de Sección Miguel Durán Martín-Merás, señala que el plan aprobado contempla la retirada de 26 de los 63 árboles actuales del paseo central, la mayoría plátanos de sombra, arces y sóforas. Podemos lo califica de “atropello” y llama a la movilización: “Necesitamos sombra, necesitamos vida. Vamos a parar este atropello, Cáceres”.
El coste y la utilidad
El presupuesto de esta iniciativa puede llegar a ascender a cuatro millones de euros, una cantidad que irá variando con los modificados posteriores, según algunas estimaciones. Para Podemos, se trata de un “mero lavado de cara” que no transforma la ciudad en ninguno de los tres planos que debería: el suelo —con falta de bancos, fuentes y papeleras—; el subsuelo —sin planificación de futuras obras pese a levantar toda la avenida de principio a fin—; y el vuelo —con la pérdida de árboles que podrían conservarse o trasplantarse—. La formación ha solicitado al equipo de gobierno la totalidad de las alternativas presentadas para “contar con la misma información de la que ellos disponen, tal como marcan las normas del buen gobierno”.
La contestación ciudadana también va en aumento. Vecinos y vecinas de la zona critican que el proceso de participación está siendo “puro trámite” y que sus aportaciones no han sido escuchadas. Los comerciantes temen meses de obras que reduzcan el acceso a los negocios, aunque otros confían en que el bulevar reformado atraiga más actividad.
Ecologistas en Acción y la plataforma Cáceres Verde se suman a la oposición al proyecto. Reclaman un modelo de ciudad sostenible y recuerdan que, en plena crisis climática, la sombra de los árboles es un bien irremplazable. “No podemos permitir talas masivas cuando las temperaturas de los veranos son cada vez más extremas”, señalan.
Fractura política
El debate ha llegado de lleno a la arena política cacereña. Belén Fernández, portavoz socialista, reprocha al alcalde que impulse una reforma “sin consenso social ni político, porque así es muy difícil que la ciudadanía pueda hacer suyo el proyecto. Todo es una pantomima”. El grupo municipal socialista ha mostrado en reiteradas ocasiones su rechazo total a la propuesta del equipo de gobierno.
Por su parte, Mateos insiste en que la remodelación seguirá adelante y advierte: “No habrá cambios sustanciales, pese a las críticas”. Una frase que ha terminado de incendiar la polémica.
Una avenida con cien años de historia
Por su parte, el catedrático de Urbanismo de la Universidad de Extremadura, Antonio Campesino, sitúa el debate en otra dimensión: la patrimonial. “La avenida Virgen de la Montaña va a cumplir 100 años y tiene valores urbanísticos y arquitectónicos que deberían haber estado consignados en la memoria del proyecto. Y lamentablemente ahí no se dice nada”, lamenta.
Campesino recuerda que esta vía, originalmente llamada avenida de Mayo hasta que fue rebautizada por el franquismo en 1936, surgió en los años treinta como parte del ambicioso proyecto de ensanche urbano impulsado por el alcalde Antonio Canales. Fue diseñada por el arquitecto municipal Ángel Pérez, quien se inspiró en los principios del urbanismo higienista y en la idea de una ciudad moderna, ventilada y luminosa. “No confundamos una mediana con un bulevar. Un bulevar es un concepto urbanístico que implica arbolado, aire, amplitud y convivencia. Lo que se plantea ahora es una sustitución, no una mejora”, lamenta.
Según las alegaciones que están en marcha, el proyecto de remodelación de la avenida se presenta plagado de deficiencias técnicas y vacíos en su justificación. El propio anejo de Tráfico reconoce que no se ha realizado un estudio específico y que se ha recurrido únicamente a datos genéricos del Plan General Municipal. A este déficit se suman la ausencia de un análisis de movilidad integral, la falta de estudios acústicos, de calidad del aire, económicos o de impacto en la biodiversidad y el microclima urbano.
La forma en la que se ha impulsado la iniciativa también ha levantado muchos recelos. El PSOE insiste en que el proyecto no ha contado con un proceso participativo previo, tal y como marca el Reglamento de Participación Ciudadana de Cáceres. Tampoco la comunidad educativa del CEIP Prácticas, que verá modificadas sus condiciones de accesibilidad cotidiana, ha tenido voz en el proceso. La acusación de opacidad es un eje central: la información ha sido escasa y se ha presentado una única alternativa como opción cerrada, sin debate público sobre otras posibilidades.
El impacto sobre el patrimonio histórico y el paisaje urbano es otro de los puntos críticos. La eliminación de la mediana arbolada supone la pérdida irreversible de la tipología de bulevar, elemento característico del ensanche cacereño y espacio de socialización ciudadana. El proyecto apuesta, además, por materiales como la baldosa de gran formato y farolas tipo Korda de 8,5 metros, ajeno al carácter histórico del entorno y que alteran la identidad de edificios relevantes como el Chalet de los Málaga o el antiguo Gobierno Civil, sede actual de la Subdelegación del Gobierno. La sustitución de un paseo sombreado por una gran “plaza dura” de granito contradice, según las alegaciones, los principios de sostenibilidad, renaturalización y lucha contra el cambio climático que marcan la Agenda Urbana y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
A todo ello se suman las dudas sobre el presupuesto y la planificación. La obra, con un coste inicial de 2,7 millones de euros y un plazo de 18 meses, ha sido descrita como una inversión de dudosa prioridad para la ciudad, que generará un perjuicio prolongado para vecinas, vecinos, y comercios locales. La falta de estudios geotécnicos previos y la subestimación de costes como la gestión de residuos, el trasplante de árboles o la seguridad y salud laboral hacen temer sobrecostes y riesgos durante la ejecución. En paralelo, asociaciones y colectivos cuestionan el carácter electoralista de una operación urbanística impulsada de arriba hacia abajo, sin consenso político, social ni técnico, que amenaza con convertirse en un conflicto ciudadano más que en una solución para el futuro de la avenida.
Además, un grupo de arquitectas y arquitectos cacereños ha enmendado la totalidad del proyecto. En su escrito critican tanto el procedimiento seguido por el ayuntamiento como las carencias de fondo en la propuesta: la falta de un análisis sobre urbanismo, evolución de la ciudad y sostenibilidad ambiental, así como la ausencia en el equipo redactor de perfiles especializados en estas áreas. Por ello, reclaman retomar el proceso desde el inicio, con una participación ciudadana real que permita diseñar una solución “más verde y menos pétrea”.
Memoria e identidad
La avenida Virgen de la Montaña no es solo un eje clave de tráfico: es también un espacio cargado de memoria urbana. Para parte del vecindario, la reforma afecta al vínculo emocional de la ciudad con su propia historia y con su patrimonio arquitectónico y paisajístico, que aún conserva algunos elementos originales de la planificación de los años 30 y 40.
La disputa sobre el bulevar se ha convertido en un espejo del modelo de ciudad en juego. ¿Se busca embellecer un eje para el visitante o garantizar calidad de vida para las personas que viven allí?
Mientras el Ayuntamiento defiende la reforma como un paso hacia la modernidad, la oposición y los colectivos sociales lo ven como un proyecto que ignora las necesidades reales: sombra, participación, sostenibilidad y respeto al patrimonio verde.
Así pues, la avenida Virgen de la Montaña, con su arbolado histórico y su memoria patrimonial, se ha transformado en el epicentro de una batalla que trasciende lo urbanístico: la de decidir qué Cáceres quieren las cacereñas y cacereños.
Ya lo detallaba la investigadora y escritora, Pilar Bacas, en su artículo ‘El último bulevar que sigue creciendo’ (El Periódico Extremadura, 7 de enero de 2016), donde explicaba que la planificación de nuevos bulevares en Cáceres puede combinar modernidad, espacios verdes y accesibilidad sin perder identidad urbana. Este precedente subraya que la remodelación de esta avenida podría abordarse respetando tanto su arbolado histórico como la participación ciudadana, demostrando que es posible actualizar un eje urbano sin sacrificar su patrimonio ni su carácter ambiental.
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