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MIA, la red de mujeres en IA nacida en Extremadura que conecta talento desde Abu Dabi hasta Bruselas

Reunión telemática de la Red MIA

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Extremadura forma parte cada vez con más fuerza del ecosistema digital y tecnológico que impulsa la transformación social, económica y política de nuestro tiempo. El auge de espacios tecnológicos, el refuerzo de la formación especializada en tecnologías disruptivas y la apuesta pública por la digitalización son solo algunas de las señales. Pero el motor más potente está siendo el impulso de redes empresariales y profesionales que suman conocimientos, compromiso y mirada crítica.

En ese contexto nace MIA, la Red de Mujeres en Inteligencia Artificial, una comunidad creada por ingenieras, científicas de datos, divulgadoras y expertas en ética algorítmica que decidieron dar un paso al frente para aumentar la presencia, la visibilidad y el reconocimiento del talento femenino en un sector altamente masculinizado.

La red surge en Cáceres, donde un grupo de mujeres vinculadas a la tecnología, la ciencia de datos y la cultura digital impulsaron esta iniciativa colectiva que hoy tiene proyección global. Desde este lugar del mapa, pero con vocación internacional, se diseñó su estructura distribuida con una estrategia de acción colaborativa.

“Queríamos dejar de ser solo cifras en informes de desigualdad y empezar a conectar a mujeres que ya ocupan espacios de decisión con otras que aún no han tenido esa posibilidad, a pesar de pertenecer al mismo sector. No hemos venido a reivindicar: hemos venido a hablar de inteligencia artificial, a construir el modelo del mañana, a trabajar en tecnología. Y eso es precisamente lo que nos da los espacios que ocupamos, explica María García-Puente, documentalista, empresaria y una de las impulsoras de la red.

Desde sus inicios, se ha definido como una red viva, colaborativa y práctica, que combina formación, generación de alianzas estratégicas y participación activa en congresos y foros especializados. Sus integrantes desarrollan proyectos en ámbitos tan diversos como la salud, la educación, el software, la industria o la economía social, con la inteligencia artificial como eje de innovación.

Pero MIA no es solo una red de mujeres profesionales. También es una plataforma de apoyo, acompañamiento y aprendizaje compartido, donde mujeres con trayectorias muy diversas —desde perfiles junior hasta expertas internacionales— se encuentran, se escuchan y se fortalecen mutuamente. “Cuidar y sostener también son tecnologías para la transformación”, subrayan desde la red.

Una de sus particularidades es su estructura distribuida y su alcance global, sin perder la conexión con el territorio en el que nació. Actualmente, cuenta con nodos activos en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Granada, y está conectada igualmente con mujeres ingenieras y tecnólogas que trabajan en Bruselas, Abu Dabi, América Latina y otros puntos clave del desarrollo digital global.

Cada una de ellas aporta conocimientos, enfoques y experiencias que enriquecen el debate colectivo y refuerzan la vocación internacional de la red.

Entrenar el modelo del mañana

El lema de la red —’Entrenamos el modelo del mañana’— no es solo una referencia a los procesos de entrenamiento de modelos de IA. Es también una declaración de intenciones: contribuir activamente al desarrollo tecnológico desde una perspectiva profesional, crítica y feminista.

“MIA no se limita a estar presente en el sector. No queremos reivindicar un lugar simbólico: ya ocupamos los espacios porque somos profesionales, porque tenemos la formación, la experiencia y la voluntad de transformar y queremos que cada vez, haya más mujeres”, subraya Montaña Franco González-Quijano, desde Cáceres, ingeniera y desarrolladora especializada en software libre y una de las voces más activas de la red.

Y es que la Red está presente en el sector de la IA gracias a la formación de sus integrantes y al impulso que brinda a otras profesionales que están empezando.

A través de este foro de mujeres profesionales, la red ofrece herramientas concretas para que más mujeres puedan acceder, crecer y liderar en un ámbito todavía marcado por profundas desigualdades. Además, está desarrollando recursos como una biblioteca digital abierta, un directorio de expertas, una bolsa de empleo especializada y un laboratorio de proyectos colaborativos, que favorecen tanto el aprendizaje colectivo como la visibilidad del talento femenino.

Una apuesta por la ética y la equidad

La dimensión ética es central en el enfoque de MIA. Sus integrantes insisten en que los algoritmos no son neutrales, y que las tecnologías pueden amplificar o corregir las desigualdades sociales, dependiendo de cómo y por quién sean diseñadas.

Por eso, se promueve una inteligencia artificial con enfoque inclusivo y orientado al bien común. “Nos preocupa cómo se diseñan los modelos, qué datos se utilizan y qué impactos tienen en la vida cotidiana de las personas. Y queremos estar ahí, con voz propia y visión crítica”, señala Franco.

La red participa regularmente en congresos y foros internacionales, donde aporta análisis sobre la IA desde una perspectiva situada y profesional, que combina la experiencia técnica con el compromiso por la justicia social.

Comunidad, estrategia y liderazgo

El modelo organizativo es abierto, descentralizado y cooperativo. Cada nodo local se adapta a su realidad, pero con una hoja de ruta común: crear una comunidad de aprendizaje y acción que impulse las carreras profesionales de otras mujeres que también trabajan en el campo de la Inteligencia Artificial.

Una de sus mayores fortalezas es la diversidad generacional y profesional. La red agrupa desde ingenieras senior con décadas de experiencia, hasta estudiantes de grado que encuentran aquí referentes, oportunidades y redes de apoyo.

“Con esta red de mujeres profesionales estamos creando nuestras propias referentes femeninas y eso es de vital importancia porque al final somos mujeres hablando de lo que sabemos, de lo que nos interesa y de lo que nos apasiona”, afirma García-Puente.

En un contexto en el que la IA define desde procesos productivos hasta políticas públicas, redes como esta son esenciales para garantizar que el futuro tecnológico no reproduzca los sesgos del presente, sino que avance hacia una sociedad más justa, inclusiva y democrática.

Desde Cáceres hacia el mundo, MIA demuestra que el presente de la tecnología también se escribe en femenino.

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