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Colectivos feministas alzan la voz ante la oleada de asesinatos a mujeres: “Es terrorismo machista”

Hate crimes

Jesús Conde

No se trata de una oleada machista, “porque la violencia ha estado siempre presente en sus vidas”. La asociación Malvaluna de Mérida anima a hacer una profunda reflexión. El 2017 cerró con 48 mujeres y 8 niños asesinados por las parejas o exparejas de ellas, una cifra cada año en aumento.

Para este colectivo es algo socialmente instalado. Piensa que existe un problema latente de fondo, una desigualdad que requiere ‘deconstruir’ los esquemas para empezar de nuevo: “romper el sistema social del patriarcado para poder avanzar hacia la igualdad”.

Mujeres Sembrando, otra asociación feminista, insta a hablar con propiedad: “No mueren a manos de sus maridos, son asesinadas. No es una lacra, es terrorismo machista”. Piensa que el sistema judicial, policial y político no están haciendo todo lo que deberían. “Es una canallada que no lo aborden como una cuestión de estado, y no se defienda al 52 por ciento de la población”. La violencia de género se ha cobrado la vida de más víctimas que la banda terrorista ETA. En 15 años han sido asesinadas casi 900 mujeres a manos de sus parejas o exparejas.

La Plataforma Extremeña de Hombres contra la Violencia Machista destaca que el asesinato no deja de ser la punta del iceberg, que esconde otros modos de control y dominación. Lo más preocupante, según comentan, que los esquemas se reproducen entre las generaciones más jóvenes. E incluso se retrocede.

Violencia machista en 2017

En 2017 más de 180 hombres cumplían condena en las prisiones extremeñas por delitos de violencia de género. Mientras que el número de mujeres víctimas en la Comunidad Autónoma asciende a 1.578, de las que 19 son menores. También se investigan dos asesinatos violentos, según los datos de la Delegación del Gobierno.

El pasado mes de febrero moría una mujer de 91 años tras ser agredida por su marido con un arma blanca, en Villanueva del Fresno. Días después el Instituto de la Mujer pedía prudencia tras la muerte, que se produjo por un fallo multiorgánico en el hospital. Según explicaba el instituto, la agresión fue con un cortaúñas, y no cumplía con los elementos de otros casos de violencia de género.

En agosto moría asesinada Sofía Tato, vecina de Arroyo de la Luz a manos presuntamente de su marido. El acusado ha defendido que fue ella la que intentó matarle a él primero mientras dormía, y que la puñalada mortal que recibió su mujer fue en defensa propia.

“Violencia instalada en la sociedad”

Fuera de los casos violentos, Mujeres Sembrando apuesta por analizar las otras violencias que sufren ellas a diario. Marisa Prudencio lamenta que la sociedad actual “está normalizando lo que no es normal”. “No es normal pasear por las calles y tener miedo, solo por que seamos mujeres; no es normal que ellas cobren menos por el simple hecho de ser mujeres”.

Se normaliza que los cuidados de mayores, los cuidados de la casa, recaigan sobre ellas. También situaciones en que el hombre se siente dueño de la mujer o de su novia. “El siguiente paso es que si te revelas, te pego y te someto”.

Existen muchos modos de violencia, como pueden ser los celos y el control, llamadas constantes. Desconfianza y maltrato psicológico, sometimiento... añade Óscar Salas, del colectivo de hombres contra el maltrato.

Hablemos de machismo

Para Malvaluna, si se educa con esquemas que hacen creer al hombre superior, habrá hombres que se sientan con la la autoridad de “intentar lograr lo que quieren por encima de ellas: es la base para que los varones no entienden que el ‘no es no’”. “Hasta el punto de creerse que necesitamos su consentimiento, su autorización”, comenta Marisa Tena, abogada y miembro de esta asociación.

Socialmente, el valor que se da a las mujeres “es escaso o nulo”. “Las desigualdades sociales están normalizadas en una sociedad dividida en sexos y valores sexuales”. “Desde la escuela, también en las relaciones familiares y en todo lo que nos rodea. En los medios de comunicación, que fomentan una sociedad dividida por sexos, con modelos de ocio y campañas desiguales”.

¿Qué se puede hacer desde las instituciones?

A nivel político, tras firmarse el pacto contra la violencia machista, Malvaluna echa en falta que se concrete cómo se desarrollará, el dinero público que llegará a las administraciones. A ello suma que hay mujeres que denuncian, y a las que no se les dan órdenes de protección y son asesinadas. “Es una negligencia, y alguien debería de asumir responsabilidades”.

Coincide en este diagnóstico el colectivo de hombres feministas, que apunta cómo el maltratador no tolera que ellas dejen de se sumisas. Su respuesta: violencia, dominación injustificada.

¿Cómo se vigila la violencia machista?

Es complicada la vigilancia las 24 horas al día, pero existen sistemas tecnológicos que facilitan la tarea. “Frente a esto hemos tenido años de recortes y de no cobertura, y esto tiene sus consecuencias”, critica Malvaluna.

A la hora de la denuncia de la víctima, y de la valoración del caso, demandan la presencia de personal experto en psicología, trabajo social y ramas de atención social. Piensan que las valoraciones, en comisaría, deben estar guiadas por personas con experiencia en la atención en igualdad de género. Para poder hacer una lectura más amplia de la situación, del relato que está describiendo la denunciante. Para detectar ciertos ‘indicios’ determinantes, que se pueden obtener haciendo una adecuada lectura entre líneas de la situación.

Tampoco considera lógico que no exista una conexión entre la parte social y judicial, de modo que el juzgado desconoce la situación social y la coordinación de los servicios.

Para la Plataforma Extremeña de Hombres contra la Violencia Machista es necesario actuar desde la educación, y hacerlo con la juventud. Con campañas de sensibilización desde las instituciones. Con actividades en las localidades, para llenar los centros culturales y las casas del pueblo de iniciativas que visibilicen las desigualdades. Para hablar de violencia, desigualdades y derechos de las mujeres.

Aboga por cambiar los comportamientos en casa. “Si te dicen que no debes maltratar, no lo vas a hacer. Pero si lo ves en casa, lo llegarás a hacer, por qué no”.

Marisa Prudencio, de Mujeres Sembrando, también aboga por apostar por una educación no sexista e igualitaria. “Es necesario tener educación en género, incorporar la transversalidad de género en todas las materias, en todas las universidades. Es necesario que haya recursos. También que haya viviendas suficientes para las víctimas”.

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