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¿Qué se debe hacer en los terrenos quemados y qué se debe evitar? 8 consejos rápidos

Voluntarios y voluntarias trabajando en un terreno después de un incendio

Praza.gal

Una vez que ha llegado la lluvia y los incendios comienzan a apagarse, comienza el tiempo de hacer balance de los daños y también de trabajar en la recuperación de los terrenos. Lo que se haga en estos días y semanas tras el paso del fuego puede ser tan determinante como los efectos iniciales de las llamas.

A la pérdida de biomasa vegetal y de biodiversidad en general puede unirse una erosión y un empobrecimiento general del suelo y, con las lluvias, el lavado del horizonte superficial arrastrando grandes cantidades de sedimentos y materia orgánica (y de la ceniza, que puede ser además muy perjudicial para las rías y riberas).

Es tiempo, pues, de acertar en las decisiones sobre el tratamiento que se le dará a cada superficie y la Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza (ADEGA) y la Sociedad Gallega de Historia Natural (SGHN) acaban de publicar sus recomendaciones.

  • En primer lugar, ADEGA hace hincapié en que las labores de restauración hidrológico-forestal “deben ser desarrolladas por personal especializado y siguiendo unos estrictos protocolos de actuación para evitar causar más daños, como la compactación por pisoteo, la erosión inducida en las laderas, la introducción de especies invasoras o no procedentes”
  • Las intervenciones deben también ajustarse a las características particulares de cada territorio, en particular en los espacios protegidos, en los que deben responder a las necesidades concretas de conservación establecidas en los correspondientes planes.
  • ADEGA recomienda igualmente reducir al máximo el uso de maquinaria pesada y “no talar los esqueletos del matorral” y “cortar sólo los árboles de cierto tamaño para evitar daños al suelo”.
  • Asimismo, pide dejar los restos forestales sobre el suelo en sentido perpendicular a la pendiente, para frenar la escorrentía. También repartir paja o virutas (mulching) en zonas sensibles, en zonas con fuerte pendiente, en zonas próximas a cursos de agua... Y, finalmente, poner filtros vegetales (restos de podas, broza,...) cerca de los canales de los ríos, para frenar los arrastres del suelo y evitar la contaminación de las aguas.
  • ADEGA desaconseja “realizar acciones por propia iniciativa y de manera descoordinada, que pueden estropear las buenas intenciones y causar más daño al ambiente e incluso riesgos para las personas, evitando también frustraciones”. Por el contrario, recomienda preguntar a los agentes forestales o a la Consellería de Medio Rural sobre la normativa vigente en materia de usos de un espacio forestal incendiado.
  • Igualmente, la organización ambientalista pide evitar “pisotear las zonas quemadas, ya que se aceleraría la erosión”
  • Además, ADEGA recomienda no “pastorear demasiado pronto, para evitar los efectos del ganado sobre el suelo y sobre la vegetación”.
  • Por su parte, la SGHN desaconseja “fuertemente” el empleo indiscriminado de semillas para cubrir las zonas quemadas. La entidad explica que “es difícil, cuando no imposible, encontrar semillas autóctonas garantizadas tanto en su origen (del mismo lugar de donde se va a sembrar) como que se correspondan realmente a especies autóctonas” y señala que “un mal menor sería emplear cereales, pero deberían ser estériles para que una vez completado su proceso no hayan dejado huella”. “En la mayor parte de los casos no se sabe realmente lo que se va a echar y los posibles efectos perniciosos que en el futuro puedan tener: especies vegetales exóticas invasoras. Una buena intención no tiene por qué dar buenos resultados”, añade.
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