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El parche de Feijóo al fin de los libros de texto gratis que él mismo decidió aplicar

Feijóo, en una reciente visita a una escuela XOÁN CRESPO

David Lombao

La eliminación de la gratuidad de los libros de texto, implantada por el bipartito de PSdeG y BNG mediante un sistema de préstamo, ha sido una de las decisiones más controvertidas de la Consellería de Educación del Gobierno de Alberto Núñez Feijóo. Apelando a la omnipresente “austeridad”, pero también a la “igualdad de oportunidades educativas” o a la “mejora continua de la calidad y de la equidad del sistema”, entre otros factores, el departamento que dirige Jesús Vázquez creó la denominada “gratuidad solidaria”, un sistema que obliga a las familias a volver a abrir la cartera cada comienzo de curso y a esperar que la Xunta les conceda una ayuda para sufragar parcialmente los gastos de los manuales escolares. El Ejecutivo parece ahora querer, en cierto modo, paliar los efectos de su propia decisión.

La propia Consellería admite que la cobertura de las ayudas dista mucho de ser universal. Bien al contrario, según consta en los Presupuestos Generales de la Xunta para 2013 los subsidios beneficiarán a unos 163.000 estudiantes, esto es, el 65% “del alumnado de la enseñanza obligatoria y educación especial”. Esto implica, por lo tanto, que el 35% del estudiantado se queda fuera de unas aportaciones que van desde los 90 euros para familias monoparentales con renta per cápita de entre 6.000 y 9.000 euros y hijos o hijas en Primaria hasta los 180 del alumnado de la ESO en cuya casa no entren más de 5.400 euros per cápita cada año. Así las cosas, en la mayor parte de los casos a ayuda de la Xunta no llega para pagar los libros.

En este contexto Educación anunciaba hace pocos días su intención de “ampliar de cuatro a seis años la vigencia de los libros de texto y materiales curriculares” como “medida de apoyo a las economías familiares en el difícil contexto actual”. Presentada como una demanda histórica de la comunidad educativa y obviando que colectivos de padres y estudiantes reclaman con insistencia la vuelta del sistema de préstamo, la Xunta asegura estar dando “aliento a la política social que mantiene con respecto a la adquisición por parte de las familias de los manuales escolares”, la cual está “fundamentada en las bases” de la dicha “gratuidad solidaria”.

La Consellería explica que “la permanencia de los mismos libros de texto” durante “una etapa prudencial” contribuye “a permitir el uso por distintos miembros de la familia” y, además, “se favorece la transmisión al alumnado, desde las primeras etapas de su formación, de la cultura general del uso racional y sostenible de los recursos, haciéndolo desde un ámbito tan determinante para su desarrollo como es el educativo, beneficiando directamente el alumnado y a las familias en general”. Esto es, lo que antes se hacía desde la propia Xunta, prestando libros que se debía devolver al final del curso, ahora el Gobierno anima a que lo hagan las familias si quieren o pueden.

En este sentido, desde Confapa Galicia su presidenta, Helena Gómez Vecino, manifestaba en los últimos días que la medida “viene muy bien para los bancos de libros” que están organizando las asociaciones de madres y padres en diferentes puntos del país y que permiten que las familias accedan a los manuales sin tener que comprarlos. “Para montarlos las ANPAS les pedimos a los claustros que, por favor, no cambien los libros o lo hagan lo menos posible”. Además, dice, este sistema permite “volver a decirles” a los niños y niñas que “tengan cuidadito con los libros” porque “van a ser para otras personas, como cuando había préstamo” para todo el alumnado de los centros públicos.

Pese a todo, desde Confapa advierten de que “no sabemos claramente las razones” de una medida que no es inédita en el Estado, toda vez que el pasado año ya se aplicó en idénticos términos en autonomías como Extremadura o la Comunitat Valenciana. Al tiempo, resta saber si esta medida llegará a tener una efectividad real en el sistema educativo, toda vez que la Xunta prevé que “sea de aplicación a partir del próximo curso”, “procurando retrasar el cambio de libros hasta la aprobación de la LOMCE”, que acaba de iniciar trámite parlamentario y “podría introducir modificaciones en los currículos”.

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