Cuando el juego 'indie' se pone picante: porno geométrico y mucha autobiografía
Deja a un lado todo eso que hasta ahora entendías por porno. En el mundo de los videojuegos, hay cabida para un tipo de contenidos de carácter erótico y sexual que no tienen nada que ver con las imágenes explícitas a las que estamos acostumbrados.
Un ejemplo es 'Porno geométrico’, obra del artista italiano Luciano Flogia. Las pantallas de esta aplicación para móviles muestran una sucesión de círculos, rombos y líneas que se entrecruzan como parte de una secuencia aparentemente incoherente. Sin embargo, su autor asegura que se trata de “geometría visual que contiene la descripción no explícita de los órganos sexuales y su actividad”.
Apple y Google deben haber entendido la idea, porque ambos han rechazado la ‘app’ en sus plataformas por su “contenido excesivamente ofensivo o grosero”. Aunque estos gigantes no la quieran en sus filas, puedes descargarla en la propia web del proyecto.
Al contrario de lo ocurrido con las tecnológicas, el videojuego de Flogia ha sido más que bienvenido en el festival IndieCade East 2015, un encuentro para desarrolladores y diseñadores de la escena internacional del videojuego ‘indie’. La última reunión se celebró en febrero en el Museo de la Imagen en Movimiento de Nueva York y es solo un adelanto del evento oficial, que tendrá lugar en diciembre en Culver City (California), cuando la plataforma entregará los premios a las mejores obras interactivas.
Es difícil describir qué es exactamente un videojuego ‘indie’ aunque, en general, puede decirse que tienden a lo experimental. “Utilizan nuevos diseños y divergen de las fórmulas conocidas, pero hay un gran abanico de posibilidades y unos límites muy borrosos”, explica a HojaDeRouter.com Jimmy Andrews, uno de los creadores de ‘Simulador realista de besos’, también presentado durante el encuentro de la costa este de Estados Unidos.
Solo dos personas pueden jugar al simulador de Andrews y Loren Schmidt (su otra autora), cada una controlando una de las caras que protagonizan el videojuego. Las únicas acciones posibles son preguntar al otro si quiere besarte y, si este acepta, observar como los dos personajes lo hacen en la pantalla (puedes comprobarlo aquí). “Nos han comentado que la falta de sentido del juego y la sensación de ridículo que transmite evoca de alguna manera la experiencia del primer beso”, dice Andrews.
Tanto la obra de Flogia como la de estos dos jóvenes están incluidas en la sección del evento estadounidense dedicada al amor y el rechazo, que engloba los desarrollos que tienen que ver con “los deseos humanos más básicos”, indican sus organizadores.
Aceptan además los juegos cuyo contenido o mensaje, como el de ‘Porno geométrico’, no les permite acceder a los medios de difusión convencionales, ya sea una plataforma para aplicaciones, una muestra o cualquier otro tipo de escaparate para su lanzamiento. Porque los videojuegos experimentales, a su manera, pueden ponerse demasiado picantes.
Tú pones las reglas
“Creo que hay mucho potencial en los juegos multijugador centrados en una experiencia más que en reglas u objetivos”, afirma Schmidt. No ve necesidad de que existan metas prefijadas, y cree que están sobrevaloradas en el mundo virtual. “La gente hace muchas actividades que no persiguen una finalidad, solo porque les aportan otro tipo de satisfacciones”.
“Mucha gente se impone sus propios retos y otros lo ven como una simple ‘performance”, añade. Es normal desterrar los objetivos cuando se trata de videojuegos que experimentan con la sexualidad: “Como no hay metas, el juego no juzga a los participantes por no hacer algo que no quieran”.
“'Constentacle’ es un juego de cartas sobre sexo, intimidad y confianza”, explica por su parte Naomi Clark, creadora de esta obra que también ha participado en IndieCade. De nuevo se trata de un videojuego para dos, presumiblemente por analogía con las relaciones habituales de la vida real, aunque no hay muchas más coincidencias. Los jugadores toman el papel de un “alien con tentáculos” y un “humano curioso” que quieren mantener “un romance mutuamente satisfactorio”.
En este caso sí hay un objetivo - conseguir el mayor número de piezas de ‘satisfacción’ posibles -, y reglas que aprender antes de empezar la partida. Cada participante juega su baza, y pese a que el aspecto de los personajes no es muy realista, “las cartas en ‘Constentacle’ representan acciones que querrían hacerse el uno al otro, desde mirarse fijamente hasta tocarse”, asegura Clark. Nada demasiado escandaloso: su autora lo ha pensado para que pueda jugarse en público.
Aunque ‘Ute’ no implica la participación directa de su único jugador, Lea Schönfelder ha creado un sugerente “juego para adultos”. Ute, la protagonista que responde a las órdenes, se desplaza por un laberinto en el que también se encuentran once hombres diferentes con los que puede irse a un rincón a intimar. Tanto el diseño como los sonidos que emiten los amantes durante estas escapadas recuerdan bastante al mítico 'Rats'.
Cuantos más encuentros consigue el personaje, más puntos acumula en el marcador. Sin embargo, debe tener cuidado: si uno de varones la pilla ‘in fraganti’ en medio de una relación con otro, se enfadará y no volverá a acostarse con ella. En realidad se trata de un proceso de selección. Ute se casará con el último que quede.
Un diario virtual
Las experiencias personales tienen un papel fundamental en estos videojuegos, no solo para los que los prueban, sino también para quien los crea. ‘¿Cómo lo haces?’ y ‘Cibele’ son autobiográficos. “Me gusta hacer juegos sobre experiencias que me han afectado especialmente para entenderlas mejor”, afirma Nina Freeman, su diseñadora y programadora.
En el primero, el jugador se pone en la piel de una niña de once años que se queda sola en casa. Aprovecha entonces para coger a dos de sus muñecos y desnudarlos para responder a la pregunta que da título a la obra: '¿Cómo lo haces?'. En este punto comienza la acción: el teclado del ordenador permite mover los juguetes en diferentes direcciones y rotarlos, mientras la jovencita se plantea ciertas cuestiones sobre el acto que trata de emular.
'Cibele’, aún en desarrollo, está basado en un encuentro sexual que tuvo su creadora con alguien que conoció por internet, e incluye secuencias filmadas en las que la propia Freeman es protagonista.
Para su programadora, los videojuegos ‘indies’ están fuera de los sistemas regulados habituales y por eso pueden explorar cualquier área, incluidas las relaciones íntimas y la sexualidad. “El acceso a plataformas para crear juegos, como Twine y Unity, permite que aparezcan variedades muy distintas y diversas”.
“Estos temas tienen cabida en cualquier medio de expresión artística”, opina Andrews. Freeman coincide con él, y dice encontrar estas áreas especialmente interesantes por su condición de tabú. “La mayoría de la gente no habla de sexo y en Estados Unidos ves pocas representaciones explícitas”, asegura. “Los videojuegos son una manera de criticar este silencio”.
Ya sea por diversión o para señalar el pudor injustificado de la sociedad, lo cierto es que todas estas obras virtuales tienen algo de sugerente, incluso si muestran simples formas geométricas o sus protagonistas parecen dibujados con rotulador. Los creadores de la escena ‘indie’ cuentan con una ayuda extra: hace falta bien poco para sugestionar la mente humana.