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Alberto Fernández consuma un importante cambio en su gabinete para desbloquear la política argentina

Sergio Massa con Alberto Fernández, el 29 de julio en Buenos Aires.

Ayelén Oliva

Buenos Aires —

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Nueva etapa en el Gobierno argentino. Para los optimistas, una oportunidad para refundar la coalición peronista. Para los pesimistas, la capitulación del presidente Alberto Fernández ante una desenfrenada crisis económica. Todas las luces apuntan ahora a Sergio Massa, hombre fuerte del peronismo, expresidente de la Cámara de Diputados y líder del Frente Renovador, que tomará posesión este miércoles como ministro de la cartera unificada de Economía, Producción y Agricultura.

En el último mes, Argentina ha tenido tres ministros de Economía. Después de la sorpresiva renuncia de Martín Guzmán, respaldado por el presidente pero desgastado por las críticas de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la gestión de Silvina Batakis duró solo 25 días. El objetivo inmediato es ordenar la economía. El nuevo ministro deberá contener la espiral inflacionaria del 64% interanual, llenar el vacío de reservas en el Banco Central y organizar la decena de tipos de cambio distintos que distorsionan la economía. 

Para eso, el Gobierno necesita un ministro con poder. La decisión anunciada el jueves pasado de integrar tres ministerios en una misma órbita y designar a Sergio Massa confirman el camino definido por el Gobierno.

Entre la audacia y la desconfianza política

Sergio Massa es uno de los tres actores centrales del Frente de Todos, la heterogénea coalición peronista que gobierna Argentina desde 2019, que integra junto a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Hasta el momento, el papel de Massa se limitaba a controlar a su bloque político desde el Congreso. Desde el miércoles pasará a administrar la economía argentina.

El nuevo ministro tiene un largo recorrido político. Ubicado en el centro, avanza con evidentes ambiciones presidenciales. “Massa vive para la política, vive para el poder y siempre apuesta por más”, dice en su podcast el periodista Diego Genoud, autor de Massa: La biografía no autorizada. “Pero con el tiempo, aprendió a domar la ansiedad”.

Abogado, de 50 años, Massa ingresó a la política por la puerta derecha. Militante a principios de 1990 de la Unión de Centro Democrático (Ucede), del economista neoliberal Álvaro Alsogaray, presidió la juventud de esa agrupación en la provincia de Buenos Aires. En 1996 pasó a integrar las filas del peronismo como miembro del Partido Justicialista (PJ) durante el gobierno de Carlos Menem. Dos años más tarde, con solo 27 años, fue elegido diputado provincial por Buenos Aires, convirtiéndose en el legislador más joven del distrito.

El nuevo ministro de Economía ha sido parte de todos los últimos gobiernos peronistas. Funcionario en el Gobierno de Eduardo Duhalde en 2002 como director de la Administración Nacional de la Seguridad Social, cargo que conservó durante el gobierno de Néstor Kirchner. En 2007 fue elegido alcalde de Tigre, pero renunció al año siguiente para asumir como jefe de gabinete de Cristina Fernández de Kirchner. La buena relación con la actual vicepresidenta duró poco. Massa renunció al año siguiente, después de la derrota del kirchnerismo en las elecciones legislativas, para regresar a la intendencia de Tigre.

En las elecciones de 2015 en las que ganó Mauricio Macri, Massa presentó su candidatura a la presidencia por el Frente Renovador, consiguiendo el tercer lugar con el 21% de los votos. Fue en 2019, después de duras negociaciones entre los distintos sectores del peronismo, cuando el nuevo ministro decidió sumarse al Frente de Todos.

La versatilidad política –que le costó el apodo de “ventajita”– ha llevado a que sea uno de los líderes políticos con peor imagen del país. El 67% de la población ve con malos ojos al nuevo ministro, según la última encuesta de Zuban Córdoba. El exdiputado genera poca confianza entre los políticos pero también entre los electores. “Massa tiene el déficit de la credibilidad”, dice Genoud. Hasta el jefe de gabinete del expresidente Mauricio Macri, Marcos Peña, llegó a definirlo como la “persona menos confiable del sistema político argentino”.

La cercanía declarada del nuevo ministro con Estados Unidos, quien ha sabido construir vínculos sólidos tanto con los demócratas como con los republicanos, es para algunos garantía de un contexto internacional amigable donde el acuerdo con el FMI domina parte de la agenda. Para otros, esas relaciones no son más que un motivo más de desconfianza. Desde que se conoció el desembarco de Massa en Economía, el tipo de cambio paralelo pasó de 326 pesos a 287 por dólar y el riesgo país retrocedió 600 puntos. La pregunta es si podrá sostenerlo una vez que llegue al Ministerio.

Massa como la última apuesta del Gobierno

Massa llega para intentar destrabar el bloqueo político entre el presidente y la vicepresidenta. El nuevo ministro, como una de las patas del tridente gobernante que tiene en el centro al presidente Alberto Fernández, a la izquierda a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y a la derecha a Sergio Massa, tiene como objetivo inmediato impartirle dinamismo a la gestión económica.

El lunes por la tarde llegó la confirmación más esperada. La vicepresidenta hizo público el respaldo a la designación de Massa con una imagen juntos en su despacho. El visto bueno de Cristina Fernández es central para hacer sostenible cualquier articulación política. Fue ella quien en mayo de 2019 decidió que sería Alberto Fernández, su histórico rival político, el candidato a presidente como manera de unir al peronismo. La estrategia derivó en un experimento político que consiguió su principal objetivo: impedir la reelección de Mauricio Macri.

La elección de Fernández incluía también el reto de generar gobernabilidad. Fernández de Kirchner optó por un candidato moderado, que sea capaz de convivir con los sectores de poder económico y los grandes empresarios de medios en Argentina. Pero lo que la vicepresidenta no pudo prever fue el estado de inmovilismo en el que entró el Gobierno de Fernández después de superar el primer impacto de la pandemia y la disparada inflación, que se vio agravada tras la invasión rusa a Ucrania.

Massa llega con el objetivo urgente de revertir el 72,2% de imagen negativa que tiene el Gobierno, según la última encuesta de Zuban Córdoba, domar los asuntos internos que bloquean al Ejecutivo y ordenar las cuentas públicas. Si lo consigue, recién en ese momento, podrá fijar su mirada en las presidenciales de 2023. Pero antes deberá sacar a flote la debilitada economía argentina.

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