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Alemania abre la puerta al 'fracking'

La canciller alemana, Angela Merkel, comparece en un pleno del Parlamento alemán en Berlín. / Efe

Àngel Ferrero

Alemania no prohibirá el fracking. Los socialdemócratas –cuyo presidente, Sigmar Gabriel, además de vicecanciller es ministro de Medio ambiente y Economía– ha dado un paso atrás en su propuesta y llegado a un pacto con los cristianodemócratas, con los que forman coalición de gobierno. La nueva ley del fracking permitirá el uso de este método de extracción de hidrocarburos en el país siempre y cuando las perforaciones no superen los 3.000 metros de profundidad. Con todo, la legislación no excluirá las exploraciones a mayor profundidad: según informó un portavoz del ministerio de Medio Ambiente al tageszeitung, “las autoridades competentes podrán autorizar excepciones, siempre que una comisión haya comprobado su inocuidad”.

La oposición ha criticado la composición de esta futura comisión -y el reconocimiento de su mera existencia constituye ya una prueba de que el fracking se autorizará de un modo u otro-, que, según círculos gubernamentales, se compondrá de seis miembros, repartidos salomónicamente entre detractores de la fracturación hidráulica y miembros del Instituto federal de geociencias y materias primas, favorable a ella. Para Los Verdes, esta ley abre la puerta y “facilita el fracking en Alemania”. La Izquierda acusa a al SPD de haber roto su promesa electoral de prohibir el fracking en Alemania “mientras no se hayan excluido todos los riesgos para la salud y el medio ambiente”.

El 'lobby' energético, muy interesado en desarrollar el fracking en el continente, inició hace meses una campaña de publicidad y relaciones públicas a favor de relajar la legislación. La crisis en Ucrania y las tensiones con Rusia, principal proveedor de gas natural a Europa central y oriental, han sido utilizadas por las grandes empresas del sector para intentar aunar a los alemanes bajo el lema de la “independencia energética” de Rusia y, en menor medida, otras regiones en crisis. El gobierno calcula que Alemania posee unas reservas de gas de 0,7 a 2,3 billones de metros cúbicos. Algunos especialistas consideran que esta cantidad, además de poco precisa, no justifica los riesgos que supone su extracción.

La fracturación hidráulica, más conocida como fracking, es una técnica consistente en la inyección a presión de una mezcla (en ocasiones llamada “cóctel”) de productos químicos para ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso y facilitar la salida de los hidrocarburos al exterior. Los ecologistas denuncian que el fracking acarrea daños para la salud pública y el medioambiente, debido, sobre todo, a la composición de la mezcla de productos químicos, que se filtra en las aguas subterráneas, contaminándolas, y a la cantidad de agua que requiere para poder llevarse a cabo. Existen además indicios de que las prospecciones pueden ocasionar terremotos de una intensidad de hasta 5 grados en la escala Richter. A comienzos de noviembre de 2013, el municipio de Langwedel-Völkersen, a unos 30 kilómetros al sur de Bremen, sufrió un terremoto de 1,9 grados, y un año antes fue sacudido por un seísmo de 2,9 grados. Desde 2005 se han producido cinco terremotos en Langwedel-Völkersen, cuyo epicentro es un campo de gas en Völksersen explotado por la compañía alemana RWE.

¿Llegarán a Alemania las protestas contra el fracking que han habido ya en el Reino Unido o España? “Quizá sea ése es el precio que tengamos que pagar”, asegura Gernot Kalkoffen, director de ExxonMobil para Europa. Kalkoffen ha prometido que su empresa no utilizará en el fracking productos químicos que sean perjudiciales para la salud. Pruebas no ha aportado ninguna. La ley se votará próximamente en el Bundestag. Los gigantes de la energía, a su manera, ya han votado.

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