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Christie's desoye a los gobiernos latinoamericanos y vende patrimonio prehispánico por tres millones de euros

Colgante taíno vendido en la subasta.

Peio H. Riaño

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La casa de subastas Christie's en París ha conseguido recaudar en la noche de este miércoles tres millones de euros con la venta de 139 piezas del patrimonio prehispánico, ignorando así la restitución de los bienes a sus países de origen, tal y como reclamaban estos desde hacía una semana.

La embajada mexicana en Francia lanzó un comunicado hace dos semanas en el que denunciaba la comercialización de piezas arqueológicas. A su entender, este tipo de prácticas fomenta la delincuencia y las excavaciones ilícitas, además de despojar a los objetos de su esencia cultural, histórica y simbólica. “Los convierte en mercancías o curiosidades”, decía el comunicado. Y hace tan solo un par de días las embajadas en Francia de Colombia, Guatemala, Honduras y México también se sumaron al rechazo contra la subasta de bienes culturales prehispánicos.

Christie's asegura que ha puesto todos los recursos en investigar la trayectoria de los propietarios de las piezas y ha llegado a la conclusión de que ninguno de los propietarios son una fuente ilícita. Sin embargo, en la ficha de la pieza más cara de la subasta online, un hacha maya tallada y vendida por 692.000 euros (cuando se esperaba que no fuera a superar los 250.000 euros), la procedencia se limita a una colección norteamericana sin fecha y a una europea desde 1970. 

El hacha, complemento del juego de pelota maya, tiene tallado un dignatario barbudo con la cabeza hacia atrás y luchando con una serpiente de cascabel mítica. La otra cara, y esto es lo que le hace especial porque no son imágenes especulares estándar, representa al mismo personaje con las piernas cruzadas en posición de loto, adornado con orejeras y una diadema. Los jugadores son representados con el acolchado protector en cintura, muslos y rodillas para golpear las pelotas de caucho macizo de más de cinco kilos, y portando yugos, palmas y hachas. Aunque los objetos de piedra no se debían usar en los juegos reales debido a su peso. Son bienes propios de las versiones ceremoniales y rituales de los equipos del juego de pelota.  

La buena fe

Para evitar este tipo de subastas casi una cuarentena de países ratificaron en 1995 el Convenio Unidroit, en el que se declara que todo bien robado debe ser retribuido. Su objetivo es unificar requisitos y normas frente a las demandas de retribución de bienes robados ante tribunales del país donde se encuentra el bien. El Convenio hace desaparecer el concepto de “buena fe” del comprador para determinar un principio absoluto: “El poseedor de un bien cultural robado deberá devolverlo”, incluso demostrando que desconocía la procedencia ilícita cuando lo adquirió. Francia, sin embargo, hace prevalecer su Código Civil ante cualquier otra norma internacional aprobada para frenar el tráfico ilícito del patrimonio y prioriza la “buena fe”. Tampoco las autoridades mexicanas han reclamado la aplicación del Unidroit. 

El segundo lote mejor pagado en la subasta fue un colgante taíno, por el que no esperaban que se pagara más de 180.000 euros. La puja se cerró en 287.500 euros. El rastro de esta extraordinaria pieza solo se conoce desde 1960, cuando llega a la colección de Margaret y Vincent Fay, en Nueva York. De ahí pasó a formar parte, en 2005, de la Fiore Arts Collection, una colección privada formada por 38 objetos rituales realizados en hueso de manatí, concha, madera y terracota, que han sido vendidos en Christie's.

Es el colgante más famoso de la colección porque representa una decoración muy compleja. Hay dos seres de perfil pegados espalda con espalda en la parte superior. En la mitad inferior aparece una banda ancha y enrollada que recuerda a unas piernas abiertas y termina en una figura femenina clásica. El centro llevaba una incrustación de oro. La cultura taína prefirió adornarse todas las partes del cuerpo, desde el cuello a los hombros, pasando por las muñecas y piernas.

“Eliminados de la existencia”

Los taínos fueron de las primeras comunidades en cruzarse con Cristóbal Colón a su llegada en 1492 y pocas décadas después apenas quedaron supervivientes. En un TikTok promocional que Christie's terminó eliminando, se describía a los taínos como “eliminados de la existencia”. Los descendientes de aquellos supervivientes se han levantado contra la venta de estos objetos pertenecientes a sus ancestros. Stephanie Sherman puso en marcha una campaña en Change.org que superó en pocos días las 30.000 firmas para frenar la subasta y contra ese tipo de expresiones que sólo aspiraban alimentar el morbo de una venta suculenta.

“Nosotros, los taínos, somos los primeros pueblos indígenas de Turtle Island en ser colonizados. No estamos ”extintos“ y sobrevivimos a los horrores de Colón y sus hombres”, escribe Sherman en la campaña. “Gran parte de nuestra cultura se perdió e innumerables de nuestros artefactos sagrados destruidos o robados por los europeos desde 1492”.

“No hay una etiqueta de precio que los indígenas podamos poner a los objetos, no hay valor monetario que pueda atribuirse al valor sagrado”, ha dicho Sherman, que reclamó más respeto que valor.

Todos los estamentos internacionales reconocen que la mejor manera de frenar este tráfico de bienes del patrimonio es exigir la devolución del objeto. La norma de que lo robado no se compensa con una indemnización obligaría a los coleccionistas y comerciantes a no adquirir bienes de procedencia sospechosa. Los bronces de Benin son un claro ejemplo de restitución: saqueados en Nigeria, en 1897, llegaron a las colecciones y museos de Europa. En los últimos meses la mayor parte de las instituciones que poseía alguna de estas piezas las han devuelto, como la Universidad de Aberdeen y el Jesus College de Cambridge, en Reino Unido. Y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y el Museo Nacional de Arte Africano de la Smithsonian, en Washington DC también se han comprometido a hacerlo.

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