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Desaparecidos en la represión bielorrusa: “Se lo llevaron esposado y no hemos sabido nada más desde entonces”

Мiron Vitushka.

Javier Biosca Azcoiti

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Cuando Miron Vitushka nació, Aleksandr Lukashenko, considerado a menudo como el último dictador de Europa, ya llevaba 10 años gobernando. Hoy, el presidente suma 26 años en el poder y el domingo pasado ganó otro mandato consecutivo de cinco años más en unas elecciones ensombrecidas por las múltiples acusaciones de fraude electoral.

A sus 16 años, todavía no puede votar, pero el gran apoyo social que había cosechado durante la campaña la líder de la oposición, Svetlana Tikhanovskaya –hoy exiliada en Lituania–, dejaba entrever que aquella sería una jornada histórica. El joven Vitushka acompañó a sus padres al centro de votación en la capital, Minsk. Allí vio a mucha gente llevando brazaletes y lazos blancos –una muestra de apoyo a Tikhanovskaya–. “Una gran mayoría lo llevaba. Casi todo el mundo”, cuenta a elDiario.es.

También vio muchas papeletas dobladas dentro de la urna. Ante las sospechas de fraude, los votantes de la líder opositora habían acordado doblar las papeletas para, a través de las urnas transparentes, hacerse una idea del apoyo que estaba recibiendo su candidata. El voto de sus padres también estaba doblado varias veces.

El día de las elecciones Miron se reunió con sus padres y amigos cerca del colegio electoral, que era el mismo colegio donde él había estudiado en primaria. “La gente se reunió en los colegios para intentar ver cómo se hacía el recuento”, cuenta. Los resultados oficiales dan a Lukashenko un 80,23% de los votos. “Estuvimos esperando allí y a las 10 de la noche nos unimos a las protestas. Fue la primera vez que vi y escuché las granadas de aturdimiento lanzadas contra la multitud. La policía y el ejército estaban trabajando juntos. No nos dieron, pero decidimos marcharnos”. Aquella noche de disturbios la policía detuvo a 3.000 personas.

Al día siguiente, Miron, su madre, su novia y algunos amigos iban caminando por la calle pensando si unirse a las protestas. Eran las 20 horas y las movilizaciones aún no habían empezado, cuenta el joven. “De pronto, un grupo de enmascarados se bajó rápidamente de un minibús. No llevaban ninguna identificación. Salimos corriendo, pero a mí me cogieron. Mi madre, mi novia y mis amigos lograron escapar”, indica. Su relato coincide con multitud de vídeos de detenciones difundidos en las redes sociales.

“Me metieron en el minibús, cogieron mi teléfono y mis pertenencias y después me metieron en un furgón policial con otras personas. Allí nos golpearon y nos llevaron a otro furgón. Hubo un momento en el que yo estaba de pie y había cinco personas pegándome”, cuenta. “Posteriormente nos trasladaron a una comisaría y nos encerraron en el gimnasio. Eramos unos 100, todos tumbados boca abajo y con las manos a la espalda”, añade. “Te arrancaremos los dientes de una paliza si mueves la cabeza”, asegura Miron que le dijeron los agentes. Fue puesto en libertad a las dos de la mañana por ser menor de edad, pero muchos se quedaron en aquel gimnasio. Esa segunda noche hubo 2.000 detenidos.

Cuando salió de allí, ni su madre ni su padre cogían el teléfono. Su novia, los padres de su novia y los padres de Miron fueron a la comisaría aquella noche a preguntar por él, pero también fueron detenidos. “Mi novia y su familia fueron liberados a las tres de la mañana, me reuní con ellos y me dijeron que mis padres seguían ahí”, cuenta. Estuvo dos días sin saber nada de ellos.

“Primero estuvieron en una comisaría que tiene una prisión al lado y muchos manifestantes estuvieron allí detenidos. Pero el martes muchos fueron trasladados a la ciudad de Zhodzina –a una hora de Minsk–”, señala Miron. “Con nuestro abogado preguntamos en esta prisión de Minsk, pero nos dijeron que no tenían ninguna información sobre mis padres. Entonces buscamos en Zhodzina y tampoco recibimos información”, añade. Finalmente, el miércoles por la noche recibió la noticia del paradero de su madre. “A mi padre posiblemente lo transfieran a otra ciudad”, afirma.

“Hay mucha gente buscando a sus familiares a las puertas de la comisaría de Minsk. Hay francotiradores en los tejados y las carreteras están bloqueadas”. Varios usuarios han publicado vídeos e imágenes de lo que aseguran que son concentraciones de personas frente a comisarías pidiendo información.

La posibilidad de desaparecer era real. “Me dirijo a la embajada. Para mí es fácil y seguro [votar], pero mi madre en Minsk ha tenido que preparar comida para una semana para mi hermana pequeña en caso de que sea detenida. Como muchos otros, llevará un lazo blanco”, contaba Tadeusz Giczan, estudiante de doctorado en Londres. El domingo se formaron largas colas para votar en muchas embajadas por todo el mundo y diferentes sondeos a pie de urna realizados en varias delegaciones en el extranjero daban a Tikhanovskaya en torno al 80% del voto, nada que ver con los resultados oficiales.

“Se lo llevaron esposado y no hemos sabido nada más”

Emma –nombre ficticio–, tampoco sabe dónde está su novio. “El martes por la noche estábamos durmiendo hasta que nos despertaron unos fuertes golpes”, cuenta. Ella es estadounidense y estaba visitando a su novio bielorruso, estudiante de doctorado. “Los golpes a la puerta cada vez eran más fuertes y se volvieron violentos. Preguntamos quién era, pero mi ruso no es bueno, así que no me enteré”, añade. Aquella noche hubo otros 1.000 detenidos.

“Nos fuimos a la habitación, cerramos la puerta e intentamos bloquearla. Finalmente, los agentes entraron. Iban enmascarados y dos llevaban pistolas. Me tumbaron en el suelo, me pusieron una sábana por la cabeza y me obligaron a apagar el teléfono”, recuerda Emma. “Me llevaron a otra habitación y solo pude ver a mi pareja durante muy poco tiempo tras pedirlo múltiples veces. Estaba sangrando, pero estaba bien”.

“Nos volvieron a separar, pero finalmente me permitieron decirle adiós y se lo llevaron esposado. Me he quedado con su familia y no hemos sabido nada más desde entonces”, denuncia. “Yo estoy aquí porque vine a ver a mi pareja. Todo lo que hicimos fue trabajar, comer y disfrutar de nuestro tiempo en Bielorrusia”.

La alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, ha denunciado las detenciones arbitrarias. “Las informaciones indican que aproximadamente 6.000 personas han sido detenidos en los últimos tres días, incluido transeúntes, así como menores, lo que sugiere una tendencia de arrestos masivos que supone una clara violación de los estándares de derechos humanos”, ha denunciado Bachelet. “Todavía más preocupantes son las informaciones de malos tratos durante y después de las detenciones. Aquellas personas detenidas de forma arbitraria o maltratadas por expresar pacíficamente su oposición tienen derecho a la justicia y reparación”, ha añadido.

Las fuerzas de seguridad están haciendo un gran uso de la violencia para tratar de contener las manifestaciones contra la dictadura de Lukashenko. Este miércoles, la televisión de Bielorrusia publicó a varios detenidos asegurando ante las cámaras que no volverían a manifestarse.

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