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ENTREVISTA
Manon Aubry, eurodiputada y dirigente de La France Insoumise

Manon Aubry: “Queremos llegar al poder en Francia, no somos solo una izquierda radical que protesta”

La eurodiputada de La France Insoumise y copresidenta de La Izquierda en el Parlamento Europeo, Manon Aubry.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —
15 de mayo de 2022 22:26 h

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Manon Aubry (1989, Fréjus, Francia) es dirigente de La France Insoumise y copresidenta de La Izquierda en el Parlamento Europeo. A sus 32 años, lleva tres en Bruselas, después de haber trabajado en Oxfam, y forma parte del grupo de jóvenes activistas que rodean a Jean-Luc Mélenchon (1951, Tánger, Marruecos), quien logró un 22% en la primera vuelta de las últimas elecciones presidenciales francesas del pasado abril. Aquella noche, el candidato se quedó a menos de un punto de la ultraderechista Marine Le Pen, una distancia mínima que podría haber conseguido si alguno de los grupos de la izquierda que se quedaron muy lejos hubiera apoyado su candidatura. Pero no fue así. En aquel momento, no hubo acuerdo con socialistas, verdes, comunistas ni troskistas.

Aquella noche, Mélenchon y su núcleo de confianza decidieron “que toda esa esperanza acumulada no debía convertirse en frustración”, según relata Aubry. Sino que podría canalizarse en lo que llamaron tercera vuelta, las elecciones legislativas de junio, en las que, si conseguía un triunfo, podría aspirar a ser primer ministro y cohabitar con Emmanuel Macron, situación vivida en el pasado entre socialistas y conservadores.

Pero, claro, para sortear el sistema electoral francés de dos vueltas, La France Insoumise no podía permitirse la multiplicidad de candidaturas vivida en las presidenciales. Así que se pusieron manos a la obra para buscar una candidatura unitaria al estilo Baron Noir. Pero esta vez no se trataba de unas presidenciales, sino de unas legislativas, y el líder no era socialista, sino de una formación a su izquierda.

Al cabo de dos semanas de intensas negociaciones, logran armar una alianza política, la Nueva Unidad Popular Ecologista y Social, una suerte de Frente Popular del siglo XXI justo cuando se cumplían 86 años de la fundación de aquel primero antifascista de 1935. Y, así, insumisos, socialistas, ecologistas y comunistas, concurrirán de la mano el 12 de junio (y el 19 en segunda vuelta) para disputar a los liberales del presidente, Emmanuel Macron, y los ultraderechistas de Marine Le Pen, los 577 escaños de la Asamblea francesa.

“Después de la primera vuelta de la elección presidencial”, explica Manon Aubry, “Mélenchon el 22% de los votos. Estuvimos muy cerca de pasar a la segunda vuelta. Había mucha esperanza y mucha frustración por haber perdido por menos de un punto que se repartió entre los otros candidatos de izquierda”.

El análisis de aquella noche se basaba en interpretar que había tres bloques en Francia: “la ultraderecha, que encabeza Marine Le Pen;;el bloque liberal, de derechas, liderado por Emmanuel Macron; y el bloque de izquierda, que encabeza Mélenchon. Si miras el total de esos tres bloques, son literalmente iguales, hay una diferencia de menos de 100,000 votos”.

En aquel momento, sus votantes se enfrentaban a la elección entre Macron, Le Pen o la abstención. “Había necesidad de traer esperanza a la gente”, dice Aubry, “y decidimos que deberíamos usar las elecciones legislativas como tercera vuelta, porque la primera y la segunda no habían decidido sobre los asuntos más importantes en Francia”.

“Logramos un 22% con un programa radical”, explica Aubry, “el equilibrio de la izquierda está en torno a esas ideas radicales. Así, que establecimos una serie de objetivos políticos claros en los que había una necesidad de unir las fuerzas de izquierda: tendimos la mano a los demás y abrimos negociaciones con los comunistas, los socialistas y los verdes”.

“Básicamente fueron 13 días y noches completas”, relata la eurodiputada, “pero ha sido sorprendente ver cuánta convergencia había y cuánta esperanza había de que pudiéramos llegar a un acuerdo”.

En esa negociación, una formación clave fue el Partido Socialista, de donde salió Mélenchon en 2008, después de ser ministro delegado de Enseñanza profesional (2000-2002) con Lionel Jospin como primer ministro y con Jacques Chirac como presidente, para formar el Parti de Gauche. El mismo PS de François Miterrand, Lionel Jospin y François Hollande, quien fue presidente hasta hace cinco años. Pues bien, ese otrora todopoderoso PS se quedó en un 1,7% en las elecciones presidenciales con una candidatura encabezada por la alcaldesa de París, Ana Hidalgo.

“La primera reunión que tuvimos con ellos”; recuerda la copresidenta de La Izquierda, “teníamos una lista de 15 prioridades políticas clave para nosotros. Y vimos un nuevo Partido Socialista frente a nosotros, que estaba se acuerdo en la edad de jubilación a los 60 años; en poner fin a las reformas laborales de la ley El Khomri [por la exministra de Trabajo socialista Myriam El Khomri, 2015-2017], la ley que ha estado tratando de destruir la red de protección social; en reformas ecológicas radicales, como lo que llamamos planificación ecológica; en un cambio institucional fuerte, como estamos promoviendo, pasar de la V República a la VI República para cambiar nuestro sistema institucional que es básicamente no lo suficientemente democrático. E incluso acordaron no respetar algunas de las normas de la UE. Una vez que dijeron todo esto, no había otra opción para nosotros. les dijimos: 'bienvenidos”.

Según la dirigente insumisa, esa negociación aceleró los debates existenciales internos en el Partido Socialista: “Fue la oportunidad para que aclararan si pertenecen al legado de Hollande o a la historia del Partido Socialista, que históricamente en Francia ha sido el que ha defendido los derechos de los trabajadores, el que ha definido la reducción de la jornada laboral por nuevos derechos sociales, consiguiendo nuevos derechos para los trabajadores. Sin embargo, los llamados elefantes, los viejos del Partido Socialista, no estaban contentos en absoluto”.

Aubry recuerda que “internaron parar el acuerdo; el Partido Socialista se dividió, pero ellos hicieron un proceso de clarificación, que probablemente estaban buscando desde hace cuatro años. Ha sido una negociación larga, muy larga con cada uno de ellos. Y después de dos semanas, básicamente logramos llegar a un acuerdo. Y eso es histórico, porque lo que hemos discutido es un programa común de unos pocos cientos de propuestas. La idea es que nos vamos a presentar para gobernar el país. No vamos a improvisar. Nos lo estamos tomando en serio. Si obtenemos la mayoría en junio, vamos a formar un gobierno todos juntos y necesitamos saber qué hacer en todos los temas, en escuelas y hospitales y derechos de los trabajadores”,

“La parte divertida de la historia”, explica la dirigente de La France Insoumise, “es que llegamos a un acuerdo el día del aniversario del Frente Popular. Nadie habría apostado a eso incluso hace dos semanas. Ni hace seis meses o un año.Eso dice mucho del nivel de esperanza conseguido. Ahora nadie ve el futuro y no sabemos cómo se desarrollará. Pero este es probablemente el movimiento más grande de la izquierda en los últimos años, es construir la izquierda francesa del siglo XXI. Y la buena noticia es que se hace sobre un cambio radical, fuerte voluntad y fuertes capacidades para acceder al poder, pero también para abordar las tres crisis más grandes o por un tiempo que es la crisis climática, las desigualdades y la crisis democrática”.

¿Qué futuro tiene el movimiento? “Es un proceso paso a paso”, responde la eurodiputada: “La idea es que cada uno de los partidos tenga un grupo separado en el Parlamento, y que trabajamos juntos a través de un intergrupo, que estará a cargo de implementar nuestro programa común y seguirá siendo el núcleo de nuestra unión y nuestra alianza. Porque no es sólo una alianza electoral. Es una alianza política con bases políticas y programáticas”.

Según Aubry, la alianza “debe durar porque no se hace solo para las próximas elecciones legislativas, sino que es fundamental para alcanzar el poder juntos y gobernar juntos en base al programa. Por supuesto, nadie sabe cómo se desarrollará, pero nosotros, La France Insoumise, haremos todo lo posible para que esta unión continúe el mayor tiempo posible, porque creemos que es una de las herramientas para realmente acceder al poder y, por lo tanto, cambiar la vida de las personas”.

“Prueba de esto es que ahora somos el objetivo de todos”, dice la eurodiputada: “desde Macron hasta Le Pen están hablando de La France Insoumise de la mañana a la noche. Están preocupados, y tienen razón en estar preocupados, porque queremos acceder al poder. No somos como una izquierda radical al margen y protestando. La protesta será importante incluso si llegamos al poder, porque la lección de la historia es que se obtienen derechos sociales para las personas gracias a las personas toman e introducen leyes, pero también gracias a la gente que presiona afuera. Esa presión aún necesitará de un poder preparado para gobernar. Y eso es de lo que tienen miedo”.

Ese “tener miedo”, explica Manon Aubry, se traduce en “hostilidad de los medios. Antes de ser eurodiputada, trabajaba para Oxfam, trabajando sobre evasión de impuestos. Hacía muchos medios. Y lo divertido es que, el mismo día que me presentaron como candidata a las elecciones europeas, estaba diciendo exactamente lo mismo, palabra de palabra, exactamente lo mismo, y la forma en que me recibieron los medios no tuvo nada que ver”.

“Y ahora le está pasando al líderes verdes, Julien Bayou, quien fue muy criticado por los medios tras firmar el acuerdo con nosotros, hasta el punto de enfadarse. Entonces, le dije: 'bienvenido, Julien, al Lado Oscuro' Y me contestó: ”Nunca me di cuenta de lo duros que eran los medios con vosotros'. La razón por la que lo hacen es porque los asustamos. Así que es un piropo, no es fácil y tuve la misma experiencia hace tres años, pero hay que tomárselo como un piropo“.

Después de las políticas de austeridad y recortes durante la crisis financiera, se vivió el nacimiento de Podemos en España en enero de 2014 y el éxito de Alexis Tsipras en Grecia, que ganó las elecciones de enero de 2015. Pero a medida que avanzaba la década, la ola fue pasando de la izquierda a la derecha en Europa, con los crecimientos electorales de Marine Le Pen, Viktor Orbán, Matteo Salvini, Giorgia Meloni y Vox. Y, en ese contexto, Mélenchon logra un 22% en abril de 2022: “Es cierto que hubo un gran avance después de la crisis financiera porque había una fuerte necesidad de luchar contra la desigualdad. Y esa fue la base sobre la que se construyeron Podemos y La France Insoumise, lo que renovó las prácticas políticas, más basadas en movimientos, y con una forma de hacer política diferente”.

Estos movimientos, incluso, huían de la etiqueta izquierda: “Sí, sí, exactamente. Ahora está de vuelta porque estamos poniendo nuevos fundamentos a la izquierda. Entonces, tras cinco años de Hollande, ¿cómo es que puedes pertenecer a la izquierda? Para la gente la izquierda era Francois Hollande, autor de algunas de las políticas más antisociales”.

“Ahora creo que es un nuevo momento para la izquierda”, dice Aubry: “Pero es verdad que nosotros en Francia somos una especie de excepción, y creo que podemos liderar el movimiento en toda Europa. Hay signos de esperanza, como la Alianza Verde y Roja de Dinamarca, o el Sinn Fein, que ganó en Irlanda del Norte el fin de semana pasado y está en disposición de gobernar en la República de Irlanda. Pero creo que tenemos la responsabilidad como La France Insoumise de liderar el camino, tanto en términos de cómo hacemos campaña, como en la forma de reestructurar la izquierda del siglo XXI, una izquierda que es moderna, muy verde, movimentista y muy feminista; una izquierda que es muy social y parte realmente de las expectativas de las personas más necesitadas. Nuestros resultados no nos sorprenden porque hemos estado trabajando meses y años en estos suburbios muy humildes, donde logramos el 50%, 60%, a veces 70%, porque sí reconocen que somos los únicos que no los abandonamos, los únicos que los defendemos, defendiendo también a los musulmanes de los ataques diarios de todos en el espectro político”.

Aubry explica la distribución de su voto: “Donde obtenemos nuestros mejores resultados es en las regiones ultraperiféricas; las ciudades más pobres; las grandes ciudades; y los jóvenes, donde estamos por encima del 40 o incluso del 50%. Donde sacamos un peor resultado es en las zonas rurales, donde Le Pen logra sus mejores porcentajes. Ahí es donde tenemos algo de margen, porque todavía hay una parte que vota a Marine Le Pen que no es fascista. Hemos demostrado que era posible ganar a Marine Le Pen, y ganar también a la abstención, y esto es una gran reserva de votos, de esperanza, de movilización. Desde entonces recibimos mensajes de todos nuestros colegas de toda la Unión Europea para discutir nuestras herramientas de campaña, etc”.

“No se puede replicar de un país a otro”, concede Aubry, “pero, por por ejemplo, tenemos una App que es como una aplicación de redes sociales, Action Populaire, con la que cualquiera que esté registrado puede organizar una acción, sugerir a las personas que se unan a la acción, como distribuir folletos, hacer un acto, una reunión... Realmente ayudó a la campaña sobre el terreno. Es una red social abierta a todos. Cientos de miles de personas la han descargado. También creo que lo que nos hizo fuertes en la campaña, aunque hemos sido los objetivos de muchos ataques del resto de la izquierda, de Jadot [Verdes], de los socialistas en particular, de Russel [PCF], fue no haber entrado nunca, porque hemos estado haciendo campaña de propuestas. Y al, eso es lo que la gente vio: que nosotros queríamos cambiar la vida de las personas y los demás sólo querían bajar nuestro porcentaje. Y demostramos que no importa lo que hayan dicho durante la campaña, estamos dispuestos a unirnos en torno al programa, mientras no nos ataquen y estén dispuestos a apoyar la plataforma conjunta. Lo que hemos logrado nunca ha sucedido en toda la historia de la izquierda, nunca ha pasado que tengamos un solo candidato para cuatro partidos de izquierda en cada una de las circunscripciones”.

En todo caso, Mélenchon no se presenta a las legislativas, no aspira a renovar su escaño. “No es necesario ser diputado para ser primer ministro”, explica Aubry: “Pero él no se retirará de la batalla hasta su último día, siempre tendrá algo que decir. Y por eso también lo queremos, pero ya no tiene que estar en la arena política, pelear en la Asamblea Nacional. Y creo que sería un gran primer ministro precisamente porque ya no está construyendo una carrera política. Cogió a una izquierda de la nada y la llevó hasta el 22%. Es la primera vez que con un 22% no se pasa a la segunda vuelta en unas presidenciales desde el final de la Segunda Guerra Mundial”.

Un asunto por el que está recibiendo críticas en la burbuja de Bruselas, pero también desde los rivales políticos, es sobre su posición con respecto a la Unión Europea y la desobediencia de algunas normas comunitarias. “Es una muestra de cuánto miedo nos tienen porque están haciendo caricaturas. Y nuestra posición es muy clara. Aplicaremos nuestro programa independientemente de lo que piense la UE. Por ejemplo, si queremos que los comedores sean 'bio y locales', con productos de proximidad de menos de 50 kilómetros, va en contra de la ley de competencia en la Unión Europea. Igual que si queremos hacer un gran plan de inversión que supere la regla de déficit del 3%; o renacionalizar la compañía eléctrica. Y si no queremos privatizar nuestro sistema ferroviario, va en contra, nuevamente, de la ley de competencia y una directiva... La lista es larga. Y lo que hemos decidido, dentro de nuestra ambición social y ecológica, es lo que queremos hacer sin renunciar porque la UE haya decidido lo contrario. Porque si somos elegidos, tenemos el mandato de cambiar la vida de las personas. Y estamos diciendo que estamos dispuestos a no respetar algunas de las normas de la UE ¿Y sabes qué? La diferencia es que nosotros no lo ocultamos, porque Macron no está respetando el objetivo de energías renovables; ni las normas en materia de contaminación; ni la normativa de protección de datos. La diferencia es que no vamos a respetar las normas de la UE que van en contra de nuestra ambición social y ecológica. Y si conoce un poco de la historia de la UE, es así es como funciona y como se ha cambiado la UE. Somos la segunda economía del continente y podemos implementar nuestra ambición ecológica y social. Y esto no tiene nada que ver con Polonia y Hungría, que están violando el Estado de Derecho, que están violando los derechos fundamentales y las libertades fundamentales que se protegen en el artículo 2 del tratado. Y lo que decimos nosotros no tiene nada que ver con el Artículo 2 del tratado, lo que decimos ya lo está haciendo Macron, pero nosotros lo haremos por el planeta y por la gente. Es una gran diferencia y tendremos un mandato democrático para hacerlo. No le estamos mintiendo a la gente. Estamos haciendo la lista de incompatibilidades entre nuestro programa y las reglas de la UE, y le estamos diciendo a la gente cómo vamos a cambiar esas reglas”.

Traducción en Europa

“Cuando hacía la campaña para las europeas hace tres años había algunas preguntas para las que no tenía respuesta en ese momento. Después de tres años de estar aquí en el Parlamento Europeo, tengo mucho más claro cuál puede ser la estrategia para la izquierda, y pasa por usar los equilibrios de poder y relaciones de fuerza para abordar las incompatibilidades entre lo que queremos hacer a nivel nacional y algunas de las reglas de la UE”, argumenta Aubry, describiendo cómo funciona muchas veces el Consejo de la UE: “Nuestra política siempre ha sido muy crítica con la construcción de la UE, pero no necesariamente encontrando el camino a seguir. Y creo que comenzamos lentamente a encontrar un camino común. He tenido muchos debates con nuestros amigos de Podemos, Izquierda Unida, el Bloco, la Alianza Roja y Verde de Dinamarca... Creo que puede haber una nueva generación de izquierdas en Europa que podría ponernos en una nueva posición para las próximas elecciones europeas”.

Aubry, copresidenta del grupo de La Izquierda en la Eurocámara reconoce que es una bancada que que se ha dividido en muchos asuntos: “Pero estamos tratando de fortalecer un terreno político común, más allá de oponerse, sino proponiendo alternativas sólidas: ahora, a raíz de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, vamos a publicar diez documentos sobre diez propuestas clave para cambiar los tratados. Venimos de tradiciones políticas diferente, yo soy parte de esta generación joven de los movimientos sociales, y no he vivido la época en que el Partido Comunista era muy fuerte. Tenemos algunos partidos comunistas en el grupo que respeto mucho, y venimos de una tradición diferente, pero creo que poco a poco vamos diseñando juntos la nueva generación de izquierda que también es más moderna, respondiendo a las necesidades y expectativas de la gente, especialmente de la juventud. Y debemos ser el movimiento de la juventud. Ese es mi objetivo número uno”.

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