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Análisis

Las mujeres sirias dicen “basta” en una nueva oleada de protestas: “El sueño de una Siria libre sigue vivo”

Una mujer siria en Sweida con un cartel que dice "viva Siria libre y orgullosa" y "Siria sin vosotros sería un paraíso"

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Una mujer morena de unos 40 años mira a cámara y dice: “Desde la plaza de la dignidad de Sweida: ninguna secta ni religión podrá dividirnos. Somos el pueblo sirio, el pueblo sirio es uno y no aceptaremos nada menos que la salida del régimen de Bashar al Asad”. Le sustituye con la misma contundencia otra mujer. Esta es rubia y con la piel clara: “Somos las mujeres libres de Siria y no pararemos hasta alcanzar la libertad y la dignidad”.

No se trata de 2011, sino de agosto de 2023. En estos días ha surgido en distintas ciudades sirias una nueva oleada de protestas que va desde Daraa, reconocida como una de las cunas del levantamiento de 2011 desde sus inicios, hasta la recién incorporada Sweida (también conocida como Al Suwayda).

Aunque el detonante remita a la asfixia económica que vive el país (más del 90% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y la mitad padece inseguridad alimentaria), los eslóganes de los primeros días han dado paso a las demandas de libertad, justicia y dignidad que conectan con aquellas reivindicaciones iniciales.

Según la organización siria ETANA, solo en la última semana más de 10.000 manifestantes han participado en protestas en más de 200 ciudades y pueblos, siendo la ciudad de Sweida su epicentro. Mientras el régimen y su aliado ruso continúan bombardeando indiscriminadamente infraestructuras civiles en ciudades como Idlib, ante la escasa o nula reacción de la comunidad internacional, es la ciudad de Sweida la que puede suponerle un mayor quebradero de cabeza.

Esto se debe a su posición relativamente neutral durante estos 12 años y a la composición de su población, una mayoría drusa que el régimen siempre ha alardeado de proteger. En esta ciudad, las mujeres encabezan hoy protestas en las que reclaman el cumplimiento de la resolución 2254 y la liberación de los presos y presas políticas, reivindicaciones que entroncan con las más de 130.000 personas detenidas o desaparecidas forzosamente por el régimen desde 2011.

Erradicar la resistencia”

Como recuerda la investigadora feminista Razan Ghazzawi, fue precisamente una mujer de la minoría drusa quien se atrevió a reclamar la salida de Bashar al Asad en los inicios de las protestas de 2011. Se trataba de Muntaha Atrash, hija de Sultan Atrash, líder de la llamada Gran Revolución Siria de 1925. En abril de 2011, cuando las reivindicaciones en las manifestaciones se centraban en reclamar reformas, Atrash concedió una entrevista telefónica al medio Al-Shark Al-Awsat en la que ya reclamaba que Asad debía dimitir en respuesta a las manifestaciones pacíficas.

En esta década de represión por parte del régimen a la que se sumaron en años posteriores grupos extremistas con sus propias agendas contrarrevolucionarias, la presencia visible de las mujeres se ha ido reduciendo a medida que la situación en el terreno evolucionaba hacia un conflicto armado. Con excepción de algunos sectores, entre los que destacan las YPJ (Unidades de Protección Popular) kurdas, la resistencia siria contra la dictadura y el avance de grupos extremistas han contado con una mayoría de hombres combatiendo en sus filas.

Sin embargo, las mujeres fueron fundamentales, y lo han seguido siendo en otros niveles de la vida en el movimiento de desobediencia civil de 2011 que se extendió por el país y el posterior conflicto armado. El proceso revolucionario sirio, de hecho, no puede entenderse sin figuras clave como Razan Zeituneh, Fadwa Suleimán o May Skaf, todas ellas desaparecidas.

En 2012, la autora siria Rime Allaf desgranaba en su ensayo Las mujeres, columna vertebral de la revolución siria este protagonismo femenino que fue clave en los inicios del proceso. La propia Allaf asegura a elDiario.es que las mujeres y los niños “fueron objetivo desde el principio tanto del régimen como de los grupos de banderas negras que comenzaron a extenderse por el país. Se trataba de erradicar la resistencia de la mitad de la población, en particular la más vinculada a la resistencia pacífica que los autoritarismos tanto temen”.

Se acabó”: la vinculación con otras luchas

Además de su dimensión local, Allaf destaca la importancia de vincular la resistencia de las mujeres sirias con otras luchas, como la de las mujeres iraníes, la de las chilenas o la de las españolas. Apunta en particular al movimiento “Se acabó” que se está viviendo en España y que activistas de todo el mundo están siguiendo como un nuevo #Metoo.

“Yo diría que lo que está sucediendo en España es más fuerte y profundo, y va más a la raíz que el #MeToo”, señala Allaf, “porque el #MeToo partía de una posición de victimismo y este 'Se acabó' mira de frente a esas estructuras dominantes y dice: 'Hasta aquí. Hemos estado esperando y ya no esperamos más'. Por eso resuena tanto en contextos como el de Sweida, en Siria, donde las mujeres también han salido a decirle al régimen 'Se acabó. Hemos estado esperando, y no esperamos más'. Aunque las distancias entre una situación y otra sean enormes, un fuerte e indignado 'Se acabó' resuena en los labios de las mujeres sirias”.

Si Allaf se centra en la indignación de las mujeres sirias contra el régimen que ha devastado el país, la periodista siria Zeina Erhaim pone el acento en la frustración de ser mujer en un contexto revolucionario que no termina de asimilar las demandas de las mujeres, dice a elDiario.es. “Siempre sucede lo mismo, nosotras nos dejamos la piel por la libertad y después se nos aparta para volver a los patrones de siempre”, señala.

Ya en 2013, la activista siria Marcel Shehwaro alertaba del machismo imperante en zonas que quedaron temporalmente fuera del control del régimen y que lograron considerables avances de autogestión local antes del avance de ISIS. Shehwaro, que participó activamente en estos espacios, denunció en distintas ocasiones las dinámicas patriarcales, como muestra este vídeo en el que una de las autoridades islámicas locales trataba de imponerle el uso del velo:

El sueño de una Siria libre sigue vivo”

Tanto Allaf como Erhaim expresan orgullo ante los recientes actos de coraje de las mujeres y hombres de Siria, y también miedo ante las más que previsibles represalias. En estos 12 años, el régimen sirio ha dado sobradas muestras de su nula voluntad de negociación con la resistencia pacífica del país, con la que se ha cebado desde sus inicios: tiroteos en manifestaciones, detenciones y torturas de manifestantes, bombardeos, armas químicas, represión y tortura en cárceles que Amnistía Internacional ha calificado como “mataderos humanos”.

Según informa la activista sirio-británica Leila Al Shami, en los últimos días se han coordinado campañas con una lista de reivindicaciones. Una de ellas es el Movimiento 10 de Agosto que, entre otras cosas, pide el establecimiento de un gobierno de transición en consonancia con la resolución 2254 (2015) del Consejo de Seguridad de la ONU, además del fin de la división sectaria, el fin de la ocupación extranjera y la intervención exterior, la liberación de todos los detenidos y el procesamiento de los criminales de guerra.

“Estas valientes mujeres y hombres de todo el país han demostrado que el régimen no puede bombardear, matar de hambre, torturar, gasear y violar al pueblo sirio hasta la sumisión. A pesar de todo lo que han sufrido, y a falta de una solidaridad internacional significativa con su lucha, el sueño de una Siria libre sigue vivo. El mundo puede optar por la normalización con Asad, pero los sirios y sirias libres han dejado claro una y otra vez que nunca aceptarán su gobierno”, señala Al-Shami.

Activistas de Sweida sospechan que las fuerzas de Asad han comenzado a evacuar posiciones con el objetivo de ceder el paso a combatientes de ISIS. “Si los extremistas se hacen con el pueblo, será fácil para Asad iniciar otra de sus campañas militares con la excusa de acabar con ISIS, cuando todas sabemos que su objetivo es, y ha sido siempre, acabar con las mujeres y hombres libres de Siria”, asegura Allaf. 

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