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The Guardian en español

Alemania no parece muy interesada en la devolución del patrimonio arrebatado a las antiguas colonias

Philip Oltermann

Berlín —

El africano más alto de Berlín mide 13 metros de altura y lleva en sus huesos la sabiduría de 150 millones de años. El esqueleto del giraffatitan, la estrella del Museo de Historia Natural de la ciudad, fue desenterrado por un paleontólogo alemán entre 1909 y 1913 en Tanzania, que entonces era la mayor colonia del imperio alemán. 

Cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció en noviembre que quería utilizar su presidencia para sentar las bases de “la devolución temporal o permanente del patrimonio africano a África”, muchos pensaron que había llegado la hora de que el dinosaurio regresara a su hogar.

Sin embargo, seis meses más tarde, el giraffatitan de Berlín no se ha movido ni un centímetro: activistas e historiadores ven en esto una señal de que el Gobierno de Merkel no está respondiendo al llamamiento de Macron con un gesto similar, y que los museos alemanes están mirando a otro lado.

El lunes, la ministra de Cultura alemana, Monika Grütters, anunció las nuevas directivas para la devolución de objetos de “contextos coloniales”. La ministra admitió la necesidad de revisar la procedencia de los objetos obtenidos no sólo durante las tres décadas en las que Alemania imitó a otros estados europeos e intentó forjar un imperio en continente africano, sino también durante un período colonial que abarca desde los conquistadores del siglo XV hasta la actualidad.

Grütters afirmó que quiere continuar con la política de memoria que “tuvo mucho que ver con la formación de la reputación alemana en el mundo”. Señaló: “Durante mucho tiempo, el período colonial ha sido un punto ciego en nuestra cultura de memoria, y revisar esta cuestión es nuestra responsabilidad hacia las antiguas colonias”.

Pero si bien la primera definición oficial alemana de contexto colonial resulta sorprendentemente amplia, los críticos aseguran que han puesto demasiado alto el baremo para la devolución de objetos.

Las directivas no vinculantes establecen que la devolución de objetos con una historia problemática a su país de origen no debe ser “una solución obligatoria” y debe ser considerada principalmente para objetos que violaron los “criterios legales y éticos” en su momento en las excolonias. 

Eckart Köhne, director de la Asociación de Museos Alemanes, afirma sobre el llamamiento de Macron: “Si significa que los museos deben meter todo su patrimonio en un camión y mandarlo fuera, entonces nosotros no creemos que ésa sea la mejor manera”. 

Los activistas han evaluado el nuevo documento como un rechazo explícito a la iniciativa del presidente francés. “Las directivas son un intento por preservar los intereses coloniales establecidos y está destinado a fracasar”, dice Tahir Della, de la Iniciativa por la Población Negra en Alemania (ISD, por sus siglas en alemán).

“Cada día, miembros de las comunidades de origen africano, tanto en África como aquí en el exilio, conocen muy bien cuáles de sus tesoros robados duermen en los depósitos de los museos europeos, y no descansarán hasta haber recuperado lo que les pertenece”. 

“Los museos alemanes necesitan un gesto fuerte del gobierno”, asegura Jürgen Zimmerer, un historiador del colonialismo de la Universidad de Hamburgo que contribuyó a redactar las nuevas directivas. “Tiene que haber una voluntad política inequívoca de involucrarse en el período colonial. Sin ella, da la impresión de que en Alemania esta es una cuestión meramente económica”. 

Los comentarios de Macron se han metido en el debate público que se está llevando a cabo en Alemania sobre los “puntos ciegos del colonialismo” del país, mientras Berlín se prepara para la inauguración del polémico Foro Humboldt en 2019, que unirá las colecciones de arte asiático y etnográfico de la ciudad en una reconstrucción del palacio de la época prusiana. 

El miércoles, la Fundación de Patrimonio Cultural Prusiano de Berlín devolvió formalmente nueve objetos de la colección de la ciudad a la Corporación Chugach Alaska, que representa a los pueblos indígenas del suroeste de Alaska. 

Un proyecto de investigación había revelado que los objetos, que incluían dos máscaras rotas, una cuna de bebé y un ídolo de madera, habían sido robados ilegalmente de tumbas indígenas de Alaska por el etnólogo noruego Johan Adrian Jacobsen en los años 80 del siglo XIX.

Sin embargo, es difícil que la nueva ola de devoluciones lleve a que se devuelvan otros objetos más prominentes de la colección de Berlín, como el giraffatitan. 

La excavación del coloso de la formación Tendaguru, en Tanzania, comenzó en 1909, dos años después de que las fuerzas coloniales alemanas en el Este de África derrotaran un levantamiento armado conocido como la rebelión Maji Maji, que acabó con la vida de 250.000 a 300.000 personas de la población local. 

Un proyecto de investigación de tres años sobre las condiciones de la excavación, financiado por el Ministerio de Educación en Alemania y que se publicará este año, concluyó que los huesos del giraffatitan fueron excavados en condiciones de trabajo “justo”, sin trabajo esclavo, según el director del Museo de Historia Natural, Johannes Vogel.

Vogel dijo a the Guardian que el dinosaurio, cuyo esqueleto es el más alto montado en el mundo, no representa una gallina de los huevos de oro para su museo, sino un objeto de investigación viva que es muy costoso de mantener.

A principios de este mes, la ministra de Asuntos Exteriores de Tanzania, Augustine Mahiga, negó que se esté reclamando la devolución de objetos culturales robados durante el período colonial. 

Durante una reunión con el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Heiko Maas, en Dar es Salaam, Mahiga dijo que el dinosaurio “no pertenece ni a Alemania ni a Tanzania”, sino que debe ser considerado patrimonio de la humanidad, a la vez que elogió la forma en que el museo ha preservado los restos. “El contribuyente alemán paga mucho dinero por preservarlo”, dijo. El gobierno de Tanzania recibe de Alemania fondos de ayuda al desarrollo. 

Vogel dijo que en lugar de restituir el esqueleto a Tanzania, el museo estaba proponiendo un programa según el cual Berlín ayudaría a formar paleontólogos y trabajadores técnicos en Tanzania para analizar las grandes áreas todavía inexploradas de la formación Tendaguru.

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