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The Guardian en español

Figuras de la cultura en Rusia se unen al “no” a la guerra de Putin

Manifestantes rusos sujetan carteles de "no a la guerra" en una protesta en San Petersburgo este jueves.

Andrew Roth

Moscú —

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Consternados por la invasión de Ucrania, personalidades rusas de la cultura, la empresa y el deporte han declarado públicamente que están en contra de la guerra, a pesar del riesgo personal y profesional que conlleva mostrar oposición en un tema tan sensible para el Gobierno ruso. El jueves por la noche, más de 1.800 personas fueron detenidas en concentraciones en todo el país.

Estas detenciones se producen mientras conocidos actores, periodistas y empresarios han arriesgado sus vidas para expresar su malestar.

Cuando Elena Chernenko, la veterana corresponsal diplomática del periódico Kommersant, supo que Rusia había invadido Ucrania, dice que se quedó horrorizada. “Hasta ayer por la mañana, me negaba a creer que Rusia pudiera lanzar una operación militar masiva contra Ucrania”, dijo Chernenko, que pensaba que Rusia podría, como mucho, reconocer los territorios del sureste de Ucrania. “Pensé que todo lo que se decía sobre las invasiones era fruto de un terrible ambiente de histeria. En debates por Twitter o cara a cara aseguré que no iba a pasar nada, que todo era producto de la imaginación”, dice ahora. “Quizá ya no entiendo nada de la política exterior rusa”.

Tras el anuncio de Putin en el que explicaba que iniciaba la operación militar, la periodista escribió una carta abierta condenando el ataque a Ucrania. “La guerra nunca ha sido ni será un método de resolución de conflictos y no hay excusas para ello”, escribió. Cerca de 300 periodistas han firmado la carta, entre ellos representantes de medios de comunicación pública. Como represalia, Chernenko ha sido expulsada del grupo de periodistas que cubren la información diplomática, tarea que en su caso lleva a cabo desde hace once años, por “falta de profesionalidad”. Si bien Chernenko sigue siendo una firme detractora de la política ucraniana sobre la región del Donbás, precisa que no puede justificar el tipo de operación militar que Rusia lleva a cabo. “No fue complicado de decidir para mí”, afirma Chernenko en relación a la carta que ha escrito. “Fue una reacción espontánea. Mi país ha iniciado una operación militar contra otro... pero estamos a favor de la diplomacia, de la carta de la ONU, de los valores morales, de los pueblos hermanos y de todos los principios afines. Y tengo la sensación de que hemos tomado el camino equivocado”.

Conocidos actores y músicos, algunos de ellos en nómina del Gobierno, también se han pronunciado y todo parece indicar que han sido castigados por su disidencia. El jueves, Ivan Urgant, presentador de un popular programa de entrevistas en el Canal 1 estatal, publicó un cuadrado negro en Instagram con la leyenda “Miedo y dolor. No a la guerra”. Su programa no se ha emitido desde entonces. La televisión ha alegado que se trata solo de un problema de programación, aunque varias informaciones de medios rusos aseguran que ha sido incluido en la lista negra.

Elena Kovalskaya, directora del Centro Meyerhold de Moscú, ha renunciado a su trabajo en el teatro nacional en un acto de protesta por la guerra. “Es imposible trabajar para un asesino y recibir su salario”, ha escrito para explicar su decisión. “Nos están arrebatando nuestro futuro”, ha dicho también Yuri Shevchuk, el líder de la clásica banda de rock soviética DDT y veterano activista contra la guerra, que fue a Chechenia en 1995 como parte de una gira por la paz. “Nos están arrastrando como por un agujero de hielo al pasado, a los siglos XIX, XVIII y XVII. Y la población se resiste a aceptarlo”. Ha señalado que los profesionales del mundo del espectáculo que normalmente evitan hablar de política ahora se manifiestan en contra de la guerra. “Incluso aquellas estrellas del pop que nunca hablaban de política, que temían perder sus espectáculos, honorarios, etc.”.

La hija de Yeltsin

Entre ellos se encuentran estrellas tradicionales, como Valery Meladze, así como artistas con una mentalidad más política, como el rapero Oxxxymiron. Este último ha cancelado voluntariamente seis espectáculos con entradas agotadas en Moscú y San Petersburgo, escribiendo: “No puedo entreteneros cuando los misiles rusos están cayendo sobre Ucrania”.

De hecho, incluso los familiares de algunos de los empresarios más ricos de Rusia han hecho pública su oposición a la guerra. La hija de Roman Abramovich publicó una foto en Instagram en la que se leía “Putin quiere una guerra con Ucrania”, tachando la palabra Rusia. “La mayor y más exitosa mentira de la propaganda del Kremlin es afirmar que la mayoría de los rusos apoyamos a Putin”. Y el viernes por la tarde, Lisa Peskova, la hija del portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, publicó en Instagram un sencillo mensaje sobre fondo negro: #Нетвойне, o “No a la guerra”. Lo mismo hizo Tatyana Yumasheva, la hija de Boris Yeltsin.

Aunque los actos de disidencia pueden no cambiar la política del Kremlin, podrían señalar un apoyo significativamente menor del público o de las élites a la actual operación militar en Ucrania que la anexión de Crimea hace ocho años.

Protestas callejeras

Horas después de que Putin anunciara la operación militar, el jueves por la noche estallaron protestas en las calles de Moscú y San Petersburgo y en más de 50 ciudades rusas.

No han sido las mayores protestas que se han visto en Moscú. Sin embargo, han llamado la atención como muestra de desafío, y a pesar de las amenazas de que el Gobierno tomaría medidas más duras de lo habitual.

“No solo han ido a la guerra sin contar con nuestra aprobación, sino que ni siquiera te dejan protestar contra una guerra”, ha lamentado Zhanna, una joven con el pelo teñido de verde, señalando a los policías con cascos antidisturbios. “Pero una guerra nunca es correcta. Necesito estar aquí porque estoy avergonzada”.

Un joven sostenía un cartel que decía “¡A la mierda la guerra!”. En cuestión de segundos, cuatro policías se le echaron encima, arrastrándolo bruscamente hasta un furgón policial mientras los medios de comunicación y los fotógrafos se agolpaban a su alrededor.

Esa escena se repitió decenas de veces, mientras los manifestantes esperaban en su mayoría su turno para que la Policía los detuviera. Cuando los manifestantes fueron empujados fuera de la plaza, comenzaron a marchar por la amplia acera de la calle Tverskaya, coreando “No a la guerra”.

Varios manifestantes declararon que desearían que hubieran salido más manifestantes, una observación de la que se hicieron eco los analistas políticos.

“El Gobierno puede reprimir casi cualquier protesta en este momento”, dijo Tatyana Stanovaya, fundadora de R.Politik. “Y para que la situación tenga más calado, tendría que salir mucha más gente de la que salió ayer”.

Este viernes se volvieron a producir concentraciones en varias ciudades, entre ellas San Petersburgo.

A pesar de tener todo en contra, muchos rusos han dicho que sienten que es su deber hablar, sean cuales sean las consecuencias.

El Premio Nobel

“Todos ellos lo hacen sin importarles las consecuencias que pueda tener sobre su futuro y las amenazas que puedan recibir”, ha señalado Dmitry Muratov, director de Novaya Gazeta, galardonado con el Premio Nobel de 2021. “Todas estas personas han hablado con contundencia para decir que están en contra de este derramamiento de sangre. Y eso es muy inspirador para mí”.

Muratov ha sacado esta semana una edición doble de su periódico, en ruso y en ucraniano, y ha dicho que su periódico desafiará las normas del organismo de control de los medios de comunicación rusos, según las cuales se informa a partir de fuentes oficiales del Gobierno. Solo publicará información obtenida por su redacción.

Cree que la mayoría de los rusos desaprueban la guerra. “El recuerdo de la guerra, el hecho de que muchas personas tienen familia en Ucrania y que es un país muy querido frena incluso a los más firmes partidarios del Gobierno”, ha subrayado Muratov. “No se ha recibido esta acción militar con entusiasmo”.

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