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The Guardian en español

Las elecciones en Austria escenifican el viraje europeo hacia la ultraderecha

Heinz-Christian Strache, líder del Partido de la Libertad austríaco

Philip Oltermann

Viena —

Un año después de esquivar el intento del populista Partido de la Libertad de hacerse con la presidencia, la política austríaca apunta a un viraje a la derecha en estas elecciones generales. El Partido de la Libertad (FPÖ) va camino de resurgir como clave para la formación de un gobierno de coalición.

En la actualidad lucha por el segundo puesto tras el Partido Popular Austríaco (ÖVP) de centroderecha y cuyo candidato es el joven Sebastian Kurz, de tan sólo 31 años. El FPÖ ha conseguido controlar la agenda política de una campaña centrada principalmente en la inmigración y el miedo al “islam radical”, y recibirá un gran impulso en la recta final gracias a la disputa generada entre los partidos tradicionales de centro por llevar a cabo una “campaña sucia”.

Ni Kurz ni el actual canciller Christian Fern del Partido Socialdemócrata de Austria (SPÖ), de centro-izquierda, han descartado una coalición con el FPÖ, cuyo líder actual, Heinz-Christian Strache, podría convertirse en el primer político europeo desde la Segunda Guerra Mundial en llegar al gobierno con un historial nazi.

Si consiguen formar parte del gobierno, el Partido de la Libertad quiere negar a los migrantes el derecho a prestaciones sociales, introducir referéndums al estilo suizo y presionar para unir Austria al grupo Visegrado del que forman parte estados de Europa central cuyas fronteras coinciden con las del Imperio Austro-Húngaro en el siglo XIX.

El año pasado Alexander van der Bellen, del partido de Los Verdes, venció a Norbert Hofer, del FPÖ, en las elecciones presidenciales de diciembre, pero el partido presionará para que Hofer sea ministro del Exterior.

Raíces nazis

Fundado tras la segunda guerra mundial por un ex-cargo Nazi y miembro de las SS, el FPÖ fue el primer partido populista de derechas en estar presente en un gobierno en la Europa de la posguerra, cuando su antiguo líder Jörg Haider formó parte de una coalición en el 2000 con el partido conservador ÖVP, un gesto que fue recibido con indignación y sanciones económicas por parte de Israel y otros estados miembros de la Unión Europea.

Una ruptura política en el 2005 y la muerte tres años más tarde de Haider en un accidente de tráfico parecieron suponer el fin del partido anti-inmigración, pero 12 años después los miembros del FPÖ no sólo están seguros de que van a superar sus mejores resultados, obtenidos en los años de Haider, sino que también han conseguido convertir Austria en lo que politólogos denominan “un exportador neto de populismo de derechas”, como precursores de estrategias que más tarde adoptan partidos de derechas de otros lugares europeos.

Bajo el liderazgo de Strache, que con 20 años fue detenido por la policía alemana por participar en una marcha organizada por un movimiento neonazi prohibido, modelado a imagen y semejanza de las juventudes hitlerianas, el FPÖ ha perfeccionado sus métodos y ha cambiado su estrategia de campaña basada en un profundo sentimiento anti-inmigración a una retórica más centrada contra el Islam, en particular desde el 2006. Unos precursores en cuestiones de islamofobia.

Estrategias electorales innovadoras

Para las elecciones generales de este año el partido se ha inclinado por una campaña electoral poco convencional, en forma de una miniserie, llamada “The Hubers”, que pone voz al miedo al turismo de bienestar social y a la superpoblación sin llegar a mencionar de manera explícita en ningún momento la inmigración.

“En términos de estrategia, el FPÖ ha hecho una campaña [electoral] excelente”, dice Thomas Hofer, un experto en comunicación austríaco. “Han conseguido atacar sin que parezca que se están pasando”.

La candidatura de Kurz –ya de por sí bastante de derechas– parece haber debilitado la suerte del FPÖ. El ministro de Asuntos Exteriores se enorgullece de haber puesto fin a la crisis de los refugiados cerrando la ruta de los Balcanes en 2016, y promete reformar el sistema de acogida para gestionar en el futuro a los solicitantes de asilo desde “centros de rescate” fuera de la Unión Europea. Luchar contra el “Islam político” es una promesa central en el manifiesto electoral de Kurz.

El FPÖ, a pesar de haber encabezado las encuestas por un margen considerable desde la primavera de 2015, fue adelantado por el ÖVP y el SPÖ cuando Kurz anunció en verano su candidatura a canciller. Sin embargo, según algunos observadores políticos esto solo ha servido para facilitar a los populistas de derechas el control de los debates políticos en Austria.

“Si desde el principio de la campaña electoral hubiesen encabezado las encuestas, habría sido una pesadilla para el FPÖ. No tenían experiencia alguna en esta posición. Ocupar el tercer lugar les ha permitido dictar la agenda política”, dice Thomas Hofer.

El ÖVP y el SPÖ, que han gobernado Austria en una “gran coalición” durante los últimos 10 años, han contribuido más aún a la causa del FPÖ, sostiene Nina Horaczeck, periodista del semanario vienés Der Falter y autora de una biografía del líder del FPÖ.

“Al principio, los dos partidos de centro ignoraban a Strache. Después lo demonizaron. Más tarde acabaron por adoptar sus posturas. Eso ha afectado a su credibilidad. El problema es que si viran hacia la derecha, Strache siempre puede ir un paso más allá”, añade Horaczeck.

Por ejemplo, Kurz ha presionado para que se multe a los migrantes que se nieguen a participar en los cursos de integración de las escuelas, mientras que el manifiesto del FPÖ aboga directamente por eliminar los cursos de integración para solicitantes de asilo.

Una socialdemocracia muy debilitada

En el caso de los socialdemócratas austriacos la credibilidad se ha visto mermada aún más por la revelación de que un asesor que trabajaba para el partido de Christian Kern ha creado un conjunto de páginas web en las que reproduce teorías de la conspiración antisemitas y xenófobas en masa con el fin de desacreditar a Sebastian Kurz a ojos de los partidarios de la extrema derecha.

Las revelaciones que se han hecho públicas a partir del denominado “Caso Schmutzkübel” (Cubo de fango en alemán), han puesto en aprietos al SPÖ, sin la posibilidad de atacar ahora al FPÖ por su campaña negativa y el uso de retórica antisemita. Strache ha publicado en repetidas ocasiones en su página de Facebook artículos que identifican al financiero austroamericano George Soros como el instigador en la sombra tras la crisis de refugiados o las sanciones contra Rusia, muy similares a las supuestamente creadas por el desafortunado asesor del SPÖ.

Observadores como el politólogo Christoph Hofinger creen que la izquierda austríaca ha fracasado al no tomar la medidas adecuadas para frenar la vuelta del populismo de derechas, incluso antes de que tuviese lugar la campaña de desprestigio.

“Alexander Van der Bellen demostró que es posible ganar unas elecciones con una campaña que gira alrededor de una identidad inclusiva y proeuropea”, dice Hofinger, director de la consultoría SORA. “Pero los partidos de izquierdas nunca han intentado entender cómo un candidato del partido de Los Verdes consigue más del 50% del voto”.

En un debate de televisión entre Strache y Kern el lunes, el socialdemócrata admitió que Austria debería haber extendido más allá del 2011 las restricciones para solicitantes de empleo provenientes de países del Este que sean nuevos miembros de la Unión Europea. “Kern podría haber enfocado su respuesta de otra manera”, dice Hofinger. “Podría haber señalado que la industria turística en el Tirol o el sistema de atención sanitaria habrían colapsado sin la migración del Este”.

En el mismo debate, le preguntaron a Kern si baraja formar una coalición con el FPÖ de Strache, a lo que el actual canciller contestó “como ha demostrado este debate, estamos a años luz de distancia”, sin responder de forma explícita la pregunta. Una vez se apagaron las cámaras, Kern y su oponente político Strache se esfumaron a un balcón del estudio para compartir un cigarro y una larga conversación.

Traducido por Marina Leiva

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