Final Fantasy XIV: A Realm Reborn - Análisis PC, PS3, PS4
El castañazo que Square Enix se pegó con el Final Fantasy XIV original aún resuena entre las paredes de sus oficinas y peor aún, entre el corazón de unos aficionados algo cansados de títulos que prometen mucho para después no estar a la altura de los máximos exponentes de la franquicia, aquellos títulos lanzados durante la primera Playstation. Sin embargo, y por suerte para todos, la editora japonesa ha tenido el valor de intentarlo de nuevo rehaciendo de cero este título online, dando lugar a Final Fantasy XIV: A Realm Reborn, título que tras hacer sus pinitos en PS3 y PC a dado recientemente el salto a Playstation 4 haciendo gala de una adaptación muy bien conseguida, ideada para aprovechar al máximo tanto las capacidades técnicas de la consola next-gen como de su nuevo mando, el DualShock 4.
No hace falta esperar a las conclusiones finales de este análisis para decir que A Realm Reborn supera en todos los apartados a su predecesor, algo que sencillamente no era nada difícil, puesto que contaba con más carencias que virtudes. De esta forma todo fan tanto de la serie como de los MMORPG podrá acceder al fascinante mundo de Eorzea a fin de vivir mil y una aventuras mientras hace evolucionar a su héroe o heroína cazando monstruos, desafiando a terribles jefes finales y cooperando con otros jugadores para explorar aquella mazmorra imposible. Siempre y cuando eso sí pague las religiosas cuotas mensuales solicitadas por la editora y sepa desenvolverse entre una infinidad de textos en inglés.
Sin perder la esencia de la saga
Todos los MMO se caracterizan por ofrecer una cantidad brutal de contenido a los usuarios a cambio de sacrificar un tanto una historia potencialmente atractiva. Es justo en este punto donde Final Fantasy XIV: A Realm Reborn destaca sobre la competencia siendo capaz de ofrecer una trama tan impactante como bien desarrollada, plagada de personajes carismáticos y enemigos capaces de marcarnos por siempre sin olvidar una cuidada ambientación en el mundo mágico de Eorzea. Vamos, que en este sentido no tiene nada que envidiar a cualquier Final Fantasy de toda la vida.
Todo comienza cinco años después de la catástrofe provocada por el temido dragón Bahamut, quien prácticamente arrasó por completo la superficie del planeta, algo que suena a pura metáfora de lo que Square Enix ha hecho con el título original para sacar de sus cenizas este A Realm Reborn. Por ello no faltara esa grandilocuencia tan típica de los títulos de esta saga japonesa, así como ese sentimiento constante de urgencia que llama al jugador a mejorar para poder salvar el mundo.
Comenzaremos eligiendo una de entre las cinco razas de personajes a elegir, cada una de ellas con sus propios matices. Tenemos a los Elezeen, los Lalafell, los Miqo’te y los Roegadyn. Después nos tocará elegir una clase concreta de entre ocho, que como podéis imaginar corresponden, más o menos, a los típicos guerreros, lanceros, arqueros, magos, etc. de toda la vida, sólo que A Realm Reborn cuenta con una jugosa ventaja que nos permitirá no vernos restringidos por siempre a un solo estilo de lucha, si no que durante la aventura podremos experimentar y aprender cada una de las diferentes disciplinas, pudiendo llegar a cambiar por completo nuestra forma de encarar un combate con tan solo cambiar por otra nuestra arma principal. Además contaremos con nueve especializaciones sólo desbloqueables al alcanzar cierto grado de maestría, siendo ideales para desarrollar aquella habilidad especial que nos de ventaja frente a los enemigos más duros.
Es por ello que contamos con uno de los sistemas de clase y progresión más complejos y gratificantes de entre los MMORPG actuales, ya que lejos de limitar las acciones del jugador le da pie a seguir investigando nuevas ramificaciones, algo que resulta una gozada si tenemos en cuenta que ciertos poderes sólo pueden desbloquearse dominando hasta cierto punto dos clases concretas de combate.
Continuando con el editor de personajes, destaca no sólo por permitirnos crear personajes muy versátiles, si no también por todas las opciones meramente estéticas. Con él podremos crear desde forzudos gigantes de cara enladrillada a frágiles féminas mitad chica mitad gatita con un escueto uniforme de colegiala. Sí, ese toque japonés capaz de sembrar de escozor algunas mentes occidentales está bastante presente, pero por suerte contamos con la suficiente variedad de opciones como para crear personajes tan atractivos como peculiares.
Una vez tenemos a nuestro héroe toca dar el salto a las vastas tierras de Eorzea, donde comenzaremos como un aprendiz de aventurero. Ante nosotros se abren un sinfín de misiones secundarias, pequeños y grandes retos, mazmorras, misiones cooperativas, cientos de misiones individuales, misiones especiales (Levequest), e incluso batidas de caza en busca de las criaturas más temibles. Vamos, que la variedad está servida, y tan pronto nos veremos realizando labores tan triviales como recoger flores o llevar un mensaje como asaltando la guarida de Bahamut u otros personajes icónicos de la saga como Ifrit y Odín. La libertad de acción es sencillamente apabullante, llegando a poner al jugador ante la duda constante de qué hacer a continuación, si seguir con la trama o perderse horas y horas en otros menesteres para subir de nivel, aunque bien es cierto que muchas de las misiones secundarias resultan de lo más repetitivas.
De esta forma su duración es poco menos que infinita, dando cabida tanto a los jugadores más novatos en esto de los MMORPG como a los más expertos, así como a los lobos solitarios o a aquellos que no sepan jugar sin sus amigos. En nuestras manos está ser un gran héroe ganándonos el respeto de los demás o bien dedicarnos a otros menesteres, aunque bien es cierto que para superar los retos más complicados no nos quedará otra que hacer piña con terceros jugadores tan expertos y bien equipados como nosotros tirando siempre de habilidades complementarias.
El sistema de combate también es de los apartados más destacables de este A Realm Reborn al ofrecer un sistema de turnos bastante dinámico y efectivo. La clave para los combates más peliagudos como decimos radicará en saber apoyarnos en jugadores complementarios, eligiendo como mínimo un sanador, uno capaz de asumir los golpes y un tercero con la habilidad suficiente como para herir gravemente al rival. Por supuesto será crucial estar al loro con el entorno y mostrarnos sumamente atentos tanto a las embestidas de los enemigos como a los demoledores ataques de zona.
Para facilitar el juego en equipo contamos con los clanes así como con las comunidades Linkshells. Las Linkshells son simplemente una forma de comunicarnos fácilmente con otros jugadores aunque no pertenezcamos al mismo clan, pudiendo estar en ocho de ellas a la vez. Pero no sólo podremos compartir aventuras, ya que también tendremos a nuestra disposición el modo de juego competitivo PVP, el cual sirve para enfrentar a dos equipos de cuatro contra cuatro en arenas cerradas.
En cuanto al resto de apartados jugables, toca remarcar la lacra del inglés sin un mísero subtítulo al castellano, lo que hará que muchos se den de cabezazos contra la pared no ya por no comprender la lengua de Shakespeare, si no más bien porque esta está entremezclada con un sinfín de términos propios del universo Final Fantasy, por lo que no es raro sentir que te hablan en chino mandarín. Este punto, unido al del pago de cuotas mensuales, será sin duda alguna el encargado de echar atrás a un buen número de potenciales jugadores.
Por otro lado la versión para Playstation 4 cuenta con alguna jugosa novedad respecto a la versión de PS3 más allá del mero apartado visual. Ahora por ejemplo podremos hacer uso del panel táctil del DualShock 4 como si fuese un ratón al deslizar el dedo sobre él, mientras que si lo pulsamos podremos acceder a diferentes opciones y menús. También contaremos con el famoso Juego Remoto que nos permitirá disfrutar de nuestra partida en la portátil PS Vita, aunque aquí el control resulta algo peor que con el mando de la consola. En cualquier caso, tanto en PS3 como en PS4, el trabajo realizado por Square Enix para adaptar el sistema de control resulta brillante, y si aún y así no nos convence siempre nos quedará acomplar un teclado y un rato a la consola.
Sin concesiones en lo visual
Los MMORPG no suelen contar precisamente con un apartado gráfico de escándalo debido a lo ambicioso de su propuesta jugable. Sin embargo cabe decir que Final Fantasy XIV: A Realm Reborn es posiblemente el que mejor aspecto muestra de entre todo el género, ofreciendo un mundo grande, vivo y sencillamente sobrecogedor gracias en parte a un cuidadísimo diseño de niveles. Todo, desde el trabajo realizado con la iluminación, los efectos, las flores y plantas hasta las criaturas más descomunales, se muestra en escena de forma tan sólida como impactante en ocasiones, y eso sin hablar de las tradicionales cinemáticas de la serie, auténticas películas de animación.
Como siempre en el caso de los títulos multiplataforma y más en el de los intergeneracionales, destacar por supuesto que la versión de PC y PS4 rallan a un nivel muy superior de lo que se puede encontrar en PS3, siendo bastante similares entre ellas gracias a los 1080p de la versión de PS4, los cuales podemos reducir a 720p si no toleramos la más mínima caída de frames, que las hay. Pero en definitiva las tres versiones se comportan de forma sobresaliente teniendo en cuenta cada una de ellas las limitaciones de su plataforma así como del género al que pertenece este juego.
Un brillante renacer
En definitiva nos encontramos ante uno de los MMORPG más sólidos de todos los tiempos tanto por su apartado técnico como por su absorbente trama y su soberbia ambientación, sin olvidar un apartado jugable tan robusto como adictivo y una adaptación de su sistema de control a las consolas bastante eficiente. Sencillamente este renacer del juego de rol online de Square Enix cuenta con pocos puntos flacos, aunque los tiene y como siempre toca destacarlos.
Dejando a un lado la inseguridad durante las primeras horas de juego al vernos inmersos en un complejo mundo donde a cada paso que damos nos asalta la correspondiente pantallita tutorial en un perfecto inglés y que casi sin venir a cuento nos veremos realizando tareas bastante banales sin entender a qué vienen, es la falta de originalidad de muchas de estas misiones secundarias las que acaba por aburrir al jugador, aunque como hemos comentado siempre podremos pasar de largo para centrarnos en otras actividades más jugosas y variopintas.
Su mayor pega sin lugar dudas es su carencia del más mínimo doblaje al castellano, lo que hará que muchos jugadores no se atrevan siquiera a probarlo, mientras que la necesidad de pagar una cuota mensual por jugar espantará a muchos otros. Por ahí todavía quedan grandísimos MMO de corte free to play, por lo que habrá que ver si este Final Fantasy XIV: A Realm Reborn y otras propuestas actuales como The Elder Scrolls Online mantienen el tipo.
Pero en fin, nadie puede negar que nos encontramos ante uno de los mejores juegos dentro de este género, un auténtico ejemplo de lo que debió ser y no fue el Final Fantasy XIV original.