Los investigadores del Caso Entrena sostienen que el acusado tendió una trampa a Javier Ovejas para asesinarlo
Gritos de “socorro”, el último de ellos “desgarrador”, rompieron la noche del 29 de julio del 2021, en la que, presuntamente, O.P mató con dos tiros a J.O en su casa de Entrena. También, un disparo, “algo de Guardia Civil” y una furgoneta moverse.
Vecinos del acusado en el 'Caso Entrena', ahora convertidos en testigos del suceso, han protagonizado hoy los testimonios en la segunda sesión del juicio, por jurado popular.
Esa noche, un vecino cuya casa está en la parte de atrás del acusado vio hasta “un bulto”, que podría ser “una persona” que metían en la furgoneta del acusado. Pero esa noche le pareció tan raro que prefirió pensar que no estaba viendo lo que estaba viendo.
Pero días después, cuando vio la búsqueda intensa de la Guardia Civil, las noticias de la desaparición y las sospechas de lo ocurrido pensó que sí, que había visto algo y que debía ir a la Guardia Civil. Así que acudió sin que le citaran.
La noche en que ocurrió todo estaba jugando a la PlayStation con los cascos y su mujer le alertó de que había escuchado algo, así que se asomaron a la terraza, ahora ya sin los cascos.
“Escuchamos lo que creíamos un socorro, socorro, escuchamos un tiro, un golpe, que agarraban algo grande y lo metían en una furgoneta”, ha dicho concretando que “el último grito fue desgarrador”.
El acusado ha relatado cómo procede “de un barrio muy pobre” y sabe “lo que es un tiro”. Por otro lado, procede de un país donde eso, ha explicado, sucede a menudo y por eso, ha contestado a preguntas de la defensa, no fue directamente a la Guardia Civil.
Fue la presencia de un helicóptero sobre su casa, días después, lo que le motivó a pensar que debía contar lo que recordaba. Y lo que recordaba de esa noche es un ruido que le hizo “recordar una pala dándose contra una piedra”.
Vio “que estaban metiendo algo en la furgoneta”. “Vi que metía algo grande (...) podría ser una persona por la figura (...) lo vi salir con las luces apagadas”, ha contado a preguntas del fiscal. Su casa tiene visión al patio trasero del acusado.
Otro vecino se ha sumado a este testimonio al asegurar que escuchó un ruido que “podría ser” tipo petardo. Escuchó “gritos de dolor extremo”. “No eran normales, como pidiendo ayuda, se oía por todo el pueblo, alteraron a todos los perros de la localidad”.
El fiscal le ha preguntado si eran “gritos de alguien que se está muriendo”. “Podría ser”, ha dicho. Después vio arrancar una furgoneta. Su padre le dijo “bah, no llames por esto” a la Guardia Civil.
Por otro lado, otra vecina ha confirmado que la noche del suceso escuchó, igual que el otro vecino, ladridos intensos e insistentes. También, “algo como un grito de Guardia Civil” y que la furgoneta del acusado abandonó el patio.
La noche del 29 de julio del 2021, esta vecina, de una casa ubicada dos puertas más allá del acusado, se encontraba “en la sala” del domicilio, ubicada en la parte de atrás.
Esa noche le “alarmó” escuchar “a los perros ladrar continuamente, muy fuerte, insistentemente” y eso le hizo salir a la terraza, que da a unas huertas, y desde la que se ve el patio del acusado. Entre el escándalo de los canes escuchó “algo como Guardia Civil”.
Desde la terraza vio una furgoneta de color blanco, no la veía entera pero sí percibió que tenía una puerta abierta. La segunda vez que salió a la terraza la furgoneta no estaba. No oyó que dijera nadie socorro: “Si yo oigo a una persona pidiendo socorro tengo la suficiente capacidad para avisar”, ha aseverado.
Pidió ayuda para resetear el móvil
El acusado de asesinato en el 'Caso Entrena' pidió, la mañana siguiente de la desaparición de Javier Ovejas, presuntamente tras ser asesinado por O.P en su casa, pidió ayuda a un vecino para resetear su teléfono móvil y que se perdiera la información. Hoy ha comparecido un matrimonio de Entrena que tenía relación con el acusado.
Ella ha relatado cómo el acusado pidió, insistentemente, la noche del 29 de julio , y la mañana del 30, que le llevara a Logroño en coche para arreglar el suyo. El acusado acudió con una batería en las manos. Estando en el coche de esta vecina le llamó la Guardia Civil para que fuese a Navarrete a testificar por la desaparición de J.O.
La mujer ha recordado que el 29 de julio, por la noche, recibió muchas llamadas y mensajes del acusado para que le llevara a Logroño y, aunque ella llegó a gritarle, porque estaba muy apurada de tiempo, siguió insistiendo.
Ya en Logroño, resultó que la batería que llevaba en las manos no encajaba en el coche del acusado, que estaba en Logroño, estropeado. Además, preguntó al marido de esta vecina cómo poner el teléfono “en modo de fábrica”, tal y como ha contado él, que había tenido una tienda de telefonía. Le dijo cómo hacerlo para resetearlo y perder todo.
El acusado, por otro lado, les había hablado de que le habían robado monedas y billetes e, incluso, unos billetes con los que a ella le pagó otro vecino de Entrena coincidían con los que él coleccionaba y le habían robado.
Los investigadores señalan que el acusado tendió una trampa a Ovejas
El teniente de la Policía Judicial, máxima autoridad en la investigación del 'Caso Entrena' ha evidenciado hoy cómo el acusado tendió “una trampa” a la víctima para asesinarla y trasladar su cuerpo de forma premeditada. El teniente ha asegurado que los investigadores están “convencidos” de saber lo que ocurrió esa noche.
El móvil, ha dicho, fue el robo de unas monedas por parte de la víctima al acusado; pero el “detonante” del crimen fue “el atrevimiento de la víctima” al acudir a su casa. Los investigadores, tras su trabajo, se apoyan en un “triángulo”: indicios directos; evidencias científicas; y testimonios. Su importancia radica no sólo en la información que aportan, sino en que se complementan.
Así, por ejemplo, los restos de sangre y ADN encontrados en la cochera lateral de la casa del acusado, coinciden, en lugar, con el que los testigos refieren como el sitio del que salieron los “gritos de dolor, desgarradores”. Testigos, ha subrayado, que no habían hablado entre ellos antes de dar testimonio en la Guardia Civil y que no estaban, por tanto, “contaminados”.
Una vecina, además ha aportado, se vio que había sido “intimidada” para no declarar. Era quien mejor podía haber visto los hechos y el acusado, ha contado también el agente, era una persona “muy temida” en Entrena, con un historial “denso” conocido fuerzas orden.
Lo sucedido la noche del 29 del julio fue “preparado” y el acusado tendió una “trampa” a la víctima; pero hubo dos cosas que le produjeron “nervios”, porque no las esperaba. La primera, la aparición del vehículo de la víctima, porque no pensaba que iba a llevarlo, ya que vivía cerca, y “eso le descuadra y rompe su estrategia”. La segunda, la actitud de la denunciante, la novia de J.O, principalmente lo que hace la tarde del 1 de agosto, tras conocer que una vecina había oído gritos y montar “una escena” frente a la casa del acusado.
“Es lo que le alarma y provoca coartas con movimientos torpes como una llamada burda a un agente y una carta como intento de poner a la víctima como agresión”, ha explicado. A esto se une que el hermano del acusado hace una llamada al 112 y habla de que J.O está muerto. Los investigadores entienden que ese desliz, ya que en ese momento se le presumía sólo desaparecido, conlleva una confesión de su hermano.
Los indicios y evidencias de los investigadores
“Llegamos al convencimiento total y pleno basados en un triangulo de evidencias, científicas, indicios directos y testificales que, cada una en su forma de ser, definen hechos que relacionan lo ocurrido con el acusado y se complementan”, ha relatado.
Los indicios directos son el estudio de la telefonía (incluídas conexiones a Internet), que da una “pauta de comportamiento con unos silencios absolutos” que suponen, para la investigación, que entre las 21:28 y 21:54 se da el asesinato. Junto a esto, la presencia de un vehículo (de la víctima) en el exterior de la vivienda y, en él, “una mochila con el móvil del delito”, monedas.
Las evidencias científicas son la sangre de la victima, adn de la victima y balas que “no sólo son importantes en sí mismas, porque es sangre de la víctima” sino por dónde se encuentran: en la rampa de la cochera, al lado de la furgoneta, dentro del vehículo, en un aparato y en la puerta del piloto.
Hay ADN de la víctima mezclado con el del acusado “que lo sitúa en la zona de carga” de la cochera y son “importantes, también, por dónde fueron encontradas”. Junto a esto, los testimonios de los testigos son “coherentes con el lugar donde fueron encontradas las evidencias” y “esa concordancia es fundamental en tiempo y en espacio”.
El teniente ha contado que, en la investigación, “se usaron perros de restos cadavéricos, actividades subacuaticas, batidas, se usó un georadar para zonas aledañas a la vivienda relacionadas con acusado, así como una bodega donde se buscaron dobles fondos”, todo “con resultado negativo” para encontrar el cadáver.
Se hicieron dos reconstrucciones, en el mismo marco horario y en un radio de cinco minutos, en el “único camino que tenía para manejarse”, que debía ser una zona sin viviendas ni tráfico.
A los agentes les dio la certeza de que iban en buen camino cuando aparecieron los restos del teléfono de la víctima. Se manejaban dos lugares posibles (uno provisional y otro definitivo). Pero no apareció el cadáver.
“La hipótesis es que se ha desecho del cadáver”, ha dicho al tiempo que, a preguntas de la defensa sobre el lugar seguro para esconderlo, ha dicho: “El lugar seguro es donde está el cadáver”.
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