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La historia del Cine Paz: de 'Doctor Zhivago' a los reyes viendo 'Regreso al Futuro'

Cartel de la película 'Doctor Zhivago' en 1966 | CINE PAZ

Diego Casado

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Otoño de 1966: la calle Fuencarral es un hervidero de gente buscando entradas para los pases de Doctor Zhivago, la película del momento que nadie se quiere perder. Es la época dorada del cine en España y cuando las salas registran sus mejores cifras de público. Salto en el tiempo. Noviembre de 1990: el rey Juan Carlos y la reina Sofía acuden al estreno de Regreso al futuro 3, el taquillazo de Michael J. Fox que, por primera vez en España, se proyecta en una sala con THX, un sistema envolvente que revolucionó la forma de ver el cine en los noventa.

Si alguien hace algún día una película sobre la historia del Cine Paz, a buen seguro que no faltarán estas dos escenas, como tampoco la de su primera proyección, la de la comedia española Antes de entrar, dejen salir, con la que se inauguró un noviembre de 1943 esta sala de la calle Fuencarral y que ahora celebra sus primeros 75 años con un ciclo especial de proyecciones clásicas.

Doctor Zhivago estuvo 481 días en cartel, fue récord en esta sala, y vinieron más de un millón de personas a verla, algo impensable hoy en día”, narra Carolina Góngora, responsable de la comunicación del cine y que explica al periódico Somos Chamberí los hitos más representativos de su sala, que a partir del viernes tomarán físicamente su vestíbulo en forma de exposición fotográfica con algunas de las imágenes que pueblan este artículo.

El Paz es un cine familiar, de los pocos que quedan en Madrid. Carolina forma parte de la tercera generación de una estirpe dedicada a este negocio desde hace décadas y que adquirió el local en el año 1978, como parte de un pequeño imperio del celuloide que llegó a formar su abuelo, Maximiliano García Álvarez, con hasta 14 salas en la ciudad. Ahora lo dirige su hermano mayor, Mariano Góngora, que recibió el testigo de su padre, ya fallecido.

Su familia decidió preservar la denominación original del cine al comprar el lugar: “Forma parte de la historia de este sitio, la gente tiene muchos recuerdos asociados a este nombre”, relata Carolina antes de bromear con el nombre: “Algunos clientes me siguen llamando Paz”, confiesa. En realidad Paz era el apelativo de la mujer del primer propietario, el que lo abrió en 1943. Ocho años más tarde el espacio proyectaba su primera película en color (El sueño de Andalucía 1951) y en 1964 llegaba uno de sus éxitos más sonados, el del estreno de West Side Story, que estuvo más de un año en cartel y que hasta contó con fiesta de celebración a la que acudió el actor George Chakiris, uno de los protagonistas.

Por aquel entonces el Paz contaba con una única sala de 999 butacas y muchos cines a su alrededor. Pero la edad de oro de los años sesenta y setenta pasó y el cine se tuvo que reinventar. Primero con la adopción del sistema THX, de cuyo regio estreno ya hablamos al principio del artículo, y luego con la conversión en multisalas, en 1997, que transformó de uno a cinco los espacios de proyección. En 2005 llegaría la normativa municipal que permitió el cambio de uso de las salas de cine, hasta ese momento protegidas, y comienzaron los cierres masivos en toda la ciudad, algo que se aceleraría con la crisis económica.

Pero el Cine Paz aguantó todos los envites, y sigue haciéndolo. “Grandes multinacionales nos llaman a la puerta y vemos muchos cierres alrededor, pero lo nuestro sigue funcionando, el cine es nuestra pasión y tenemos casi la obligación moral de continuar y de seguir ofreciendo al público madrileño una oferta cultural como esta”, destaca Carolina Góngora. “Nunca nos hemos puesto a pensar si cerramos o no”.

El éxito de la ópera en el cine

La salvación del Cine Paz llegó en 2014, con la instalación del sistema digital en sus cinco salas: “Las distribuidoras ya no nos daban copias en celuloide, así que tuvimos que cambiar”. Acometieron la reforma en plena crisis y la apuesta salió bien. Ahora, las películas vienen en cartuchos en vez de en rollos y el trabajo del proyeccionista, antes casi artesanal, se ha convertido en más rutinario y técnico. Pero se abrieron nuevas opciones.

Con el cambio de sistema llegó una oportunidad que sorprendería hoy a los exhibidores de hace décadas: el de las retransmisiones en directo de óperas o actuaciones de ballet desde cualquier parte del mundo. Una propuesta que el Paz acoge todas las semanas en su sala más grande con gran éxito de público.

Además de acoger eventos de este tipo, el Paz cambió hace tiempo el tipo de películas en cartelera: ahora apuesta por el cine independiente y por las producciones europeas, que representan el 65% de su oferta anual. También por las cintas iberoamericanas, entre las que destacan las protagonizadas por el argentino Ricardo Darín. “Es un éxito asegurado entre nuestro público, El hijo de la novia sigue siendo nuestra película más taquillera el siglo XXI”, apostilla Carolina.

Pero hay un tercer ingrediente para el éxito que inevitablemente sale en la conversación: “La cercanía en el trato, muy diferente al de las grandes cadenas, que puede llevar al dueño del cine a vender palomitas o a cortar entradas si llegado el caso hace falta”. Un trato con el cliente que ejemplifican sus tres acomodadores, que el cine mantiene como parte de su servicio: “Es una figura clave para nosotros, no solo por el servicio de llevar hasta el espectador a su butaca, sino porque también ejercen de prescriptores a la hora de que los clientes decidan qué ven cuando llegan”.

Eventos, películas de calidad y un trato familiar son las bases con las que el Paz afronta el futuro mirando a las generaciones más jóvenes e intentando recuperar “el valor de ir al cine que se perdió con la piratería”, lamenta Carolina. Ella pudo vivir esta experiencia por vez primera siendo niña, cuando vio su primera película en el Paz. Fue La vida es bella y cuenta que le dejó una honda impresión. Este es uno de los títulos clásicos que se podrá ver a partir del viernes en el ciclo especial. Y el próximo domingo, 11 de noviembre, Omar Sharif volverá a la calle Fuencarral en la primera proyección en pantalla grande de Doctor Zhivago en Madrid desde hace más de 50 años.

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