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Oriol Balaguer reabrirá La Duquesita

Somos Chueca

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Oriol Balaguer ha decidido continuar endulzando a los vecinos del barrio y turistas que solían frecuentar La Duquesita, que interrumpió su actividad en el mes de junio por la jubilación de Luis y Teresa, al frente de esta centenaria pastelería heredada de generación en generación. Se convertirá así en la segunda tienda propia de Oriol Balaguer en Madrid –junto a la de Ortega y Gasset– y su carta apostará por la repostería tradicional, elaborada de forma artesanal en el obrador de la propia Duquesita, para profundizar en los sabores de siempre.

En su nueva tienda del número 2 de la calle Fernando VI, cuya reapertura está prevista para los próximos meses, Oriol Balaguer ofrecerá algunas de sus propuestas más reconocibles pero también nuevos chocolates, bombones, postres, pasteles y una amplia oferta de repostería de temporada, además de algunas referencias emblemáticas de La Duquesita de siempre.

La popular pastelería, fundada en 1914, comenzará así una nueva andadura, pero sin renunciar a la base de la pastelería y confitería tradicional que conquistó los paladares de personajes ilustres del siglo XX, como María Cristina de Austria –la madre de Alfonso XIII–, que llegó a gastar 200 pesetas de la época en un pedido; o José Antonio Primo de Rivera, que suspiraba por sus suizos y sus yemas.

También fueron pioneros en introducir en Madrid los “suspiros de modistilla” (esos macarons que hoy no pueden faltan en ninguna fiesta chic que se precie) y donde las familias adineradas compraban los “cruzamientos”, unas cajas de bombones o pastelillos ricamente decoradas que se regalaban a los caballeros que van a ingresar en una orden militar.

El propio emblema de La Duquesita, una pequeña estatua que preside el espacio central del local y da la bienvenida a los clientes, también se ha convertido en toda una institución y fue incluso protagonista de un altercado durante la Guerra Civil, cuando un hombre (presumiblemente republicano) le dio unos golpes que quebraron el cuello y la mano que han quedado marcadas como heridas de guerra.

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Una dulce despedida para La Duquesita

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