La conexión entre la madera de Rascafría y una polémica recalificación de terrenos con el último centro expositivo de Madrid
Durante las últimas semanas, ha sido noticia la posible recalificación de 200 hectáreas de gran valor natural en Rascafría, en el entorno del monasterio de El Paular. El Pleno de su Ayuntamiento aprobó el pasado mes de abril una modificación de la norma urbanística que protege el paraje, clasificado como Suelo no Urbanizable Especialmente Protegido por su valor histórico-cultural y paisajístico. Entonces, el Consistorio del municipio estaba liderado por el Partido Popular y, actualmente, es VOX quien dirige los Plenos.
La modificación, que ha merecido la crítica de distintos grupos ecologistas, todavía requiere el visto bueno ambiental y de la Comunidad de Madrid. Si llega a buen término, permitiría que se llevaran a cabo usos deportivos, forestales, culturales, turísticos y hosteleros.
Dentro de las 200 hectáreas afectadas están incluidos el aserradero o fábrica de madera de la Sociedad Belga de los Pinares del Paular y terrenos del entorno del Conjunto Monumental de El Real Monasterio de Santa María de El Paular con distintas edificaciones, entre ellas el antiguo aserradero. Es sobre los inmuebles que los críticos ven extenderse la amenaza de convertirse en establecimientos hosteleros. Además, Ecologistas ha denunciado que el propio Ayuntamiento es quien ha establecido la protección de los elementos, dándole solo una mínima calificación ambiental a algunos de los edificios (y solo el propio monasterio de El Paular es Bien de Interés Cultural).
Este paraje de innegables valores naturales e históricos tiene una ligazón importante con La Serrería Belga, el espacio cultural del Barrio de Las Letras que tomó el relevo en 2021 de MediaLab Prado en el edificio histórico situado en la calle Alameda. Fue tras la polémica decisión del Ayuntamiento de trasladar este espacio de experimentación social a instancias de Matadero. Medialab llevaba en el complejo desde que se inaugurara la rehabilitación del edificio en 2013.
Las dos naves de La Serrería Belga fueron la serrería propiamente dicha y el secadero en Madrid de la Sociedad Belga de los Pinares de El Paular hasta 1970. Aunque los edificios datan de 1925, la actividad de la sociedad en Madrid es muy anterior. Es testigo histórico y producto del crecimiento industrial de la ciudad entorno a la estación de Atocha, vehículo del crecimiento de Madrid a través de sus vigas y exponente del salto técnico de la industria maderera, que vendría a sustituir al tejido de pequeños talleres de carpinteros y ebanistas, aportando la maquinaria más costosa y moderna del momento. Esta novedosa serrería era el reflejo de la establecida a finales del siglo XIX en El Paular.
La actividad de la Sociedad Belga de los Pinares de El Paular en Madrid se remonta a mediados del siglo XIX, cuando se beneficia de la compra de terrenos desamortizados tanto en la sierra como los solares del antiguo convento y hospital de los Agonizantes, en una zona en crecimiento económico de la capital.
El llamado Pinar de los Belgas, origen de las vigas más antiguas del centro de Madrid, fue comprado a la compañía por el Gobierno en 2021 para Parques Nacionales por su alto valor ecológico y la colonia de buitre negro que alberga, pero el aserradero permanece aún en manos de los belgas, hecho que alimenta las suspicacias sobre los posibles planes para las instalaciones.
En pocas ocasiones se atiende la historia de Madrid en relación con su entorno, que fue el motor de su crecimiento. Y pocas veces encontramos ejemplos de correspondencias tan claras entre espacios relevantes del centro y lo que antiguamente se llamaba el alfoz de Madrid.
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