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La falta de ortografía en el callejero de Madrid que indigna a un pueblo de Granada desde hace 40 años

Placa en Madrid señalando la calle Orjiva (izda) y cartel de entrada a la localidad granadina de Órgiva (dcha)

Diego Casado

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El callejero de Madrid sirve para recordar a nombres ilustres de vecinos que dejaron su huella en la capital, pero también alberga numerosas referencias a localidades de toda la geografía nacional. La glorieta de Bilbao, las avenidas de Barcelona y Valladolid o la puerta de Toledo evocan lugares españoles hacia los que se dirigían los caminos de la ciudad, dentro de una costumbre que también alberga topónimos de lugares más pequeños, escondidos en los barrios.

Los distritos del sur cuentan con este tipo de denominaciones. En San Fermín, por ejemplo, varias de sus calles toman nombres de pueblos malagueños. Y al lado, en Orcasur, las referencias geográficas son de la provincia de Granada. Aunque no siempre están bien escritas.

Allí, en paralelo a Lanjarón y cruzándose con Campotéjar, está la calle de Orjiva, una pequeña vía -tiene 300 metros de longitud y solo una docena de portales- que nació en el año 1984 y que en teoría iba a poner en el mapa de Madrid a un pueblo de la Alpujarra. Pero por razones que se desconocen el nombre real acabó transformado en otro sin tilde y con una jota en lugar de la letra ge.

El agravio lingüístico de Madrid a la localidad de Órgiva ha durado casi cuarenta años. El jueves de la semana pasado la Junta de Gobierno aprobó cambiar las placas de la calle y el nombre oficial en el callejero de esta vía, en una de sus resoluciones del día y que se acompañó de otra modificación del callejero en el mismo distrito de Usera.

“El cambio se debe a la petición del alcalde de este pueblo granadino, que corrige un error ortográfico”, explicó en rueda de prensa la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, que al pronunciar el nombre de la polémica se olvidó de la tilde de Órgiva y convirtió la palabra en llana, como figuraba hasta ahora oficialmente en Madrid. Hay cambios que se resisten, incluso cuando parecen ya conseguidos.

La carta fue enviada el pasado mes de febrero e iba firmada por el alcalde de la localidad: “Órgiva se escribe con g, como Getafe o Girona”, le recordaba a Almeida, indicándole además que la falta ortográfica ocasionaba un perjuicio “al turismo, a la economía y al conocimiento” de la localidad.

El nuevo nombre de Órgiva había necesitado de la aprobación previa de la Junta de Usera, que respaldaron todos los partidos políticos, pero tardará todavía algo más en materializarse, tanto físicamente en las placas de esta vía de Orcasur como digitalmente en el callejero oficial de Madrid.

Órgiva, la de Granada, cuenta con 5.791 habitantes, lo que la convierten en la localidad más habitada de La Alpujarra, comarca de la que es su capital. Entre sus tesoros destacan la iglesia de Nuestra Señora de la Expectación, con una interesante talla de Jesucristo, casas palacio y el Barrio Alto.

El nombre que originó la polémica en Madrid viene probablemente de una mezcla del latín hortus y el ibero ibar, río, y serviría para denominar una huerta junto a un curso fluvial. Sus tierras son cruzadas en paralelo por hasta tres ríos: el Chico, el Sucio y el Seco. Todos desembocan en el Guadalfeo.

El precedente de Palos de Moguer

El caso de Órgiva recuerda a otro reciente en la capital relacionado con la toponimia de otro lugar de Andalucía. El Ayuntamiento de Madrid denominó como Palos de Moguer en 1971 uno de los barrios de Arganzuela, uniendo equivocadamente en el mismo nombre a dos localidades de Huelva.

El error, que llegó a alcanzar a una calle e incluso a una parada de Metro, acabó en 2021 con la supresión del último vestigio que resistía en el callejero, el nombre oficial del barrio.

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