Cristino Martos: confín y mirador
Aparece en nuestro mapa como mirador del barrio hacia la calle de la Princesa la plaza de Cristino Martos, mitad jardincillo mitad parque, entre las calles de Duque de Osuna, Princesa, Duque de Liria, Conde Duque y San Bernardino. Fue un lugar muy conocido en tiempos, cuando llevaba el nombre de Plaza de los Afligidos, por la cercanía del hoy desaparecido convento de premostratenses de San Joaquín, llamado “de los Afligidos” por una imagen de la Virgen con
mismo nombre.
La plaza, reducida hoy con respecto a la antigua,
lleva desde finales del XIX el nombre de Cristino Martos Balbi , político español que ejerció varios cargos de importancia durante la segunda mitad del siglo XIX.
En 1893 se fundó
la casa de Socorro del distrito de Palacio en un edificio donado allí por la Marquesa de Revilla de la Cañada. Se instaló una consulta para niños pobres que fue también el inicio de la que pronto sería la Institución Municipal de Puericultura. El edificio que albergaba ambas instituciones ya no existe, fue derribado a mediados del siglo XX tras las obras que bajaron la rasante de Princesa.
Hasta 1949 la plaza no estaba comunicada con Pincesa con la doble escalera monumental que hoy nos encontramos. Las sinuosas formas barrocas de la escalinata llevan sin embargo oliendo a orín desde que fueron inaguradas. Nos cuenta un vecino que cuando aún había soldados en los cuarteles del Conde Duque era habitual escuchar el cuchicheo de que eran ellos los que orinaban allí. A la vista está, muchos años después de que los soldados se fueran, que tenían mal ganada la fama de meones.
La fuente bajo las escaleras es realmente notable. Dos delfines en escorzo semicircular unidos por la cola que escupen agua por la boca sobre un pilón. Escaleras arriba, dos estatuas, una a cada lado. Representan la Abundancia (cuerno en mano) y la Alegría, blandiendo una copa para demostrarlo. Lamentablemente las dos figuras suelen aparecer emborronadas con pintadas poco estilosas. El día que nos acercamos a hacer este reportaje a la Alegría le habían enfundado una camiseta vieja en la cara a modo de pasamontañas. Existe allí además, una gran placa en recuerdo del Doctor Jaime Ferrán, médico que descubrió una vacuna contra el cólera y otras contra el tifus y la tuberculosis
La plaza se podría dividir en dos mitades. En la primera están el parquecito infantil y un fragmento de calzada capada que alguien tuvo la mala idea en algún momento de plantar en medio para permitir el giro a los coches. Hoy vuelve a ser plaza pero ningún ayuntamiento se ha molestado en borrar su rastro. En su pavimento se extiende la gran terraza del bar de la esquina y un buen número de motos aparcadas. En tiempos, hace ya muchas décadas, había también un quiosco de refrescos que hacía la delicia de los vecinos en los meses de calor.
Unas escaleras bajan a lo que podríamos llamar la segunda mitad de la plaza, más jardín que parque, que forma con la calle Duque de Osuna un gran mirador sobre la calle de la Princesa, junto a la escalinata monumental a la que nos referíamos más arriba. También en este tramo crece la pequeña terraza de un restaurante de la plaza.
Los árboles de la desaliñada zona ajardinada
son realmente frondosos, y convierten la parte baja de la plaza en un lugar aislado, que sin embargo no consigue evitar una sensación común a toda la plaza de Cristino Martos: que la gigantesca Torre de Madrid se fuera a caer encima de uno en cualquier momento. “Cuando éramos pequeños, a los niños del barrio nos llevaban a jugar al gran descampado de lo que hoy es la Torre de Madrid, aunque el solar estaba vallado había un agujero y todos pasábamos”, nos refiere un vecino de la calle Conde Duque.
Nos cuentan también los vecinos que en el lugar donde está el bar de la esquina, La parrilla de Nino, hubo antes otro bar muy conocido en la zona, El Huapango, extraño nombre por el que era conocido también el dueño. Nino, que regenta actalmente el bar que ocupa su lugar, lleva toda la vida en el barrio, trabajando desde chaval en otras tabernas de la zona. Junto a su bar, hay un restaurante que ha cambiado muchas veces de uso, recientemente ha sido un restaurante brasileño, antes un rock bar y tiempo atrás una boite de mala nota muy conocida llamada La Malmaison.
Al otro lado de la plaza encontramos un edificio-mole en la esquina con San Bernardino que en su día albergó los sindicatos verticales franquistas. Sentado en la plaza uno puede aún ver un torpe borrón de pintura que tapa el letrero. Hoy el gris edificio es sede de CCOO.
A este lado de la plaza hay también un edificio cuya fachada está enteramente adornada por dibujos de Mingote. Aunque hace tiempo que los andamios los tapan, uno puede hacerse una idea del aspecto que tendrá cuando acabe la rehabilitación de la fachada por la que da a Duque de Osuna. En los bajos del edificio hay un club, el Tempo, en cuyo sótano se pueden ver buenos conciertos y bailar hasta altas horas de la madrugada.
La plaza de Cristino Martos es confín y puerta -más bien escalera- de salida del barrio. Es mirador y pequeño espacio liberado en medio de callecitas estrechas donde hacer un alto en el camino.
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