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Cuando la Guardia Mora vivía en el Conde Duque

Luis de la Cruz

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“Recuerdo perféctamente los guardias bajando por la calle de Conde Duque hacia Princesa con sus curiosos ropajes y el edificio que construyeron anejo al cuartel donde actualmente está el parquecito. Les recuerdo también paseando durante el fin de semana de civiles, con sus chilavas blancas, el olor a boñiga de caballo en las inmediaciones del cuartel y el respeto, en todos los sentidos, que inspiraban en las gentes del barrio”.

Quien habla era un niño a principio de los cincuenta y rememora la cotidianeidad del barrio de Conde Duque, con la caballería de la Guardia MoraGuardia Mora ocupando dependencias del cuartel.

El origen primero de la escolta del dictador habría que buscarlo en los cinco guardias que le acompañaron de Tetuán a Sevilla al principio de la contienda. El número de marroquíes que arropaba a Franco fue creciendo, y para 1937 un escuadrón del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas Tetuán, donde el propio militar había servido como oficial, se convirtió en su escolta. Terminada la guerra, nace oficialmente la Compañía de Honores de SE el Generalísimo, conocida popularmente como Guardia Mora.

No deja de ser curioso que quien edificara su régimen sobre el catolicismo extremo y el espíritu de cruzada, hiciera acompañar su Rolls Royce – el mismo que le regalara Hitler – por aquellos guardias de exóticos ropajes y machete a la cintura. La explicación habitual solía ser que el dictador no se fiaba ni de los más allegados, aunque no hay que desdeñar la potencia simbólica del terror sarraceno desfilando marcialmente por las calles de España.

Tal y como recordaba nuestro interlocutor, cada semana una sección partía desde el cuartel hacia el Palacio del Pardo para su custodia, y más a menudo para hacer la instrucción, primero en la Casa de Campo y más tarde en El Pardo. Tambie? veían a la Guardia Mora los madrileños, con su sección de clarines y su espectacular puesta en escena, en todo tipo de actos oficiales, o trasladando en carroza de época a los embajadores.

Esta reliquia de la guerra civil duró hasta 1958 cuando, reconocida la independencia del Protectorado de Marruecos, fue sustituida por militares del ejército de tierra.

Villanos y víctimas

Mientras que para el imaginario hispano las huestes marroquies del ejército franquista representan la continuidad del lárgamente cultivado (de Santiago Matamoros a acá) mito del bárbaro del Sur, la visión de la situación de los veteranos de la guerra española vista desde su país de origen es bien distinta.

A la guerra vinieron unos 100.000 marroquíes, de los que murieron o desaparecieron, según el Centro para la Memoria Común y el Porvenir de Marruecos, más de 36000, con una larga nómina de mutilados de guerra también. Llegaron a la península en barcos y aviones alemanes para servir el doble propósito de matar y ser matados. Carne de cañón para la primera línea y fuerza de choque para el plan de exterminio y la barbarie fascista.

Su origen era humilde (muchos de las montañas rifeñas) y vinieron a España con un sueldo miserable más derecho de pillaje, combustible último de las mayores tropelías en las contiendas bélicas. Cuando se recuerda sus entradas a tierra quemada en los pueblos de España, sus violaciones y deguellos, han de recordarse como parte del plan de exterminio y terror de los sublevados. Una vez terminada la guerra, Franco licenció a la mayoría y los mandó de vuelta a casa sin demasiado beneficio. Algunos quedaron en muchas partes de la península hasta los cincuenta para seguir sirviendo a la represión, y a partir de entonces sólo quedó aquí ya el contingente de la guardia personal de Franco.

Las medallas de los veteranos supervivientes son latón sin dotación económica, no hay pensión alguna en la mayoría de los casos, ni recuperación de ninguna memoria para los que aquí murieron y fueron enterrados en fosas comunes, perdidas en su mayor parte.

Hoy los marroquíes que lucharon en nuestra guerra siguen concibiéndose en el imaginario colectivo despojados de humanidad, y la Guardia Mora es ya sólo fondo de imágenes de archivo, pero son historia de nuestro siglo y no hace tanto que fueron vecinos del barrio de Conde Duque.

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