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Manolo Tena: ese chico Tan raro que cantaba en Malasaña

Manolo Tena

Luis de la Cruz

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Hoy, 4 de abril de 2016, ha muerto Manolo Tena (no era su nombre real: qué más da). Ha sido una de las voces más originales del pop-rock español. Cargó a cuestas canciones míticas (seguro que recuerdas las atmósfera de Frío), una bien merecida fama de funambulista y una carrera musical tan irregular como interesante.

Manolo Tena vivió en Malasaña durante una temporada, hace años. Los vecinos recuerdan como era frecuente encontrárselo en la calle Pez o haciendo fotocopias en Resicasa (copista de la calle de San Bernardo). Sin embargo, su principal relación con el barrio reside en el recuerdo de la mítica sala Elígeme, que se inauguró en 1985 en la calle de San Vicente Ferrer, en lo que hoy es la sala Taboo.

El bar es recordado por mucha gente como el bar de Sabina. Lo cierto es que el popular cantante tuvo una participación al principio nada más, aunque su entorno–entre el que podríamos situar a Manolo Tena en aquel momento- tuvo una gran presencia en el local.

Desde el Elígeme produjeron el primer disco en solitario de Tena, Tan raro (1988), antesala del disco que más fama le proporcionó, Sangre española (1992), uno de esos raros artefactos musicales que cuentan las pistas por hits.

Sobre la turbulenta relación de Manolo Tena y Sabina (que miró al de Lavapiés para escribir Conductores suicidas) abundan las versiones en los mentideros más noctámbulos de Madrid. El propio Sabina dejó dicho en una de sus biografías que “es absolutamente real, dedicada a un amigo, excepto que está todo exagerado. Es decir, que ese amigo mío ni se va a morir mañana ni es chapero”.

Mucho tiempo atrás, a finales de los setenta, había empezado en la música envuelto en pretensiones artísticas cercanas a Zappa, con  Cucharada. El grupo perteneció al entorno de ese contenedor poliédrico de cultura underground que fue La Cochu, comuna de artistas residente de la vecina calle de Alberto Figueroa. Ya en los 80, Tena y Jaime Asúa abandonaron los acordes progresivos de Cucharada para, junto con el batería José Manuel Díaz, montar Alarma!!!, un grupo de rock con ecos de The Police y más prestigio que éxito.

El último Manolo Tena, el que promocionaba con aires new age su disco Casualidades por las tevisiones, se aparecía más cercano a un crooner que a un rockero, pero su original voz, subrayando una figura hierática de mirada perdida, impresionaba por el poso y los matices que aportaba en cada una de sus interpretaciones. Así se mostró en A mi manera, un producto televisivo a mayor gloria del turismo mallorquín y la nostalgia facilona, donde sus versiones brillaron por encima de la media.

Aquel disco que le sacaron en el Elígeme, Tan raro, se cerraba con una versión de Sentado en el muelle de la bahía. Allí, quizá, pudo pensar que muchas veces quiso ser mar y sólo consiguió espuma. O pedir con susurro rasgado llévame libre y salvaje, llévame hasta el mar. Pensemos que está por allí.

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