Plaza de España, un proyecto ¿participado y gratuito?
La legislatura toca a su fin y los proyectos urbanísticos encallados reflotan. Uno de los que se adelantó al sprint electoral fue la reforma de la Plaza de España, que fue reformulado por la alcaldesa ante los periodistas el pasado mes de octubre en la Torre de Madrid.
El ambicioso plan, del que se ha hablado más por los vaivenes y cambios de uso ad hoc del Edificio España que por sus propios méritos, implica mucho más de lo que su nombre indica: la construcción de un gran entorno comercial que cambiaría la naturaleza de gran parte del centro de Madrid, desde el Palacio Real al de Liria.
El caramelo utilizado para seducir fue el de su supuesta gratuidad. Recientemente, Ana Botella anunció que el Ayuntamiento tiene un acuerdo no formalizado con el grupo Dalian Wanda (comprador del Edificio España) para aportar 30 millones de euros al proyecto, y otros 9 millones más comprometidos con el resto de grandes empresarios del entorno: Metrovacesa (titular de la Torre de Madrid), VP Hoteles (a la que le corresponden los números 3, 4 y 5 de la plaza) y Mutua Madrileña (propietaria del edificio de la Real Compañía Asturiana de Minas).
Faltarían aún 40,5 millones ¿De dónde saldrán? Los pondría el Ayuntamiento de Madrid, por lo que parece que la promesa inicial de gratuidad resulta ser ahora una operación cuantiosa, con una aportación privada de aproximadamente el 50%. Este dinero se obtendrá, en teoría, de la ampliación del aparcamiento subterráneo y el alquiler de zonas comerciales. La cantidad parece muy elevada para poder ser amortizada con este nuevo ingreso que, en cualquier caso, no deja de implicar el empleo fondos municipales. Recordemos, además, que las empresas no aportan el dinero solamente por el interés de revitalizar comercialmente su área, también recibirán, según explicó hace meses la propia alcaldesa, que el nuevo aparcamiento tenga accesos directos a los edificios de las empresas contribuyentes, coexistiendo el aparcamiento público y el privado.
La otra premisa atractiva de la operación fue la promesa de participación ciudadana en el diseño del entorno, que había sido ensayada con éxito en el proyecto de los Jardines del Arquitecto Ribera, si bien en aquella ocasión la iniciativa y el protagonismo del proceso recayó sobre los vecinos, agrupados en la plataforma Vecinos haciendo jardines.
¿Se ha cumplido durante estos cinco meses la promesa de la participación ciudadana? Parece que ésta no ha sido precisamente masiva (sólo se han recibido unas setenta aportaciones). Podría pensarse que no interesa la Plaza de España a los madrileños, o podríamos también preguntarles a estos si se han enterado de la existencia de la consulta popular. La modesta plataforma no ha sido apenas publicitada por el Ayuntamiento, quedando perdida en la ingente cantidad de información del portal municipal. Por otro lado, el proyecto se planteaba desde un primer momento con unas líneas muy definidas, por lo que las aportaciones parecen abocadas a permanecer en el capítulo de lo accesorio.
¿Qué líneas maestras traía de serie el proyecto? El soterramiento del tráfico en la calle Bailén, con un paso peatonal entre dicha calle y Ferraz, o una salida subterránea desde Princesa y la Gran Vía hacia la Cuesta de San Vicente, para evitar los atascos. Entre los principios rectores más generales, el alivio del tráfico, la defensa del medioambiente y, sobre todo, – este es el punto omnipresente en todos los apartados de la documentación – la construcción de un gran entorno comercial que atraiga al turista. Se especificaba, también desde el principio, la intención de extraer 227 árboles, muchos de ellos de gran valor ecológico.
Tampoco los profesionales de la arquitectura parecen estar muy contentos con la participación que han tenido hasta ahora en el proceso. En una mesa redonda organizada el pasado 17 de marzo en la COAM por Radio Madrid, sobre el futuro urbanístico de Madrid, José Antonio Granero, decano de los arquitectos capitalinos le dijo a Paz González, Delegada de Urbanismo, que se lleva “un año de participación en la que se nos ha excluido a los arquitectos y al Colegio”. González respondió que “los arquitectos se han autoexcluido porque pensabais –quizá- que teníais que estar a otro nivel, no al mismo nivel de los ciudadanos o las colectividades de la ciudad”
En cualquier caso, el mega proyecto de Plaza de España parece lejos de ser una realidad encauzada, y se antoja un caramelo envenenado para el equipo consistorial que ocupe el Ayuntamiento después del próximo mes de mayo.
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