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Los cadáveres olímpicos que dejaron las candidaturas de Madrid

Entrada actual al recinto del Centro Acuático de Madrid

Diego Casado

4 de septiembre de 2021 22:54 h

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En un universo paralelo en el que Madrid hubiese ganado alguna de las tres candidaturas a los Juegos Olímpicos los alrededores del estadio Metropolitano serían muy distintos a los actuales. La sede del Atlético de Madrid estaría rodeada de un gran pabellón con dos enormes piscinas, otro estadio para la gimnasia, un circuito de BMX e incluso un velódromo. Y cruzando la carretera, por una amplia pasarela peatonal sobre la M-40, llegaríamos a una villa olímpica con espectaculares zonas verdes y lagos.

En lugar de todo esto, el fracaso de los intentos olímpicos de 2012, 2016 o 2020 condenaron a la parte Este de la ciudad a su aspecto actual: una enorme extensión de terreno irregular, con pocos árboles, muchas hierbas secas y un futuro bastante incierto. El único edificio que se levantó en la zona junto al estadio, el Centro Acuático, permanece a medio hacer como muestra de lo que pudo ser y no fue: las obras se pararon en 2010 y desde entonces se encuentra vallado y en permanente vigilancia para evitar que su degradación se acelere.

Pese a los esfuerzos, el lugar que iba a albergar las competiciones de natación, saltos y waterpolo, con capacidad para 18.000 espectadores, se muestra como un esqueleto al que le están apareciendo multitud de grietas, por el que chorrea el agua cuando cae alguna tormenta, desgastando sus columnas al aire. Su construcción se detuvo cuando el Ayuntamiento de Madrid llevaba pagados 99,6 millones de euros a las constructoras (Ortiz y Dragados) y quedaba casi la mitad por abonar, ya que el coste final se calculó en 191,5 millones pese a que el presupuesto inicial era de 136,7 millones.

Un paseo alrededor de las obras invita a pensar que la cantidad de dinero que hace falta para concluir la obra es enorme: faltan la mayoría de sus paredes, construcciones interiores, todos los acabados... tal y como se dejó en 2010, cuando la UTE Dragados-Ortiz expresó su deseo de “no continuar con la obra ejecutada dado que con el paso del tiempo puede sufrir un deterioro importante y no puede determinar los daños, implicaciones y costes derivados de la suspensión”, según recogió un informe municipal entonces.

El destino de esta construcción fantasma de 22.000 metros cuadrados es complicado de atisbar. Hace dos años, la Real Federación Española de Natación (RFEN) presentó una propuesta para intentar ponerlo en marcha, al menos en parte. Con un presupuesto de 30 millones de euros, su idea pasa por rematar el edificio dedicado al waterpolo, el que está más avanzado, incluyendo un graderío fijo para 1.900 espectadores -ampliable a 4.500- capaz de acoger competiciones internacionales. Además de pruebas de alto nivel puntuales, la instalación sería comercializada como piscina polideportiva de uso público, con 9.000 abonados, para poder sufragar los cuatro millones de euros anuales que costaría su mantenimiento.

Otra de las incógnitas que ha dejado para Madrid el legado de las candidaturas es el de los terrenos que iban a albergar la futura villa olímpica. Situados entre el distrito de San Blas y Coslada, sus seis millones de metros cuadrados estaban pensados para alojar a los deportistas que participaran en las competiciones, una condición indispensable que exige el Comité Olímpico Internacional para las ciudades aspirantes. Su entidad gestora, la Nueva Centralidad del Este, ha propuesto al Ayuntamiento de Madrid en su lugar un enorme desarrollo urbanístico para edificar allí 20.000 viviendas.

La Nueva Centralidad del Este habla de un “distrito de innovación, emprendimiento y economía 4.0” y desarrollar barrios con la filosofía de la “ciudad de los 15 minutos”, según rezan las líneas generales del proyecto, que también sugieren la extensión de la línea 2 de Metro en la zona. En su ámbito urbanístico se encuentran, al sur, las lagunas del Ambroz, de interés natural por su especial abundancia de aves.

La Gavia, de aguas bravas a secarral

El canal de aguas bravas de La Gavia es otra de las infraestructuras que inició sus obras y que quedó en el olvido después de los sucesivos fracasos de las candidaturas olímpicas de Madrid. Su diseño se encargó al japonés Toyo Ito –ganador del prestigioso premio Pritzker– y se presupuestaron 18 millones de euros para crear una espectacular vía de agua que obtendría su caudal de las aguas de lluvia, que servirían además para regar todo el entorno, convertido en una espectacular zona verde.

Como en el Centro Acuático o la Caja Mágica, las obras se iniciaron antes de saber si Madrid necesitaría las instalaciones para albergar los Juegos Olímpicos. Y se abandonaron cuando llegó la crisis económica. Solo se llegó a construir el estanque central con formas ramificadas, que quedó vacío y abandonado, como el resto de este parque de Vallecas que se convirtió en un vertedero de escombros en algunas zonas. Ya con Carmena en la alcaldía se aprobó un nuevo proyecto para remodelar este antiguo secarral y convertirlo en un auténtico espacio verde, conservando parte del estanque diseñado por Ito, tal vez como recuerdo de lo que se quedó en el camino. Se espera que las obras acaben al finales de este 2021.

¿Cuánto costó a Madrid la aventura olímpica perdida? Los cálculos son muy difíciles, aunque en 2013 ya se estimaba que los costes de las sucesivas candidaturas rondaban los cien millones de euros, la mitad de ellos financiados por las arcas municipales y la otra parte con aportaciones de empresas que obtuvieron beneficios fiscales a cambio. A ello hay que sumar los otros 100 millones de euros que se gastaron en el inacabado Centro Acuático o parte de los 18 millones presupuestados para el canal olímpico del Parque de la Gavia. Y luego están los casi 300 millones de la infrautilizada Caja Mágica, que se consiguió acabar con otro enorme sobrecoste (de 139 a 294) pero que permanece sin uso la mayor parte del año salvo la semana del Open de Tenis de Madrid, después de múltiples intentos de monetizarla a través de alquiler por ejemplo a escuderías de F1 o a festivales de música.

Pese al legado olímpico en forma de cuantiosa factura, los descampados y los esqueletos de edificios junto a la M-40, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, insiste en traer la llama olímpica a la capital, como ya intentaron los dos últimos alcaldes de su partido: nada más llegar a Cibeles anunció su intención de impulsar una nueva aventura. “Madrid se merece unos Juegos Olímpicos”, dijo hace un mes, poco antes de que se iniciaran los de Tokio. El primer edil está convencido de que la capital ha presentado candidaturas “extraordinarias” y que podría conseguir convertirse en sede olímpica “si se trabaja en la misma línea”.

Para que el futuro olímpico sea posible, hará falta un estadio olímpico con pista de atletismo y una extensión de terreno suficiente para levantar las casas de los deportistas. Algo difícil de imaginar en el Metropolitano, donde el Atlético de Madrid -actual propietario- eliminó su pista de atletismo para ampliar los graderíos. Y que será aún más complicado si se da luz verde al proyecto de urbanización de los terrenos de la supuesta villa olímpica junto a Coslada. Para que el COI tomara en serio una nueva candidatura de Madrid habría que buscar un emplazamiento para todas estas instalaciones en otro lugar de la capital. ¿Dónde?

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