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“Mis vecinos son analfabetos”

Uno de los alumnos de las clases de alfabetización traza sus primeras letras

Antonio Pérez

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En el corazón de la capital de España hay quien puede afirmar que sus vecinos son analfabetos: en el distrito Centro, el padrón municipal indica que a 1 de enero de 2020 había 119 personas mayores de 25 años que no sabían ni leer ni escribir, pero a esa cifra oficial todavía hay que añadir la de los migrantes que no figuran en las estadísticas.

Con esta silenciada realidad se encontró hace ya seis meses la asociación Hola Vecinas, una entidad sin ánimo de lucro -creada recientemente- que, tras comprobar que en Madrid no había clases municipales de alfabetización, decidió asumir la responsabilidad de crearlas y de ofrecerlas gratis.

Poco después, esta entidad sin ánimo de lucro y con sede en Lavapiés, tiene abiertos tres grupos de alfabetización, con profesorado voluntario. A día de hoy, y por restricciones de la Covid-19, sólo pueden dar clase a 12 personas, mientras tienen lista de espera. 

Los actuales alumnos de las clases de alfabetización de Hola Vecinas son cinco mujeres y siete hombres, todos jóvenes, vecinos del barrio y originarios de Senegal y de Bangladesh.

Samba es uno de ellos. Este senegalés, que después de estar viviendo en España cinco años se maneja en castellano de manera fluida, no es capaz sin embargo de leer ni de escribir. Su principal motivación para aprender es conseguir un trabajo mejor. 

Uno de sus compañeros de clase, Moussa, acaba de obtener el permiso de residencia en el país y tiene la misma motivación que Samba, al igual que Ahmed, otra de las personas que acuden a las clases de esta asociación para dejar de ser iletrados.

“Jamás habría pensado que en pleno centro de Madrid hubiera gente joven sin saber leer ni escribir, con las dificultades que eso conlleva para el desarrollo de una vida normal. Me los imagino en un supermercado, en un metro…”, indica Lucía López, una de las vecinas -como gustan denominarse- que crearon la asociación y quien señala el plus de dificultad que para la integración de esas personas supone ese gran hándicap, puesto que quienes lo sufren son migrantes que, además de tratar de encajar en una nueva sociedad tienen que aprender otro idioma sin poder echar mano de una herramienta básica como es la lectoescritura.

En el momento de la creación de Hola Vecinas dar clases de alfabetización no era su objetivo, pero cuando estaban montando las clases de español para migrantes se dieron cuenta de que había gente analfabeta entre los interesados en recibirlas. 

Rápidamente, de la sorpresa por haberse encontrado con personas iletradas tuvieron que pasar a la acción reuniendo material para la alfabetización de adultos y formándose mínimamente para dar ese tipo de clases, no sin antes pasar por una pequeña fase de indignación: ¡cómo era posible que la Administración no hubiera detectado esa carencia y estuviera cubriendo la necesidad vía servicios sociales del distrito o bien desde cualquier área de Gobierno!

Tanto las clases de alfabetización de Hola Vecinas como el resto de servicios que presta la asociación se financian de forma privada, con aportaciones de las fundadoras, en un primer momento y, desde hace una semana, con la ayuda de las donaciones que han comenzado a recibir de simpatizantes en una cuenta habilitada para tal fin y la suscripción que acaban de habilitar y que permite colaborar con su causa desde 5 euros mensuales.

Por fortuna y ante la falta de locales municipales en el centro de Madrid en los que distintos colectivos vecinales puedan desarrollar sus actividades sin ánimo de lucro al amparo de las arcas públicas, el proyecto de Hola Vecinas pudo encontrar acomodo en un singular espacio de la calle Dos Hermanas que ejerce desde hace años de oficioso centro cultural y social sostenido con las aportaciones de sus propios usuarios, asociaciones y entidades: Mbolo Moy Dole (La Unión Hace la Fuerza), lugar donde se encuentran regularmente desde los miembros del Sindicato de Manteros a grupos de baile y colectivos artísticos, y que se ha visto revitalizado con la llegada de la nueva asociación, las más de 35 personas que se benefician de sus propuestas y los voluntarios que las han puesto en marcha.

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