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Los laboratorios ciudadanos llegaron a Tetuán para hacer barrio

Sesión de trabajo de Tetuán Alimenta

Luis de la Cruz

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El sábado 15 de enero se presentó en Espacios Comunes (calle Lorenzana, 2) el resultado de Tetuán Alimenta, una convocatoria en cuyo contexto se han desarrollado varios proyectos de producción colaborativa “en torno a la alimentación saludable y sostenible, la cocina y la celebración”. Además de Espacios Comunes, han participado colectivos bien conocidos en Tetuán, como son el Supermercado Cooperativo La Osa, La Colmena de Tetuán y Te Estoy Poniendo Verde.

Hubo quien se quejó del frío, pero es que unos grados de menos son garantía en estos tiempos de mayor seguridad. Así que por los grandes ventanales abiertos de Espacios Comunes se podía ver esa mañana a una vecina tendiendo la ropa, enmarcando la intención de integración vecinal de los moradores del lugar. No es fácil, lejos del centro de la ciudad es poco habitual el repertorio teórico de tecnólogos o mediadores culturales, y, sin embargo, podría decirse que la mañana fue un éxito tanto por la exposición de los proyectos como por la propia afirmación del espacio como lugar para el encuentro.

Con el sonido de una partida de ping-pong en el piso de abajo y las fotos de los talleres realizados unas semanas atrás en el mismo lugar, transcurrieron las presentaciones. El primero de los proyectos que se explicó fue el Intercambio de saberes etnobotánicos, gastronómicos y agroecológicos entre Tetuán y México. Suena complejo pero lo que allí se nos contó fue un acercamiento a la gastronomía mexicana con productores locales y perspectiva ecológica. En el fondo, un proyecto de autoempleo que bajo el nombre de la Recaudería (tiendas mexicanas de especias) ofreció al barrio un encuentro –comida mediante– en el que probarse a ellos mismos y dar a conocer su idea.

A continuación, vino una presentación-conversatorio sobre el proyecto #TetuánFoodie, proyecto de periodismo gastronómico ciudadano y de proximidad que ha acabado fusionado con La comida cuenta, otra de las ideas seleccionadas en Tetuán Alimenta, que giraba en torno al podcasting y la memoria de los barrios.

De la síntesis de las dos líneas de trabajo surgieron una serie de entrevistas a los propietarios de negocios de restauración de la zona: La Pampa, Ondiñas Do Mendo, La Castañal, La Polar y un restaurante filipino de Estrecho llamado Inasal at iba pa!. De ahí ha salido una reflexión de las distintas oleadas migratorias como eje vertebrador de Tetuán y sus lugares de comida.

Y llegó el barrio y se metió de lleno. El huerto del CEIP Ignacio Zuloaga, a pocos metros, también ha participado de Tetuán Alimenta. A diferencia de otros huertos escolares, este congrega a su alrededor una viva comunidad de vecinos, que se suman a los más pequeños en el cuidado de los bancales. Explicaron cómo incluyen entre sus cultivos semillas foráneas, de las tierras de origen de los distintos hortelanos que, como todo en Tetuán, tienen distintos colores y acentos. Su participación en Tetuán Alimenta operará como una especie de extensión en el tiempo y en el espacio de la convocatoria, con dos fiestas de la cosecha que se llevarán a cabo en primavera y en septiembre.

De la propuesta más asentada en el territorio, pasamos para terminar a la que probablemente suscitó más la curiosidad en los presentes y que era, a priori, la más compleja: la construcción de un sistema llamado fotobiorreactor (pbr) que permite cultivar la cianobacteria Artrophira Platensis (espirulina) en espacios comunitarios o en las casas.

Tan llamativo como suena el enunciado del proyecto de cultivo de esta especie de alga de grandes propiedades, les pareció a los alumnos del Zuloaga la cápsula casera resultante del taller, con un líquido verdoso en constante movimiento ubicado sobre una mesa, tras la ventana del espacio (es momento de contar que Espacios Comunes sirve de oficina a distintos colectivos profesionales, además de estar pensado como lugar donde sucedan cosas en el barrio). Dicho y hecho, del encuentro surgió la idea de poner en contacto a niños del cole, participantes del huerto e ingenieros al frente de Gaia Espirulina.

En condiciones normales, sin el reflujo pandémico de estos días, el acto habría terminado con un aperitivo. No hubo comida en Tetuán Alimenta, pero el encuentro desembocó en la conversación animosa de los vecinos y vecinas que acudieron a conocer los proyectos previstos. Un éxito en sí mismo que lo será más si los proyectos incubados al calor de la convocatoria consiguen seguir creciendo en el futuro.

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