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10 años del Peugeot i-Cockpit: luces y sombras de un puesto de conducción diferente

Última evolución del i-Cockpit, embarcada en el nuevo 408.

Pedro Urteaga

En 2012, el Peugeot 208 fue el primer vehículo de la marca francesa en incorporar un nuevo puesto de conducción que, con sus acólitos y detractores -como casi todo-, ha señalado un hito en el devenir de la industria: el Peugeot i-Cockpit. En los 10 años transcurridos se han vendido más de nueve millones de coches equipados con este dispositivo o, mejor dicho, conjunto de dispositivos, pues sus elementos principales son tres: un cuadro de instrumentos sobreelevado, un volante pequeño y una gran pantalla central táctil.

La propuesta del i-Cockpit no surgió de la nada ni carecía de fundamentos lógicos. Los concept cars de la firma del león desempeñaron un papel destacado en las reflexiones que acabaron conformando el nuevo puesto de conducción, especialmente el Peugeot SR1, lanzado dos años antes de aquel 208 conocido con el código interno de A9.

En las últimas dos décadas, todos los prototipos de la marca han presentado visiones innovadoras del i-Cockpit que han terminado por incorporarse a los modelos de serie. El Exalt inspiró fuertemente el salpicadero del 508; en el nuevo 208, la arquitectura del puesto de conducción proviene directamente del concept Fractal. En cuanto al cuadro de instrumentos 3D que llegaría más tarde, es una herencia del Quartz, desvelado en el Salón de París de 2014.

La elección de los tres elementos fundamentales del i-Cockpit respondía a razones específicas. La instrumentación elevada buscaba que la mirada del conductor apenas tuviera que cambiar de enfoque para ver tanto la carretera como la información destacada en el panel; en otras palabras, se trataba de no desviar la vista de lo verdaderamente importante mientras se conduce: lo que está frente a los ojos.

El volante compacto, achatado por arriba y por abajo en evoluciones siguientes de la idea, se escogió por ser más reactivo a las instrucciones del conductor, por mejorar la maniobrabilidad y porque se entendía que ofrece unas sensaciones más vívidas, eso a lo que aludimos malamente cuando decimos que un coche es divertido de manejar.

Por lo que hace a la pantalla táctil, últimamente de 10 pulgadas -por ejemplo en el nuevo 408-, cumple la función de poner al alcance de la mano, y de la vista, del usuario las funciones básicas del vehículo. El 208 fue el primer modelo del segmento B en embarcarla, y en el 3008 se convirtió en una lámina digital de alta resolución. En tiempos recientes se ve complementada por una batería de interruptores o toggles que, imitando las teclas de un piano, operan como atajos a las principales funciones de confort.

Con el lanzamiento de la actual generación del 208 en 2019, el concepto dio un paso adelante al incorporar el Peugeot i-Cockpit 3D, que proyecta los datos a la manera de un holograma, como en un caza. Con él, las indicaciones son dinámicas y se acercan a la vista en función de su importancia o urgencia, de tal modo que el tiempo de reacción se reduce cerca de medio segundo. Esta novedad mejora la conducción en todos los aspectos, al aunar eficacia, seguridad y comodidad de lectura. 

A todas estas cualidades se suman aspectos ergonómicos. Las manos del conductor tocan materiales agradables al tacto, las uniones entre los elementos son suaves, los mandos táctiles o físicos están situados en el mejor emplazamiento posible. Las levas en el volante permiten cambios de marcha en modo manual sin perder la función automática y sin despegar las manos del timón del coche. Por último, el habitáculo pretende servir de cockpit envolvente y protector alrededor de sus ocupantes.

La tecnología es también indisociable del i-Cockpit en la medida en que ofrece acceso a una extensa serie de dispositivos de confort y de seguridad, entre ellos algunos de nueva hornada como el sistema de visión nocturna que está disponible en el nuevo Peugeot 408, modelo del que te hablamos por extenso en este reciente artículo.

Sin queja de los usuarios

Rara vez merece la pena detallar por escrito las opiniones que los especialistas en motor expresamos sobre cierto modelo de coche o tal o cual tecnología. Esta es quizá la excepción, porque es muy frecuente escuchar entre los colegas críticas al Peugeot i-Cockpit basadas sobre todo en la dificultad de algunas personas para ver la información del cuadro de instrumentos mirando, como se pretende, por encima del volante.

La clave reside en casi todos los casos en la estatura de quien habla y en la posición que adopta al sentarse a los mandos, por lo que la casuística es tan amplia como el número de individuos. Aun así, para que conste, Peugeot asegura que se ha guiado por datos antropométricos, obtenidos de numerosos tipos de población, que hicieron posible calcular, entre otros, los rangos de reglaje de los asientos o el volante, “para reforzar la sensación de burbuja -dice- y optimizar la ergonomía a bordo, sea cual sea la corpulencia del conductor”.

En nuestra experiencia personal, el pequeño volante achatado de los últimos modelos de Peugeot interfiere menos en la visión del cuadro, aunque aquel debe colocarse en general en la posición más baja posible y eso puede resultar algo molesto por la cercanía a las piernas, así como dificultar un tanto la entrada y salida del coche.

Tan cierto como esto es, en nuestra opinión, que resulta muy sencillo y rápido a la experiencia de conducción que propone la marca. Y mucho más importante que los criterios de cada cual: no se conoce el caso de ningún usuario del i-Cockpit que haya mostrado una contrariedad tal que le haya hecho abjurar de su compra. De momento son más de nueve millones... Cuántos de ellos son fans de la idea y cuántos transigen con ella es algo que solo podemos conjeturar.

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