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El último ciezano en el Gobierno de la Segunda República

Manuel González Marín, el ciezano titular de la cartera de Hacienda en España durante el final de la Guerra Civil

Miriam Salinas Guirao

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Manuel González Marín es recordado por aquellos que curó del hambre. Su familia, por ejemplo, que lo vio partir, hecho un chaval, impulsado por el movimiento obrero. El breve ministro no se olvidó de Cieza, que va, ni de su prima Josefa, a la que mandaba suministros desde Francia para que no tuviera faltas durante la guerra y la posguerra. Sus veintiséis días al frente del Ministerio de Hacienda y Economía le valieron para figurar imborrable, entre otros nombres, en la cronología del Gobierno. En Ministros de Hacienda y de Economía de 1700 a 2005 se sella la fecha: del 5 al 31 de marzo de 1939.

“No podía regresar por ‘rojo'”

De Manuel supe por mi abuela Carmen, que era la nieta de su prima hermana Josefa. No llegué a él por placas o recordatorios, ni siquiera en la escuela escuché su nombre. Pero la memoria tiene lengua, y trasciende. Antoñina, la hija de Josefa, lo recuerda, y Yolanda, su nieta, también. “Mandaba desde Francia dinero a mi madre para que no pasáramos hambre”, recuerda Antoñina. “Su mujer, que se llamaba Segunda, venía en verano con sus hijos, a nuestra casa, en la Cuesta del Río. Él no podía regresar a España porque era ‘rojo’”, sentencia Carmen. La fotografía que de él figura en la orla de los ministros en la página oficial de Hacienda, desdibuja su rastro, para intensificar su olvido: son unas letras.

La Real Academia de la Historia comienza su biografía asegurando que “se sabe muy poco”. Por las obras que tratan acerca de los últimos momentos de la Segunda República, antes de la caída de Madrid, se sabe que era militante de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) y que como representante de esta fuerza se le dio en el Consejo Nacional de Defensa, la simbólica cartera de ministro de Hacienda y Agricultura, que ostentó entre los días 5 y 31 de marzo de 1939.

“Este Consejo, presidido por José Miaja, se formó tras el golpe que derrocó al Gabinete de Negrín, con presencia de los personajes ajenos al Partido Comunista: Besteiro (socialista, pero sin mandato del Partido); Defensa, el coronel Casado; Justicia, Miguel San Andrés (Izquierda Republicana); Trabajo, Antonio Pérez (Unión General de Trabajadores, UGT); Gobernación, Wenceslao Carrillo (Partido Socialista); y Comunicaciones y Obras Públicas, Eduardo Val, ambos del Movimiento Libertario. Formó parte del famoso Comité de Defensa de la CNT del Centro, integrado básicamente alrededor del trío Val-Salgado-García Pradas, junto a Benigno Mancebo, Melchor Baztán y Manuel Amil”. De esos momentos quedan las fotografías acompañando a Miaja en diversos desplazamientos por varias provincias, y en diferentes actuaciones en el mismo Madrid, intentando restablecer algo del orden público. “Consiguió abandonar España y se exilió en Francia, donde se le conoció como Marín Manuel, quedando constancia de que fue expulsado de la CNT ortodoxa de Marsella por connivencia con la CNT colaboracionista del interior, en 1945”. (José Luis Sampedro Escolar, Ministros de Hacienda. De 1700 a 2004)

Compromiso y vida

Manuel nació en Cieza a finales del siglo XIX, el AteneuLlibertariEstelNegre, concreta la fecha: el 4 de julio de 1898. Según la información dispensada en el portal de Hacienda, Manuel participaría desde muy temprano en el movimiento obrero, con su implicación en huelgas y movilizaciones. Anarquista y anarcosindicalista, el joven Manuel residía en Cartagena hasta finales del primer quinto del siglo XX. Fue entonces cuando se trasladó a Madrid.

El Dictionnaire des militantsanarchistes, y otras fuentes consultadas, sitúan a Manuel en el sector metalúrgico. Formó parte de diferentes colectivos hasta convertirse en un peso activo del Sindicato Único de Metalúrgicos de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) de Madrid, el cual presidió. Vivía en la plaza de la Cebada, número cuatro, junto a su esposa y su suegra. Pasó por el presidio en diferentes ocasiones: esencarcelado muchas veces por su participación en las luchas y huelgas, en 1921, 1926-1928.

El presidio

En 1923, el 4 de septiembre, El Imparcial daba noticia de un atraco en la carretera de Getafe. Allí se tacha al joven Manuel (con 25 años) de “sindicalista de cuidado”, por aquellos tiempo trabajaba en Casa Jareño como obrero metalúrgico. Se le acusaba de participar en el robo de 12.850 pesetas y fue absuelto por falta de pruebas. Tuvo algún encuentro más con la justicia entre 1926 y 1928, aun así continuó con la reivindicación sindicalista militando en la Federación Anarquista Ibérica (FAI). En 1933 las crónicas lo encuadran en un atraco al domicilio del conde Ruidoms. Fue recluido en la prisión de Colmenar Viejo pero huyó con cinco compañeros en mayo de 1933, con el apoyo de la CNT; en la huida tras levantar las sospechas por una avería, se enzarzaron en un tiroteo con la Guardia Civil en Mandayano (Guadalajara). Perecieron: Francisco Sánchez de Real, de la Benemérita y dos de los fugados, Ignacio Casado Iglesias y Pablo González Hernández. El 17 mayo en el diario Luz informaba: “Únicamente quedó haciendo fuego sin moverse González Marín, a quien el guardia, herido en una mano, pudo coger. González Marín, al ser detenido, tuvo la osadía de decir al guardia Plaza; —Debían ustedes de haberles matado. —¿Pues no es usted uno de los que iban en la camioneta?—le interrogó él guardia. —No, señor—dijo él atracador—. Yo soy un infeliz que me han quitado en este lugar la camioneta, y por eso venía con ellos.”

En 1934 fue condenado, junto con Juan Félix Manzanares Ortiz y Rafael Castro Morilla, a la pena de muerte, aunque tras su paso por la Sala VI del Tribunal Supremo de Madrid fue transmutada a cadena perpetua. El golpe de Estado le pilló en prisión en la Cárcel Modelo, tras un motín de prisioneros, se unió al Consejo Municipal y en noviembre de 1936 a la Junta de Defensa de Madrid como asesor de transporte donde reemplazó a Amor Nuño. En 1939 integró el Comité de Defensa de la CNT del centro y en marzo fue nombrado responsable de Finanzas y Agricultura del Consejo de Defensa Nacional formado por el Coronel Casado.

Juan J. Alcalde recoge en ‘Milicias y unidades armadas anarquistas (FAI,FIJL) y anarcosindicalistas (CNT) en la guerra civil española 1936-1939’ el discurso que González Marín pronunció ante el micrófono de la Radio de Madrid el 27 de marzo de 1939, siendo consejero de Hacienda y Economía: “¡Trabajadores! ¡Combatientes! En nombre del Consejo Nacional de Defensa y del Movimiento libertario me dirijo a vosotros en este momento crítico y decisivo para deciros, con la responsabilidad que siempre nos caracterizó, cuál es la orientación y decisiones que todos los antifascistas libertarios y todos los sectores deben seguir en esta hora suprema. (…) lo más humano y leal para el pueblo y para la dignidad antifascista era llegar a una paz honrosa, en la cual se asegurase la independencia, la seguridad de los antifascistas y la garantía de que todo aquel que quisiera abandonar el país pudiera hacerlo.

Estas proposiciones, lógicas y humanas, han sido rechazadas por el enemigo. Este pretendía una entrega total, sin garantías ni condiciones. Las tramitaciones indicadas han sido suspendidas inesperadamente por Franco. (…) Correspondiendo con este proceder de los ciudadanos españoles, nosotros no escatimamos el cumplimiento del deber. Por esta causa, tan sólo las noticias oficiales encuentran eco en la conciencia popular. Os hablo a todos los españoles, con la seguridad de que mis palabras servirán para tranquilidad de todos. Y nada más: Al ponerme otra vez en contacto con vosotros, a través de este micrófono, os hago nueva promesa de paz, en nombre de todos los españoles de esta zona. ¡Viva España!“ González Marín fue el último de cuatro representantes en hablar. Los otros fueron Bruno Navarro por la UGT, Juan Gómez Egido por el PSOE y José del Rio, republicano.

Mi abuela cuenta que Manuel, el primo de su abuela, después de la guerra partió a Francia, al exilio. Participó en la resistencia y acabó preso, de nuevo. “Cuando la ocupación de Francia por los alemanes, llegó a Montalban (Languedoc, Occitania), donde trabajó de leñador y de agricultor con otros compañeros (Miguel Chueca Cuartero, Olegario Pachón Núñez, etc.). Participó en la lucha clandestina, con Eduardo Val Bescós y Olegario Pachón Núñez, hasta su detención en octubre de 1941, con Eduardo Val Bescós, y encarcelamiento a Saint-Michel de Toulouse (Languedoc, Occitania). Juzgado, fue condenado el 24 de septiembre de 1942 por el Tribunal Militar de la XVII Región Militar de Toulouse a dos años por ”atentar contra la seguridad del Estado francés“.

Posteriormente pasó a un campo de concentración en Moissac (Languedoc, Occitania), donde se relacionó con Germinal Esgleas, Eduardo Val Bescós y Mateu Baruta Vila. Entregado a los nazis, fue internado en el cuartel Amiel Burdeos (Aquitania, Occitania) para trabajar en la base de submarinos adscrito al Servicio de Trabajo Obligatorio (STO)“ (investigación del AteneuLlibertariEstelNegre). Sus compañeros lo libraron del terror nazi y de acabar en un campo de concentración en Alemania. De nuevo en Francia formó parte del Comité Regional clandestino de la CNT. Después de la Liberación, representó la CNT en el Alianza Democrática y en mayo de 1945 asistió como delegado en el Congreso de París y, alineado con los moderados, fue uno de los redactores de la ponencia que trataba sobre las realizaciones llevadas a cabo durante la guerra. Al parecer se relacionó con el sector ‘colaboracionista’. La pista de sus apariciones en la prensa libertaria lleva hasta Marsella donde fue expulsado de la CNT ‘ortodoxa’. A mediados de los cuarenta se pierde su pista.

Manuel González Marín, recordado por aquellos que curó del hambre, se diluye entre los recuerdos.

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