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No todo es deporte en el mundo del deporte. Hay miedo, injusticia, éxito, fracaso, superación...Ante todo, historias increíbles protagonizadas por personas. Este blog, coordinado por la periodista Olga Lorente, trata sobre todos los factores que no vemos, pero sí influyen a los deportistas.

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Brittney Griner, prisionera de guerra

Rusia y EEUU intercambian baloncestista Brittney Griner y al traficante ruso Bout EFE/EPA/EVGENIA NOVOZHENINA / REUTERS POOL

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Son fechas, las navideñas, para hacer buenas obras. Eso, a su manera, es lo que ha tratado de hacer Putin con la jugadora americana de baloncesto Brittney Griner quien ha estado viviendo en Rusia una auténtica pesadilla en los últimos meses. La estrella de la WNBA –también del Ekaterimburgo- fue detenida el pasado 17 de febrero en el aeropuerto de Moscú, cuando las autoridades locales le encontraron entre su equipaje dos cartuchos de 0,70 gramos de aceite de cannabis, una sustancia prohibida allí. Fue acusada de consumo y contrabando de drogas. Ella siempre defendió que iba a utilizarlos como recambio para su vapeador y, sobre todo, que formaban parte de una terapia médica para luchar contra sus lesiones y sus dolores crónicos, para los que tenía la prescripción médica. Poco importó. Estuvo en prisión preventiva hasta agosto, cuando se ratificó su condena que conllevaba una sentencia de nueve años de prisión. En noviembre Griner fue trasladada a una colonia penal rusa, sin que sus abogados, Maria Blagovolina y Alexander Boikov, ni tampoco la embajada americana supieran nada sobre su paradero. Por fin, el calvario llegó a su final hace unos días cuando la deportista fue puesta en libertad y pudo volver a casa, gracias a un intercambio de prisioneros entre Estados Unidos y Rusia. Brittney Griner ha sido una ficha de ajedrez del tablero en el que se juega la política internacional. En estos momentos, las relaciones diplomáticas entre ambos países no son buenas, se asemejan a las de la Guerra Fría y, por ello, la jugadora de baloncesto fue utilizada como moneda de cambio.

Todo empezó hace nueve meses. A finales de febrero de 2022 el presidente de Rusia, Vladimir Putin, afirmaba en televisión: “He tomado la decisión de iniciar una operación militar especial en Ucrania, cuya finalidad es proteger a las personas que han sido objeto de intimidación y genocidio por parte del régimen de Kiev durante ocho años”. Pese a que Ucrania, la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN desmintieron dicho genocidio, Rusia empezó una invasión en el país vecino con explosiones en distintas zonas de su geografía. Ya en las primeras horas del conflicto, el gobierno ucraniano registró 40 fallecidos y decenas de personas heridas. Cifras que, desgraciadamente, han ido subiendo con el paso de los meses. Las consecuencias de esta invasión se sienten en infinidad de sectores y han cambiado, en cierto modo, el orden mundial. Porque las guerras empiezan y duran mucho más que los disparos, las bombas, las amenazas, la pérdida de un hogar y las sirenas antiaéreas.

En este sentido, el mundo del deporte también se ha visto afectado por un conflicto, por el que muchos atletas han decidido alzar la voz. La comunidad internacional, desde diferentes altavoces, dio la espalda a Rusia y eso a su presidente no le sentó nada bien. Puede que en la ofensiva fuesen ganando pero ante la opinión pública, perdieron desde el primer día. Y eso ha tenido consecuencias.

Días después del inicio de la invasión en Ucrania, la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) emitió un comunicado en el que condenaba categóricamente “la violencia y, por eso, los equipos rusos y los árbitros no tendrán permiso para participar en nuestras competiciones hasta nuevo aviso”. Tras este anuncio muchas jugadoras prepararon todos los trámites necesarios para abandonar Rusia y volver a sus respectivos países, siempre que su club les autorizase para ello. Parece una misión sencilla, pero no lo fue. En algunos casos, incluso, fue necesaria la ayuda de las pertinentes embajadas y de las federaciones nacionales. La mayoría de los países decidieron cerrar el tráfico aéreo con Rusia, por eso la española Alba Torrens, por ejemplo, tuvo que buscar un vuelo alternativo a Dubai. De allí viajó a Alemania (Dusseldorf), luego a Valencia y finalmente a Palma, donde tiene su residencia. Pero regresó. Brittney Griner lo hizo hace sólo unos días, gracias también a que su agente, Lindsay Kagawa Colas, ha tenido que implorar al gobierno de su país para que hagan todo lo posible para traerla de vuelta a casa.

Intercambio de prisioneros

El 17 de febrero de 2022 –días antes de que se iniciase la invasión rusa en Ucrania-, Brittney Griner se encontraba en un aeropuerto de Moscú, después de un largo viaje desde Nueva York para jugar con el UMMC Ekaterimburgo, su equipo desde hace varias temporadas (el presidente del club es uno de los 30 oligarcas más ricos e influyentes de Rusia). Allí, en el control de equipajes, le encontraron en su maleta dos cartuchos de 0,70 gramos de aceite de cannabis. Pese a que ella siempre ha defendido que era para autoconsumo y se amparaba en una prescripción médica para su uso, se trata de una sustancia prohibida en Rusia que conlleva la cárcel.

Aunque la protagonista era una de las mejores jugadoras de baloncesto del mundo, Rusia no comunicó la detención de Brittney Griner hasta unos días después de comenzar el conflicto bélico con Ucrania. La defensa de la jugadora siempre ha mantenido que hubo irregularidades desde el primer momento, ya que no le dieron acceso a un abogado hasta pasadas unas horas, se le pidió firmar documentos que estaban escritos en ruso (no traducidos al inglés), nunca le hablaron en su idioma y jamás le leyeron sus derechos. Además, la televisión pública emitió un vídeo de la jugadora en una comisaría sosteniendo un papel en el que estaba escrito su nombre.

Desde que la doble medallista olímpica y campeona de la WNBA fue arrestada, los medios de comunicación estadounidenses, entre los que destaca el New York Times, han defendido que se debía a una estrategia rusa para contar con una rehén mediática que le otorgase cierta ventaja a Putin a la hora de negociar con Joe Biden. De hecho, la secretaria de prensa de la Casa Blanca afirmó desde el inicio que habían presentado “una oferta substancial” para resolver el caso.

El propio secretario de Estado americano, Antony Bliken, desveló el 27 de julio que su país había ofrecido un intercambio de prisioneros a Rusia. Con esta propuesta pretendían recuperar también, además de a la jugadora de baloncesto, al exmarine Paul Whelan, quien fue condenado a 16 años de cárcel en 2020 por espiar para su gobierno. Bliken no informó sobre a quién entregarían ellos en dicha negociación, aunque el New York Times aseguró que se trataba de Viktor Bout –conocido como 'El mercader de la muerte', quien inspiró una película protagonizada por Nicolas Cage-, un traficante de armas ruso que cumple condena en Estados Unidos desde 2008 por encabezar una operación internacional con la que vendían material a Al Qaeda y los Talibanes. Así ha sido. El intercambio (sin Whelan) tuvo lugar en el aeropuerto de Abu Dabi el pasado 8 de diciembre.

Hasta que eso sucedió, la estrella internacional de baloncesto fue trasladada por las autoridades rusas a una colonia penal, un lugar en el que los presos suelen realizar trabajos forzados, heredero de los campos de la era soviética. Allí, los condenados se alojan en barracones y son obligados a realizar cualquier tipo de durísimas actividades (en algunos casos relacionadas con la construcción, en otros se producen alimentos o ropa). De allí no suele salir nadie vivo.

Por suerte, Brittney Griner ha vuelto a casa por navidad. Se terminó la pesadilla, aunque pagando un altísimo precio ya que Viktor Bout está libre. Moralmente también ha suscitado un dilema ético. El tiempo dirá si podemos seguir disfrutando de la carrera deportiva de una de las mejores jugadoras del planeta (ella ahora afirma que sí volverá a jugar, pero hay que esperar a ver las secuelas que le deja todo lo sucedido). Lo importante es que se terminó ser una prisionera de guerra para Griner.

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