En la ciudad de Murcia, desde finales del año pasado y los primeros días de enero, estamos inmersos, en una serie de episodios de contaminación atmosférica por partículas PM10. El aumento de las emisiones de tráfico rodado pesado, junto a las quemas de rastrojos y las emisiones de algunos polígonos industriales en esta época de situación meteorológica anticiclónica, de tiempo estable, que nos ha llevado a esta situación de grave deterioro de calidad del aire. También, en otros períodos se produce contaminación por partículas debida a la intrusión de polvo sahariano.
En Murcia ciudad, a finales del mes de diciembre, se ha producido, como el año anterior, un episodio significativo de contaminación de partículas. En este episodio, durante ocho días seguidos, se ha alcanzado o superado el valor límite diario de 50 microgramos por metro cúbico, con un pico de 74 microgramos por metro cúbico el martes, 25 de diciembre. Durante los primeros de enero, se ha producido otro episodio de contaminación con algún pico como el día 3 de enero con 70 microgramos/metro cúbico.
Las partículas que se respiran en la atmósfera de nuestros entornos urbanos en forma sólida o líquida se pueden dividir, según su tamaño, en dos grupos principales. A las de diámetro igual o inferior a los 10 micrómetros se las denomina PM10 y a las partículas más pequeña, PM2,5. Estas últimas están constituidas por aquellas partículas de diámetro inferior o igual a los 2,5 micrómetros, es decir, son 100 veces más delgadas que un cabello humano.
Desgraciadamente, las micropartículas PM2.5 solamente se miden en la estación de Mompeán (Cartagena) de la red regional, no así en la estación de San Basilio, la que corresponde a Murcia. Esto tiene como consecuencia una ausencia de datos de estas micropartículas PM 2.5, más peligrosas si cabe que las PM10, porque por su pequeño tamaño llegan a los alveolos pulmonares y pueden pasar al sistema circulatorio.
La exposición crónica a las partículas se ha asociado con el aumento el riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Los incrementos de partículas PM10, provocan un aumento de los de ingresos hospitalarios de todas las causas cardiovasculares. La materia particulada tiene impactos significativos sobre la salud pública. Se calcula que el 25% de los las muertes por cáncer de pulmón, el 8% de las enfermedades pulmonares y el 15% de cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular son debidos a este tipo de contaminación.
Las partículas tienen también un impacto en el medio natural. Al depositarse sobre las hojas de las plantas pueden reducir la capacidad de intercambio gaseoso y afectar a la fotosíntesis. La evidencia científica considera que las partículas en suspensión son uno de los problemas de contaminación ambiental más severos, por sus graves afecciones al tracto respiratorio y al pulmón. Las PM10 están detrás de numerosas enfermedades respiratorias, problemas cardiovasculares, y cánceres de pulmón. Por otro lado, los estudios sobre efectos a largo plazo han estimado que la exposición a partículas en suspensión puede reducir la esperanza de vida entre varios meses y dos años.
Ante estos episodios de contaminación, el Ayuntamiento de Murcia ha activado el protocolo de anticontaminación que en su mayor parte son recomendaciones para el uso del coche pero sin medidas preventivas y precautorias efectivas como se han hecho en otras ciudades del estado.
Las principales vías de actuación para reducir la contaminación del aire urbano pasan por: la reducción del tráfico motorizado en las áreas metropolitanas, disminuyendo la necesidad de movilidad con un urbanismo de proximidad y potenciando en las ciudades el transporte público (en especial el eléctrico) y los medios no motorizados como la bicicleta o el tránsito peatonal; la reconversión ecológica del transporte interurbano desde la carretera a un ferrocarril convencional mejorado y socialmente accesible; el ahorro y la eficiencia energética; la recuperación de los estímulos para la generación eléctrica renovable, en sustitución de las centrales termoeléctricas a partir de combustibles fósiles; la adopción generalizada de las mejores técnicas industriales disponibles para la reducción de la contaminación y una fiscalidad ambiental que corrija de manera inmediata el favorable tratamiento otorgado desde hace años a los vehículos diésel, que causan el 90% de las emisiones contaminantes del tráfico urbano e interurbano.
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