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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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¿Listas amarillas para la España vaciada y humillada?

Candidatos de las cinco provincias de Castilla y León junto a Tomás Guitarte.

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La mala experiencia de las listas independientes en la costa, movidas generalmente por comerciantes o profesionales de perspectivas políticas localistas y proclamando siempre no ser de derechas ni de izquierdas, me asalta ahora con las listas electorales que han iniciado su despegue desde las provincias interiores, las de la llamada España vaciada, con el común lema de influir “desde dentro” en las decisiones políticas y en las distintas administraciones, evitando la decadencia dramática de la mayor parte del territorio español.

Al mismo tiempo, y como me sucedió en los años en que intervine con más intensidad en los conflictos de la costa, recuerdo las verdaderas luchas ecologistas por un litoral libre y a salvo del cemento y el ladrillo, o sea, de la construcción obsesiva que era, quizás, el principal objetivo, si bien no siempre declarado, de aquellas listas, que envolvían sus intenciones en la indignada, y aparentemente legítima, protesta de los agravios comparativos.

Quiero decir con estas evocaciones, que me he acostumbrado a creer más, mucho más, en los movimientos sociales crítico-reivindicativos que en las listas electorales particularistas o finalistas, con las que muy pocas veces ha podido comulgar, ni en el fondo ni en el estilo. Y me ha producido un rechazo inmediato, y así me sigue sucediendo, cuando me encuentro con quienes aseguran, ellos y su grupo, no ser “ni de izquierdas ni de derechas”. Primero porque esto suele ser falso, ya que en los grupos promotores casi siempre predomina el fondo conservador y derechoso, con frecuentes intenciones de resolver o atender problemas o intereses propios y concretos; y en segundo lugar porque, frente al abuso y la codicia en la costa o las dinámicas desintegradoras en el medio rural sólo se puede ir al combate con una ideología de izquierdas y un bagaje ecologista.

Por eso, ante las elecciones autonómicas, adelantadas, en Castilla y León, no me dejo convencer por esas listas que ya se han registrado en las provincias de Soria, Burgos, Palencia y Valladolid, sobre todo porque conozco el mundo de las reivindicaciones de izquierdas y ecologistas en esa región, que es el que posee, en el fondo y la forma, capacidad de convicción y claridad de ideas y objetivos. De un primer repaso a los contenidos de esas listas provinciales, según han aparecido en la prensa, deduzco que se trata de lo de siempre: ausencia de análisis en profundidad sobre las causas del abandono generalizado del territorio; silencio, en consecuencia, sobre los enemigos evidentes y bien conocidos de este proceso, sean personales, sean institucionales; exigencia de desarrollo socioeconómico sin claridad de ideas, ni económicas ni ecológicas; petición de infraestructuras aunque supongan poner el carro delante de los bueyes; proclamación de neutralidad política (el famoso y aborrecible “ni de derechas ni de izquierdas”), apelando a la “transversalidad” de los problemas y los objetivos, etc.

En gran medida, es como si actuara una ley poderosa sobre las medidas y las políticas que quieren redimir la España vaciada o nuestro campo, y que consiste en pensar, y hacer, las cosas al revés, y en estimular, no frenar, las causas del abandono y la degradación. De esta oleada de reivindicacionismo electoralista lo que me llega, teniendo en cuenta mi personal experiencia, es un airecillo fatalista e imitacionista, carente de imaginación o sabiduría, sin verdadera garra política (que es imprescindible si se quiere actuar en ese ámbito) y con algo de suicida.

Por supuesto que esta moda de las listas electorales provinciales, que imita el “modelo” aparentemente exitoso de Teruel Existe, responde a la realidad incontrovertible del maltrato a que nos somete, cada día con un poco más de ensañamiento, un sistema de democracia inválida, que tiene por norma someterse a los intereses empresariales, que pocas veces son los generales, y que insiste en no elegir a los mejores, lo que genera directamente los más insufribles males del país.

(No lo puedo evitar: desconecto mi interés cuando en el ideario de partidos, grupos o asociaciones localistas que pretenden aliviar problemas sociales importantes, aparece la reivindicación de más autovías, y no digamos si lo que piden es un AVE. Y como suele estar siempre ausente la sensibilidad ecológica, prefiero remitirme a esos grupos y plataformas que van proliferando, afortunadamente, con ideas claras, ánimo tenso y una resistencia a toda prueba; más la inteligencia necesaria para no temer a ningún castillo, por grande que parezca. Y, con el placentero movimiento de mi mecedora, que es ecológico a la par que filosófico, evoco el magnífico trabajo, por ejemplo, de la Asociación Hacendera, de Soria, que no necesita ir a las elecciones para poner en solfa y dar para el pelo a una necia coalición de políticos, empresas y medios de comunicación en una provincia de apabullante trayectoria oscurantista).

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