El Sur también existe y es más que un bar, aunque su nombre lo llevara antes una novela de Vázquez Montalbán o una extraordinaria película: `El Sur´ de Víctor Erice.
El Sur nuestro de cada noche, surgió de la mano de Antonio y de Fina, allá por febrero de 1987, Pilar y Ernesto, llegarían después, en plena efervencencia de una singular movida murciana.
Su nombre le ganó a otros. Estaba predestinado a llamarse “Almajara” que es un cañizo para resguardar las plantas de vivero. Otro de los posibles fue “Katre”. Y al final ganó El Sur. El Sur estuvo un verano cerrado, por 2013, pero resurgió remozado de la mano Israel Flores Zurro.
Por la historia de El Sur que ahora cumple 30 años han pasado miles de historias personales e intransferibles. Para cualquier persona del mundillo de la cultura que llegará a Murcia era un lugar de visita obligada y cualquier artista famoso siempre acababa capuzándose, al calor de la noche, en las copas de El Sur. Entre una especial tribu urbana de jóvenes inquietos, se arremolinaban, pintores, escritores, fotógrafos cinéfilos, periodistas, dramaturgos, poetas, junto a empresarios, notarios o arquitectos, en perfecta armonía. Nadie se sentía extraño al llegar a los procelosos mares de El Sur. En el El Sur se podía sentir el calor, las voces, pero siempre se escuchaba por encima de esos murmullos la buena música. Como no, era el lugar para todos aquellos que perdían el norte, todo era llegar al Sur y ahí se volvían a encontrar. En ese lugar de encuentro y de tertulia no existían ni muros ni fronteras. Esa la historia de un pasado que se funden con un presente.
Estas son las historias de El Sur. Sin embargo, El Sur sigue existiendo y son otras las generaciones que navegan por sus mares de aventuras placenteras, que de vez en cuando se encuentran con aquellos que hace tiempo navegaron en la misma barra, tal vez posados en esa rosa de los vientos grabada en la barra de madera, de una de sus esquinas. En el Sur se siguen cociendo nuevas historias, que cada uno guardará en su memoria cuando la brújula lo lleve en otra orientación. Aunque al Sur siempre se acaba por regresar. Ahí, uno se siente como en su casa, ante la misma barra de madera, con sus azulejos, bajo el techo de los planetas de cristal soplado de Flippy, que nos observan, mientras navegamos. Y ahora prosigue la excelente música, con una actividad cultural que no cesa, entre presentaciones de libros, recitales de poesía, cineforums, o performances sobre su pantalla gigante de video. Si te pierdes por Murcia y quieres encontrar buena gente, déjate guiar, el azar y la suerte te llevaran junto a la rosa de los vientos de El Sur. El Sur también existe.
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