Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Viaje al fervor juvenil ultracatólico: redes sociales, 'tradwives' y la nueva ola pop-mística

Jóvenes cristianos tras un encuentro

Gloria Piñero

6 de diciembre de 2025 21:40 h

5

En los últimos cuatro años, España ha visto cómo los movimientos juveniles ultracatólicos crecen en número, visibilidad e influencia digital. La proliferación de grupos como AUTE, fundado en 2021 por el influencer católico Quique Mira, coincide con la expansión de tendencias conservadoras globales en redes sociales: desde el ideal de la tradwife (“esposa tradicional”), promocionado por jóvenes estrellas de Instagram, hasta la estética del “catolicismo aspiracional”, donde crucifijos, escapularios y velas votivas encendidas como promesas conviven con reels de TikTok perfectamente editados.

Una mezcla entre espiritualidad y un conservadurismo militante y reivindicativo, que ha encontrado un inesperado —y posiblemente malinterpretado— impulso con el lanzamiento de LUX, el último y exitoso proyecto artístico de Rosalía, que ha reabierto el debate cultural en torno a una religiosidad que funde el pop con la iconografía católica.

No en vano, algunos sectores de la Iglesia han celebrado el lenguaje místico de la cantante catalana, mientras jóvenes ultracatólicos aprovechan su impacto para reforzar el papel de la religión y, de paso, reclamar una vuelta a modelos de feminidad “clásicos” que, según diversos colectivos feministas, suponen un retroceso en la lucha por la igualdad.

Vuelta al conservadurismo

Marta, una murciana de 24 años educada en el catolicismo, que dejó su ciudad natal para instalarse en Sevilla tras casarse con Jesús, de su misma edad, es una de esas jóvenes que defiende que mujeres y hombres “no somos iguales”. No se refiere a una cuestión biológica; habla desde un punto de vista antropológico y teológico, para lo que se apoya en las catequesis de Juan Pablo II y, sobre todo, en su carta apostólica Mulieris Dignitatem que versa sobre la dignidad y la vocación de la mujer.

Según esta visión, la mujer y el varón son iguales en derechos, pero “diferentes y complementarios en su ser y en su misión”. Y la de las mujeres, según las tesis de Karol Wojtyła, a quienes atribuye una “especial sensibilidad para el amor, el cuidado y el servicio”, se expresa “de modo eminente en la maternidad”. Por ello, el papel de la mujer “no es reivindicar el poder, sino el servicio”. Una idea que Marta abraza desde el convencimiento de que “el regalo más grande es dar vida” y que le lleva a no comprender que haya mujeres que “trabajan y congelan óvulos para tener hijos a los 40”.

Su marido, que pide estar presente en la entrevista, se hace enseguida con el protagonismo en la conversación. “Vivimos en la sociedad del no parar, de la sobreestimulación, de no pensar mucho ni dedicar tiempo para hacernos preguntas sobre la vida…”, explica. Y culpa a las ideologías modernas de “engañar” a las personas: “Te dicen que puedes ser lo que quieras y alcanzar la felicidad por ti mismo, pero al final te das cuenta de que este ritmo de vida no nos hace felices y tampoco ofrece respuestas”, argumenta. “Por eso, nosotros decidimos parar y ver qué nos decía el corazón”.

Ambos aseguran que encontraron el camino, “que es el Señor”, a través de AUTE, que definen como “un puente entre los jóvenes y la iglesia”; un “apostolado” desde el que poder “vivir la fe con nuestro grupo”.

Pero, en el modo en que se organiza este movimiento surgen las primeras grandes incongruencias. Como el uso del marketing “adaptado a la iglesia”, que despliegan en redes sociales como Instagram o TikTok, cuyas dinámicas, inequívocamente mundanas, no son precisamente proclives a la introspección, la reflexión sosegada, el cultivo del espíritu o el desarrollo del pensamiento crítico.

También utilizan una aplicación móvil llamada WayUpp —“encontrar un sitio en la casa de Dios será más fácil que nunca”, es su reclamo publicitario— para informarse sobre diferentes movimientos religiosos (Hakuna, Opus Dei, Comunión y Liberación…), retiros espirituales (Effetá, Bartimeo, Seminario de Vida en el Espíritu...) y parroquias con “vida joven” en todas las ciudades de España. Además, la organización les ofrece “formación mensual”, y dispone de una escuela de liderazgo, “Kaleo”, cuyo objetivo es “levantar líderes fuertes y sanos, que estén listos para construir el reino de Dios”. Desde ahí, realizan actividades de team building —una técnica de construcción de equipos que utilizan muchas empresas— y, por supuesto, promueve el voluntariado como cuerpo de combate frente a lo que consideran “un constante bombardeo de imágenes vacías que, en definitiva, hacen mella en nuestras almas”.

“Kaleo” es una escuela de liderazgo cuyo objetivo es “levantar líderes fuertes y sanos, que estén listos para construir el reino de Dios”. CEDIDA

AUTE: evangelización 2.0 y estética digital

Alentado por jóvenes que querían comunicar la fe con un “lenguaje actual”, AUTE nació en plena postpandemia, en un momento de gran inseguridad vital para la población adolescente, que, según José Antonio Luengo, decano y presidente del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, se mostró “altamente vulnerable” a los estragos psicológicos de la crisis del COVID-19, incluido el confinamiento.

Sus miembros suelen describir el proyecto como un espacio de evangelización multimedia que lo mismo recurre a vídeos verticales que a retos, testimonios, eventos o música. La estrategia funciona: una estética pulida y un mensaje que combina espiritualidad con un discurso moral claro sobre sexualidad, familia y roles de género, que ha conseguido decenas de miles de seguidores en apenas cuatro años.

Asistencia a una misa por parte de miembros de un grupo de jóvenes cristianos en España. CEDIDA

En el canal oficial del movimiento se multiplican los vídeos que presentan la vida católica como un camino de autenticidad en contraste con “la confusión del mundo moderno”. La narrativa resulta atractiva para algunos adolescentes y jóvenes que buscan certezas en un entorno inestable. Sin embargo, críticos y analistas subrayan que ese mensaje espiritual viene acompañado de posturas ultraconservadoras sobre la mujer, el matrimonio o el aborto, que —aunque no siempre enunciadas explícitamente— se despliegan en la selección de contenidos y en los “testimonios de conversión” y entrevistas a invitados más virales.

Vidas “bonitas, ordenadas, con sentido”

Javier, de 19 años, estudiante de ingeniería y miembro de un grupo de AUTE en Valencia, asegura que el movimiento le permitió “ordenar ideas” en un momento de crisis personal. “Yo venía de un ambiente donde todo era relativismo. Me agobiaba no saber quién era o qué quería. En AUTE encontré gente joven que hablaba, sin miedo, de valores firmes. Por primera vez sentí que había un proyecto de vida claro, que no estaba solo. Y sí, defendemos que el matrimonio y la familia tradicional funcionan. No entiendo por qué eso molesta tanto”.

Para Javier, la gran fortaleza de AUTE es su capacidad de “usar TikTok mejor que los propios influencers profesionales”. Y no duda en señalar que parte del atractivo radica en mostrar “vidas bonitas, ordenadas, con sentido”.

Aquí, los algoritmos de TikTok, Instagram y YouTube han jugado un papel crucial en la expansión de estos movimientos. Por ejemplo, desde 2022, el contenido etiquetado como #tradwife se ha multiplicado en español: mujeres jóvenes —como Marta— hablando de renunciar a la ambición laboral para dedicarse al hogar, tutoriales de “cómo vestirse de forma recatada” y vídeos que presentan el matrimonio católico como la vía hacia la plenitud femenina.

Ama de casa joven en la cocina. ARCHIVO (Imagen libre)

Aunque muchas de estas creadoras se consideran simplemente “contraculturales”, expertas en igualdad de género alertan de que el fenómeno está siendo instrumentalizado por grupos ultraconservadores para reforzar discursos que cuestionan avances conquistados por el feminismo, como la autonomía económica, el acceso a la educación sexual o los derechos reproductivos.

“Mi mejor amiga descubrió el movimiento tradwife en Instagram. Eso lo cambió todo”

Irene, de 22 años, explica cómo estos contenidos han influido poderosamente en sus relaciones personales: “Mi mejor amiga empezó a ver vídeos de chicas súper monas, todo blanco y beige, hablando de limpiar por amor a Dios y de que la verdadera libertad es obedecer. Al principio me hacía gracia, pero luego dejó la universidad y empezó a vivir a la sombra de su ‘prometido’. A veces temo que haya cambiado su libertad por no se sabe muy bien qué”.

Para esta joven, que reconoce abiertamente que no es creyente, estos discursos funcionan ante personas especialmente sensibles que tienen “la sensación de que el mundo está demasiado loco y que ser tradicional es volver a lo seguro”. Lo que le preocupa ahora es la presión que siente su amiga por “ser pura, perfecta y sumisa”, algo que ella observa “cada vez más habitual en redes”.

Organizaciones feministas consultadas por elDiario.es Región de Murcia alertan de que la presión social ejercida por estos contenidos puede afectar a chicas muy jóvenes, especialmente si carecen de referentes alternativos o si viven en entornos donde el discurso religioso es el dominante.

Los límites de la fe convertida en militancia

Aunque el auge de estos movimientos es innegable, también se observan tensiones internas. No todos los jóvenes católicos se sienten representados por los discursos más radicalizados. Muchos valoran la espiritualidad, pero rechazan la carga moralizante o el activismo contra derechos consolidados como el matrimonio igualitario o el aborto.

Es el caso de Luis [nombre ficticio], de 20 años, que pide mantener el anonimato, y que formó parte de un grupo juvenil católico cercano a AUTE durante casi un año: “Me gustaba la música, los encuentros, las charlas… Pero cuando conté que era gay, todo cambió. No me insultaron, pero me empezaron a tratar como a alguien que necesitaba ser corregido. Cada conversación era sobre castidad, sacrificio y la renuncia a mi identidad. Me fui porque ser yo mismo me convertía en ‘problema’”.

Luis explica que, tras su salida, recibió mensajes privados de otros chicos que sentían lo mismo. “Hay mucha gente atrapada entre la fe y el miedo. Y eso no lo cuentan en los vídeos”, concluye.

Su experiencia se reafirma en las palabras expresadas por Jesús, el marido de Marta, que manifiesta una posición muy marcada ante las relaciones afectivas entre personas del mismo sexo. “Nosotros defendemos un amor concreto, que es el que nos ha revelado Jesucristo en los Evangelios”. Y sentencia: “Dios no bendice todos los amores”. Para él, ni el homosexual ni tampoco el que surge de la infidelidad o el que implica sexo antes del matrimonio.

Jóvenes en un encuentro con motivo religioso en la Región de Murcia. CEDIDA

Otra joven que también decidió distanciarse de AUTE después de participar en varios encuentros de evangelización es Ana, de 23 años. “Yo soy creyente, pero tengo una visión distinta. Me impactó escuchar a chicas muy jóvenes decir que el aborto es siempre asesinato, incluso en casos de violación o de peligro para la vida de la madre. Cuando pregunté si había excepciones, me dijeron que no, que Dios nunca quiere el mal. Ahí entendí que ese espacio no era seguro para mí”, cuenta.

Ana, estudiante de Filología en Granada, asegura que muchas jóvenes se sienten atraídas primero por la estética, “limpia, ordenada, casi aspiracional”, pero descubren más tarde un trasfondo que no encaja con su visión de la igualdad. “Te venden pureza espiritual, pero lo que hay detrás es puro control: de cómo vistes, de con quién sales, de lo que haces con tu cuerpo. Y eso choca con los derechos por los que mujeres como mi madre han luchado tanto”.

¿Retroceso o búsqueda de sentido?

El impacto del auge ultracatólico juvenil y del ideal tradwife plantea un debate complejo. Para muchos jóvenes, se trata de un refugio espiritual en tiempos de incertidumbre, crisis y conflicto. Para organizaciones feministas y colectivos LGTBIQ+, representa un riesgo real: el renacimiento de discursos que promueven modelos de sumisión femenina, familia jerárquica y rechazo a la diversidad.

El análisis político coincide en que estos fenómenos no son aislados: están conectados con un auge internacional de movimientos conservadores digitales, presentes desde Estados Unidos hasta América Latina. Y España, con una tradición católica arraigada, ofrece un terreno especialmente fértil para que estas narrativas encuentren eco.

Jóvenes cristianos reunidos en Lorca, Región de Murcia. CEDIDA

La clave, según los expertos, no es solo el mensaje, sino el medio. Las redes permiten que un discurso minoritario —tal y como publicó recientemente este medio, los datos sostienen que seis de cada diez jóvenes se declaran “sin religión” y que la vuelta a la espiritualidad tiene más adeptos en el yoga o la meditación que en las iglesias— parezca mayoritario gracias al efecto de la viralidad. Los formatos breves favorecen simplificaciones: vídeos de 15 segundos donde una joven con estética angelical afirma que “la verdadera libertad consiste en obedecer a Dios”, o un chico hablando de “cómo la castidad salvó su vida”.

Estos contenidos comparten estética, banda sonora y narrativa emocional. En un entorno saturado de mensajes, lo que triunfa es lo que emociona; y estos movimientos lo saben.

El peligro de la espiritualidad como herramienta para limitar derechos

Llegados a este punto, la pregunta capital es cómo este auge afectará a la lucha por la igualdad de derechos en España. Porque no se trata de un movimiento masivo, pero sí influyente. Y, al circular entre adolescentes y jóvenes, sus mensajes pueden crear una percepción distorsionada de lo que significa “ser mujer” o “formar una familia”, presentando la sumisión como una forma de plenitud, la renuncia profesional como una vocación divina o la homosexualidad nuevamente como un pecado.

El reto, coinciden especialistas, no es negar la espiritualidad, sino garantizar que no se utilice como herramienta para limitar derechos ya reconocidos. España ha demostrado en las últimas décadas que es posible combinar la libertad religiosa con el avance feminista. Lo que está en juego ahora es evitar que el creciente poder narrativo de las redes sociales incline la balanza hacia modelos de desigualdad revestidos de estética devocional.

Mientras tanto, los jóvenes siguen buscando respuestas a una realidad marcada por la precariedad laboral o la dificultad para acceder a la vivienda y la emancipación. Algunos las encuentran en la firmeza moral de movimientos como AUTE. Otros, en un espiritualismo cultural como el de Rosalía. Y muchos, en la duda, ese territorio intermedio donde se libra hoy la angustiosa batalla por su futuro.

Etiquetas
stats