El “secuestro” del Grupo Parlamentario de Ciudadanos pone en entredicho el funcionamiento de la Asamblea Regional
No les bastó con arrebatar el timón de la moción de censura a sus compañeros de partido y dar al traste con la operación, ni con ocupar un sillón en el mismo Consejo de Gobierno del PP que pretendían desalojar del poder apenas unas horas antes a través de un acuerdo que rubricaron en un documento oficial. A los cuatro tránsfugas de Ciudadanos no les ha bastado con esos movimientos y han abocado a su Grupo Parlamentario a un callejón sin salida. O, sí, que los únicos dos diputados que quedan de Ciudadanos -Ana Martínez Vidal y Juan José Molina- en la Asamblea Regional de Murcia pasen al grupo mixto, para que -paradójicamente- los otros cuatro -declarados tránsfugas por el partido y expulsados del mismo- se queden con el Grupo Parlamentario. En la Asamblea Regional empiezan a abundar los tránsfugas. Ya van siete con los otros tres expulsados en junio de 2020 por la dirección nacional de Vox. También esa jugada le salió mal al partido de Santiago Abascal. Sus díscolos siguen operando en sede parlamentaria bajo sus siglas, arrinconando en este caso al único diputado que quedó afín a la formación de extrema derecha, Pascual Salvador. Sin elecciones anticipadas, el reglamento de la Cámara les da cancha hasta que expire la legislatura.
No ha durado ni un mes Francisco Álvarez como consejero de Empleo, Investigación y Universidades. 26 días ha estado al frente de la cartera, de la que dimitía el pasado miércoles para convertirse en portavoz parlamentario de Ciudadanos en la Asamblea regional. Así culminaba una maniobra urdida junto a sus compañeros tránsfugas de la formación naranja, Isabel Franco y Valle Miguélez. Álvarez votará semana tras semana en nombre de los seis diputados del fragmentado y destruido Grupo naranja. Sin embargo, su adhesión incondicional a las decisiones del Partido Popular está garantizada, así como la de los 'díscolos' de Vox.
Los tres expulsados, por tanto, mediante esta maniobra, han conseguido propiciar un giro brusco al rumbo político de la Asamblea: con Francisco Álvarez de portavoz y el beneplácito de Castillo, aseguran no solo el control total del Grupo Parlamentario, sino su presencia definitiva en la Junta de Portavoces de la Asamblea, que es el órgano mediante el cual se establece la actividad parlamentaria cada semana, incluidas, por supuesto, las comparecencias de los miembros del Consejo de Gobierno para rendir cuentas ante la oposición. El resultado será también que dos partidos, Ciudadanos y Vox, no tendrán representación en la Asamblea y estarán secuestrados por la postura del Gobierno.
Martínez Vidal informó a la dirección nacional del partido de las decisiones efectuadas tan pronto como concluyó la reunión. “No nos permitían hacer recesos, ni estudiar las propuestas que presentaron. Han secuestrado el Grupo Parlamentario”, declaraba desde el atril de la sala de prensa, una vez su compañero Molina terminó de hablar. Con la portavocía y las Comisiones ahora en manos de los tránsfugas, el Partido Popular asegura para el resto de la legislatura no solo su supremacía en el parlamento: también la superioridad numérica en los órganos democráticos de control del Ejecutivo que presiden. Martínez Vidal y Molina denunciaban la “anomalía” desde el punto de vista ético y legal alegando una mezcla cuestionable de los poderes Legislativo y Ejecutivo.
José Miguel Rojo y Francisco Javier López Carvajal, politólogos, coinciden en lo insólito de la situación. “Debería haber una vía jurídica para que nadie pudiera apropiarse de la marca de un partido. La Asamblea regional, tal y como la votaron los murcianos, no tiene nada que ver con la configuración actual. De ahí que casi todos los partidos estén pidiendo elecciones”, ha apuntado Rojo en declaraciones a este medio. “Lo que ha sucedido es legal, pero no es ético ni estético. La figura del presidente de la Asamblea queda en entredicho”, ha señalado por su parte López Carvajal, “lo lógico sería que se votase un nuevo presidente, no solo por su abstención de ayer, sino porque la aritmética de la Cámara ha cambiado completamente”.
Los tránsfugas, en las comisiones
Martínez Vidal y Molina quedaron apartados de los puestos de responsabilidad de todas las Comisiones, salvo de una. Dentro de las Comisiones Legislativas, el propio Molina, hasta ahora presidente de la Comisión de Educación y Cultura, será relevado por Francisco Álvarez. El nuevo portavoz también dirigirá la de Industria, Trabajo, Comercio y Turismo, y será secretario en Asuntos Generales, en Economía, en Política Territorial y en Sanidad. Por su parte, Isabel Franco y Valle Miguélez se repartirán el resto de puestos con la aparente precaución de no formar parte de aquellas Comisiones correspondientes a sus responsabilidades de gobierno, pero con la indiscutible voluntad de relegar de todas ellas a Molina y Martínez Vidal, que únicamente tendrán presencia en la Comisión de Peticiones y Defensa del Ciudadano, prácticamente inactiva.
Las Comisiones de Investigación también han sufrido cambios: Francisco Álvarez será secretario de la Comisión del Agua, de la de Discapacidad, de la encargada de la llegada de inmigrantes irregulares y del Plan de Reactivación Económica y Social por el impacto del Coronavirus. Asimismo, será presidente de la Comisión de Medidas del Mar Menor y de la Comisión especial de vacunación contra la Covid-19, la más polémica de todas tras el escándalo del 'vacunagate' por el que tuvo que dimitir el antiguo consejero de Salud Manuel Villegas. En todas ellas, igual que en las Legislativas, Valle Miguélez e Isabel Franco se turnarán los puestos de miembros restantes.
El Grupo de Vox, también reunido
Al partido de Santiago Abascal tampoco le salió bien la jugada en el terreno parlamentario cuando expulsó hace ya diez meses a sus tres diputados ‘díscolos’ en la Región de Murcia: Francisco Carrera, Juan José Liarte y Mabel Campuzano, que comparten el Grupo con Pascual Salvador, afín al aparato de la ultraderecha y el único de los cuatro bajo la disciplina del partido.
La dirección nacional de Vox suspendió de militancia a Carrera, Campuzano y Liarte el pasado 23 de junio por decidir unilateralmente el despido de cuatro trabajadores de su Grupo Parlamentario “al haber detectado irregularidades”. Pero ya entonces los tres diputados lo tenían muy claro, y no dudaron en enrocarse en su escaño para mantenerse dentro de las siglas de Vox: “El reglamento del Parlamento nos avala y hay un informe favorable para no dejar nuestras actas”.
Con el reglamento del Parlamento del lado de los ex Vox, Santiago Pascual quedó relegado a un segundo plano y durante estos meses su protagonismo se ha visto muy reducido en las comisiones parlamentarias. “No se le ve por el Parlamento, no acude ni al despacho”, se rumoreaba por los pasillos. Sin embargo, la reciente moción de censura al Gobierno del PP y sus efectos colaterales han transformado también la relación entre los miembros del Grupo Parlamentario de Vox, y sus relaciones podrían volver a engrasarse y tomar nuevos derroteros. El pasado miércoles, los cuatro miembros se reunieron para reorganizar los trabajos “a raíz de la entrada en el Gobierno de la Región”. Aprobaron una propuesta para asignarle a Salvador más responsabilidades.
Según explican desde el entorno de los díscolos para justificar el nuevo movimiento, Pascual Salvador había manifestado a través de la prensa su “descontento” porque el Grupo Parlamentario le tenía asignadas pocas Comisiones. Igualmente -continúan- se le recordó que su despacho en la Asamblea, los medios materiales del grupo parlamentario y la asistencia de sus trabajadores “siguen plenamente a su disposición como lo han estado en todo momento, invitándolo a acudir a su despacho y colaborar con los trabajos del grupo”.
Preguntados por la posibilidad de haber limado asperezas con la dirección regional y nacional de Vox, los disputados díscolos ponen de relieve que ellos nunca se apartaron de la cúpula del partido; sino que fue el aparato quien los expulsó a ellos “por tratar de denunciar una serie de irregularidades”. Y aunque lo consideran una “hipótesis que no se baraja”, si el aparato del partido quisiera un día hablar con ellos “sería bien recibido”.
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