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Ginés Martínez, vocal de la Asociación Murcia Cohousing: “Hay quién no quiere entrar en una residencia pero tampoco depender de sus hijos”

Ginés, en primera fila con sudadera azul, junto a algunos de sus compañeros inmersos en el proceso del cohousing

Erena Calvo

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Difundir un modelo de vida comunitario en las distintas etapas de la vida y facilitar la creación de grupos humanos para tal efecto, son algunos de los objetivos de la Asociación Murcia Cohousing, que arrancó su andadura hace ya más de 4 años. Hablamos con Ginés Martínez, vocal de la asociación y miembro de uno de los círculos inmerso en un proceso para crear una comunidad. Informático jubilado (71 años), “viví con mi familia en el barrio de Los Rosales (Murcia), donde las calles son peatonales y todos éramos una familia; se pueden extraer experiencias muy positivas de ese compartir con los vecinos”.

¿Cómo se forma la asociación?

Éramos un par de grupos de personas con el mismo objetivo de modelo de vida, queríamos estudiar las posibilidades de las viviendas colaborativas, que nos parece muy enriquecedor a nivel humano y social. Nuestro objetivo es difundir este modelo de vida, y ayudar a los nuevos grupos en su periplo. Además de reivindicar el reconocimiento de las administraciones públicas.

¿En qué pueden colaborar las administraciones regionales y locales?

La forma más sencilla es reconocer que este modelo es válido para colectivos de jóvenes y también personas mayores, porque todavía hay personas que lo confunden con la multipropiedad. Puede ser una buena opción para personas senior o para familias que quieren compartir la crianza de sus hijos y el reconocimiento de las administraciones ayuda a derribar prejuicios. En otras comunidades autónomas ya están colaborando cediendo suelo público.

¿En qué etapa nos encontramos en la Región?

En Murcia existe un plan, Haciendo Hogar, donde se recogen una serie de programas para ceder suelo y se contempla el cohousing para poder optar a determinadas ayudas o fondos del Plan Estatal de la Vivienda 2022/2025. Pero tiene que quedar claro que la acción principal tiene que partir de los grupos humanos interesados, que la administración no es la responsable de hacer promociones de viviendas para cohousing.

¿Cómo se traduce en la práctica?

Para arrancar se necesita un grupo cohesionado, vinculado con unos valores y unos principios. Es muy importante que exista esa unión para afrontar los problemas que puedan surgir en la convivencia. Hemos hecho muchos talleres de creación de grupos, para detectar afinidades y tenemos 6, en distintos niveles de desarrollo. Tienen que decidir cómo y dónde quieren vivir, buscar un terreno si no lo tienen para poder edificar, o adquirir un edificio terminado o por reformar para darle uso de vivienda. Tendrán que determinar los espacios privados y los comunitarios. En Europa está muy desarrollado, es la vivienda del futuro.

¿Cómo se organiza?

Se reducen los espacios privados a lo estrictamente necesario, baños, habitaciones para dormir... en algunos casos incluso las salas de estar o las cocinas pueden ser comunitarias, depende de lo que cada grupo quiera. Se pueden compartir también por ejemplo estancias como un taller de herramientas de bricolaje, o algunos electrodomésticos como la aspiradora o la lavadora; lo que redunda en la sostenibilidad y fomenta el desarrollo de habilidades y relaciones sociales. Se trata de romper el modelo actual de vecinos apiñados en bloques donde no conocemos a prácticamente nadie.

¿Y en cuanto a la forma jurídica?

Se suele constituir como cooperativa sin ánimo de lucro, a través de ella se promociona todo el proceso hasta que termina la construcción pero luego la división que se hace no es horizontal -como se acostumbraba- para evitar la especulación. La propiedad la mantiene siempre la cooperativa, tanto de los espacios privados como de los comunes, que se ceden a los socios de por vida o mientras quieran formar parte del proyecto. Eso garantiza una estabilidad.

¿Qué iniciativas hay en la Región de Murcia?

Dentro de la asociación hay varias en distintos niveles de desarrollo, pero fuera también hay movimientos. Tenemos un grupo que ya cuenta con terreno y licencia de obra y están empezando a construir; son un grupo de cinco familias jóvenes con niños que tienen el objetivo de compartir crianza. Hay otro grupo intergeneracional más numeroso también con terreno y un equipo de arquitectos diseñando el proyecto. Contamos, por ejemplo, con otro círculo senior que quiere instalarse en una zona de montaña. Y otro que es todavía un embrión y del que formo parte.

¿Qué objetivos tiene el cohousing senior?

Está formado por personas que no quieren entrar en una residencia pero tampoco quieren depender de los hijos, ser abuelos maleta que van de casa en casa. Buscan autonomía, capacidad de decisión, mantener un estilo de vida activo y buscan su espacio. Es un estilo de vida positivo para el individuo pero también para la comunidad que le rodea.

¿En qué sentido?

Lo habitual es que estos grupos tengan un compromiso con su entorno para compartir sus capacidades y saberes, su medio físico para impartir talleres, clases... Hay viviendas colaborativas ya en España que ponen a disposición del vecindario sus espacios comunes, por ejemplo, para dar apoyo en las extraescolares a los más pequeños o para hacer actividades deportivas como pilates. Son elementos dinamizadores del entorno social. También puede ayudar a mitigar la despoblación si hay comunidades que se asientan en zonas rurales con éxodo poblacional. Es algo muy potente.

¿Es una opción que requiera una alta inversión?

En cuanto a la construcción, al ser la cooperativa la promotora se ahorran los gastos de los intermediarios (entre un 20 y un 30%). Si además los ayuntamientos o las comunidades autónomas ceden terreno, reducimos otro 30% que suele ser el valor medio del suelo sobre el total de un proyecto. La cesión de uso sí que tiene un coste mensual pero también lo decide el grupo en función de los servicios de los que se dote. Hay algunos que incluyen la comida diaria, o la limpieza de las viviendas privadas, atención para personas con un grado de dependencia alto... son factores que pueden encarecer. Pero una vivienda colaborativa con los servicios básicos podría costar mensualmente entre 500 y 700 euros.

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