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La fiebre del girasol: agricultores navarros recuperan su cultivo por los efectos de la invasión rusa de Ucrania

Campo de girasoles.

Rodrigo Saiz

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Iosu Estenaga es un agricultor navarro que, al igual que muchos otros trabajadores del sector primario, está pensando recuperar este año el cultivo de girasol. La invasión rusa de Ucrania, país del que España importa la mayoría del aceite de girasol que se consume, sumado al incremento del precio del abono (se ha triplicado en el último año), está empujando a muchos agricultores de la comunidad foral a sembrar girasol, que requiere de muchos menos recursos. Otro incentivo es la posibilidad de que el año que viene la oferta de este producto se reduzca por la guerra en Ucrania en plena temporada de siembra. “Es una forma de arrimar el hombro para que el precio del aceite de girasol no siga subiendo”, añade Iosu.

Desde la sociedad pública Intia, que se dedica al apoyo en la innovación del sector agrario en Navarra confirman que han sido varias las decenas de llamadas que han recibido en las últimas semanas de agricultores interesándose por el cultivo del girasol. “Son agricultores que tienen cultivos de regadío y que en esta época sembrarían maíz, pero que por la subida de los precios del abono y los combustibles, están buscando otras alternativas más económicas”, explica a este periódico Amaia Barredo, técnica de experimentación de cultivos extensivos de cereales.

“El maíz necesita humedad y calor por lo que requiere mucho abono y fertilizantes. En cambio, el girasol tan solo necesita de una superficie más profunda, ya que hace mucha raíz, para acumular agua, por lo que es mucho más barato de producir”, apunta Miguel Unzué, agricultor de Monreal, localidad de la Cuenca de Pamplona, que lleva sembrando girasol “toda la vida”. Desde Intia calculan que en comparación con el maíz, el girasol requiere un tercio de abono y la mitad de agua, lo que lo convierte “en una alternativa muy interesante aunque dé menor rendimiento”, señala Amaia Barredo.

Muchos miran también al girasol por una cuestión de necesidad. La invasión rusa de Ucrania ha comprometido la campaña de siembre en este país, del que España importa un gran porcentaje del aceite de girasol que se consume, que podría comprometer la demanda del año que viene. “Este año no va a haber problema de falta de aceite, el problema puede ser el año que viene porque lo que se cultiva ahora hasta marzo de 2023 no será aceite”, indica Miguel Unzué.

Es el caso de Jon Estenaga, que se dedica más al cultivo de invierno y que no suele sembrar nada en primavera. “Ahora tengo sembrado forraje que luego utilizo para alimentación animal e igual adelanto la siega un poco y planto girasol para ayudar de alguna forma a que haya más oferta”, explica.

Mayor superficie para cultivar

Por otro lado, la modificación de la normativa nacional de aplicación de la Política Agraria Común (PAC) para permitir utilizar para el pasto o el cultivo las superficies de barbecho en la campaña de este año va a permitir a los agricultores disponer de mayor superficie para la siembra, lo que implicará una mayor producción.

“Por lo general cultivo unas 10 hectáreas de girasol y este año podré cultivar cinco más de una tierra que por esta época la suelo tener en barbecho”, detalla Miguel Unzué. Sin embargo, desde Intia alertan de un posible problema de demanda de semilla de girasol si finalmente son muchos los que optan por este cultivo para la primavera. “Las campañas se planifican en la campaña anterior, y no estaba previsto un aumento de la demanda de girasol para este año”, señala Amaia Barredo.

Las ayudas de la PAC convirtieron a Navarra en los años 90 en una gran superficie de cultivo de girasol, incluso en zonas “donde no sale bien”. En una época en la que las ayudas estaban ligadas a la superficie sembrada en lugar de a la producción como ahora, la comunidad foral se llenó de girasoles, que muchas veces “ni siquiera se recolectaban”, según apunta la técnica de Intia Amaia Barredo.

Así, se pasó de cultivar más de 24.000 hectáreas de girasol en la década de los 90 a las en torno a 4.500 que se cultivan ahora. Este año, el aumento del precio del abono y las energías, sumado a la guerra de Ucrania, hará que vuelva a crecer la producción de girasol, cuya cosecha se prevé para septiembre.

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