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Un canal contra la leucemia infantil

Jacobo Parages, Félix Campano y Peio Ormazábal completaron el reto del canal de Menorca.

Garikoitz Montañés

Pamplona —

“Ahora no me apetece nadar. Lo he intentado, pero no tengo motivación. Tendré que descansar al menos un par de meses”. Peio Ormazábal se ha ganado el descanso del guerrero. Este pamplonés completó el pasado 24 de julio a nado los 40 kilómetros que separan Cala Ratjada (Mallorca) y Cap d’Antrutx (Menorca). Solo once personas han conseguido hacerlo. Y, en este caso, la motivación de Peio y otros dos nadadores, Jacobo Parages y Félix Campano, era reunir fondos para un proyecto de investigación contra la leucemia infantil. En total, han reunido casi 56.000 euros, aunque espera que alguna empresa aporte alguna otra donación después del reto, puesto que calcula que conformar un equipo de investigación cuesta 75.000.

¿Y qué lleva a un pamplonés a enfundarse un neopreno y bracear en mar abierto durante doce horas? Ormazábal es, ante todo, aficionado a la bicicleta. Pero un día se planteó el reto de cruzar el estrecho de Gibraltar y vio que otras personas, como Jacobo Parages, afectado por la enfermedad reumática espondilitis anquilosante y tras superar un tumor, lo hacían por una buena causa. Y se animó. Necesitaba ese extra de motivación para un deporte, la natación, que a diferencia de las vistas que se ven desde la bici, las conversaciones con otros compañeros o el almuerzo al final del trayecto, es agotadora física pero sobre todo psicológicamente. Porque “sin esa motivación extra, sin una causa por la que nadar, habría tirado la toalla”, asegura.

Pero este nadador aficionado ha encadenado ya varios proyectos. Ormazábal, que también empezó dando clases de natación a grupos de 30 alumnos con síndrome de down, ahora imparte clases particulares a otros dos pequeños, Jonan e Iñigo. Tras cruzar el estrecho, para su siguiente reto se planteó ir más allá y así surgió la posibilidad de cruzar a nado el canal de Menorca por la leucemia infantil. Y, junto a los compañeros Jacobo y Félix, le dieron el nombre ‘Tres hombres contra el mar’, en colaboración con la fundación Uno entre cien mil y la plataforma 1km 1 sonrisa.

Durante todo el año, se preparó para el momento de cubrir a nado lo que otros hacen en avión o en barco. 40 kilómetros. Entrenó “a conciencia” en una piscina y los fines de semana, en San Sebastián, con un amigo dándole comida desde un kayak. Era la forma más parecida a probarse sobre el terreno, porque nadar a mar abierto es muy distinto a todo, según describe.

Oleaje, medusas y agua de mar

Acudieron a Baleares y, tras prever una estancia de una semana, lo intentaron al segundo día, cuando el estado de la mar parecía idóneo. Para Ormazábal, había varios problemas a tener en cuenta. La dificultad del oleaje, las medusas (clave, para ello, llevar un traje de neopreno), tragar agua… un proceso que, en definitiva, es “agónico y angustioso”. Los tres nadadores lo hicieron a la vez, consensuando el ritmo y parando cada media hora para recibir avituallamiento: algo de bebida, proteína líquida, plátano y, en el caso de Ormazábal, pastelitos. “Es algo a lo que me he habituado. Se me deshacen en la boca y me funcionan mejor que los geles que toman mis compañeros”, explica.

Y lo consiguió. Esta semana incluso fue recibido en la Casa Consistorial por el alcalde de Pamplona, Enrique Maya. ¿Le convierte esta repercusión en el David Meca navarro? Peio Ormazábal huye de la figura del popular deportista, y se fija más en referentes como el nadador profesional Jaime Caballero, quien por ejemplo en 2013 cruzó el Canal de la Mancha. Ida y vuelta. Así que Ormazábal ya se plantea nuevos retos, como precisamente atravesar el año que viene, durante la segunda semana de julio, el estrecho de Gibraltar. Pero también ida y vuelta. Lo hará junto a otros tres nadadores y por una nueva meta: recaudar fondos contra la esclerosis lateral amiotrófica. Porque, según defiende, “lo importante no es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos”.

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