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ENTREVISTA | Nuria Labari, escritora

“En el paritorio nacen dos personas: el hijo y la madre abnegada; y nos creemos que esto no es impuesto culturalmente”

Nuria Labari

Lucía M. Quiroga

Nuria Labari empezó a escribir La mejor madre del mundo cuando sus dos hijas eran muy pequeñas. Escribía de manera clandestina. “Recuerdo escaparme de casa para escribir fuera, sobre todo en bares. Me sentía mal, era como tener un amante. Pensaba que eran momentos que les robaba a las niñas”, cuenta. Lo terminó años después, gracias a una beca que le permitió estar fuera de casa quince días. “Sin casa, sin trabajo, sin familia… solo me dedicaba a escribir. Ni me imaginaba que iba a poder avanzar tanto en tan poco tiempo”, explica. Periodista y escritora, Labari escribió un libro de cuentos y otra novela antes de publicar La mejor madre del mundo, editada por Random House en febrero de este año.

Vivimos un boom de libros sobre maternidad, ¿era necesario abordar este tema?

Sí, desde luego. De hecho yo empecé a escribir este libro porque no había libros de maternidad, me habría gustado leerlos cuando fui madre. En España apenas se escribía y no había casi traducciones de autoras extranjeras. Ahora es una maravilla tener tanto donde leer sobre el tema.

En el libro defiendes la necesidad de que se escuchen las voces de las madres. ¿Ser madres nos hace mudas e invisibles? ¿Perdemos nuestra identidad?

No, no es eso. El libro es un ejercicio puramente artístico, y el tema de la maternidad para eso es buenísimo. El arte ha estado muchas veces centrado en la muerte, no en la vida. Traer la maternidad al centro de la creación hace que el arte se mire cara a cara con la vida. Y en ese sentido es una reivindicación literaria. A veces parece que la única reivindicación es la de género, que también, pero es un ejercicio literario.

¿Qué hay de autobiografía y qué de literatura en tu novela?

Ni yo misma sé qué es qué, está todo mezclado. Hay autobiografía, hay ensayo, hay crónica social, hay ficción pura. Es un texto transgénero. Está claro que el libro no podría haberlo hecho siendo nadie que no fuera yo. Va sobre una madre española, con cierta ideología, con un lugar en el mundo. En muchas cosas coincido con ella y en otras no.

Usted habla del mito (o timo) de la maternidad, que además “se escriben con las mismas letras”. ¿En qué consiste?

El mito de la maternidad consiste en creer que la madre es un ser abnegado, con paciencia, que siempre pone por delante a sus hijos. Es una mártir. Se puede decir que en el paritorio nacen dos personas: el hijo y la madre abnegada, dedicada a ser la mejor madre del mundo. Y además creemos que esto es biológico, que no es culturalmente impuesto. Un ejemplo del mito es el anuncio de El Corte Inglés por el día de la madre, que lo ha petado en redes estos días. Hace unos años había uno de Coca Cola que decía que la madre siempre se come el peor filete. Eso a día de hoy es inaceptable.

La protagonista del libro es una madre que no puede tener hijos y recurre a la reproducción asistida. ¿Qué está pasando con la fertilidad a día de hoy?

Llegamos más tarde a la edad reproductiva porque seguimos un calendario masculino. Nos incorporamos a un mercado de trabajo diseñado por hombres y llegamos tarde a la maternidad, a partir de los 35 o 40 años. Y a partir de ahí entra la mercantilización de la maternidad: cuesta mucho dinero reproducirse y criar.

¿Existen límites para el deseo de ser madre?

Una vez que entra el mercado en juego, empiezan a bordearse muchos límites. Hasta el límite de que hay granjas de mujeres y uno puede comprarse un hijo gestado en otro país. La expresión vientre de alquiler es un eufemismo. Lo que se alquila es una mujer, una madre. Se alquila una madre y no nueve meses: esa mujer va a ser madre toda su vida de ese niño que ha parido. Incluso el derecho de filiación ha cambiado: se obliga a las madres a renunciar a él pero nadie pregunta al bebé. Y ese niño tiene derecho a ser hijo de la madre que lo ha traído al mundo. Creo que se entiende bien si ponemos el ejemplo de que Letizia Ortiz tuviese un hijo varón alquilando su vientre. Pues a los 18 años, ese chico podría reclamar su derecho de filiación y decir que tiene derechos de sucesión. Para eso es buenísimo que las madres alquiladas no sean nunca Letizia Ortiz o Ana Patricia Botín, sino mujeres pobres que no tienen nada que dejar en herencia.

Sostiene que la generación actual somos “las primeras madres”. ¿En qué estamos siendo pioneras?

Nosotras somos la primera generación de mujeres que hemos sido iguales a los hombres, hasta que tenemos hijos. Hemos sido educadas como tíos. Nosotras no perseguimos la igualdad, nos sabemos iguales. Pero éramos iguales hasta que nos han puesto un bebé encima, y entonces el padre se ha ido de casa y te ha caído a ti la carga de la crianza. Y la crianza es un asunto social. Ha cambiado tanto la sociedad que es una cuestión estructural, ya no solo feminista.

¿Cómo ha cambiado el reparto de los cuidados en los últimos años?

Antes ellos tenían el 100% del espacio laboral y nosotras el 100% del espacio doméstico. Entonces decidimos que el espacio doméstico era una mierda, pero esto habría que revisarlo. Por ejemplo, a mí si me preguntan prefiero mi casa a mi trabajo. Ahora nosotras hemos ocupado un trozo del espacio laboral, pero seguimos estando peor: somos menos en los consejos de administración de las empresas, nos falta poder económico y político. El espacio doméstico sigue siendo nuestro. Aunque nos repartamos tareas, las mujeres tenemos la carga mental, la coordinación y la planificación. En ese sentido estamos peor que nuestras madres. Así que como sociedad, chicos y chicas, nos tocará ver qué queremos hacer con la casa. Porque si no acabamos asumiendo nosotras lo peor del espacio doméstico y lo peor del espacio laboral.

¿Tienen que involucrarse los hombres también en este cambio de paradigma?

Sí, totalmente. De hecho yo dedico el libro al corazón femenino de todos los hombres. Vivir en una sociedad desigual es una putada para todos. El patriarcado a ellos también les aprieta: habría que revisar todas sus cargas y sus mitos. Ellos también han sido expulsados de sus cuerpos, por ejemplo el piel con piel de los padres en los hospitales se ha empezado a hacer hace poco. En el sexo es brutal cómo han sido educados, y esto se relaciona con violaciones y abusos. Nosotras tenemos que entender también esas cargas que ellos llevan, con sus dolores. Yo desde luego no querría ser tío.

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