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“Me gustaría que el videojuego fuera una herramienta más para mostrar la diversidad y educar en el respeto”

Álex Rodríguez, creador de 'De Fobos y Deimos'

Alba Díaz de Sarralde

Alex Rodríguez (Bilbao, 1988) es psicólogo, educador y orientador social y ha creado el primer videojuego en el mundo que trata el tema del acoso homofóbico y otras fobias ligadas a la sexualidad, la identidad de género y el físico. Se llama 'De Fobos y Deimos', como las dos lunas de Marte cuyo nombre en griego evocan el temor, el miedo y lo diferente.

El pasado año, los casos de bullying incrementaron un 20 % a nivel estatal. El acoso escolar se cobra la vida de 200 mil jóvenes y niños anualmente, de entre 6 y 21 años, según la Organización Mundial de la Salud. En cuanto al bullying 'LGTBIfóbico', el pasado febrero, Euskadi perdía a Ekai, un joven trans que decidió acabar con la suya.

El juego de rol -RPG, del inglés 'role playing game'-, que presenta el diseño de los videojuegos clásicos, tiene como protagonista a Jokin, cuyo nombre proviene de un caso de bullying infantil que se dio en Euskadi hace ahora 14 años. El joven, que tenía la misma edad que Rodríguez, terminó suicidándose. Ahora, el creador bilbaíno ha querido homenajearle con su personaje, en un videojuego que lucha contra una discriminación que él mismo también sufrió.

Jokin, el protagonista del juego, es un chico que ha empezado a estudiar en la Academia de Defensores, una prestigiosa institución para formar a estudiantes que protejan a las personas de las injusticias que asolan la tierra. ¿Qué se encuentra en su primer día?

Nada más entra por la puerta, ya descubre que el entorno es un poco hostil. Cuando entra en el aula, nada más sentarse, cuando el profesor empieza a dar su clase de manera normal, resulta que un chaval de su grupo se empieza a meter con él por las pintas que lleva. Empieza a llamarle 'marica'. Ahí vemos el primer momento en que tenemos que dar una respuesta, decidir qué hacemos: si decirle algo al profesor, si nos quedamos callados o calladas, si le contestamos directamente a él... A partir de ese momento se empieza a desarrollar su personalidad. Podemos tirar por el lado más asertivo, ser un poco más educados aunque no tengamos razones para hacerlo, o podemos contestar y ser un poco más rebeldes.

La Academia, que lucha contra esas injusticias, no parece incluir la 'LGTBIfobia' entre esas causas a combatir. Además, en los diálogos automáticos, los mismos compañeros critican a otras personas.

Eso es. Por supuesto, la Academia de Defensores es una institución que, en mi idea, está creada para atender a las personas más necesitadas, pero como suele pasar en la realidad, no cumple esos objetivos. Cuando entra, Jokin se encuentra con gente que está cuchicheando, que critica a otras personas, que todo es un poco 'sálvese quien pueda'. Tiene el nombre de Academia de Defensores, ya lo dice un personaje en el juego, más adelante: “¿Academia de Defensores? Aquí no se defiende a nadie”.

Los y las jugadoras se pondrán en la piel de Jokin. ¿Qué aventuras y retos se irán encontrando?

En primer lugar, el difícil ejercicio empático de ponerte en la piel de una persona que lo está pasando mal, cuya situación no es favorable. Muchas veces, en algunos juegos, hacemos un ejercicio más intenso al ponernos en situaciones en las que el o la protagonista está pasando por un mal momento, pero en este caso la persona está pasando por ese mal momento y, además, no tiene desde el principio las herramientas necesarias para enfrentarse a esa situación. Ponerse en el papel de Lara Croft o de otro personaje más empoderado es un ejercicio más sencillo, por la sensación de poder y control absoluto de lo que pasa a nuestro alrededor. En 'De Fobos y Deimos' no hay un control directo sobre lo que pasa, no podemos controlar lo que otros dicen de nosotros o nosotras.

Jokin es una persona que hace lo que puede, y el jugador o jugadora tiene que llevarle lo mejor que se le ocurra. Muchas veces, hay que tomar decisiones que no sabemos si son correctas, pero el jugador o jugadora tiene que decidir. Esto a nivel general, luego a nivel específico tenemos unos combates más o menos complicados, también algunos puzzles a resolver y diálogos significativos con personas a las que tenemos que convencer de que nos echen una mano en nuestra lucha contra la 'LGTBIfobia'.

A Jokin le sorprende que algunos compañeros “no hagan nada” ante algunas agresiones. ¿Qué ocasiona esto en la realidad del bullying?

Gracias al trabajo que se ha estado haciendo, la situación de Jokin ya no es tan común, pero sigue ocurriendo. No es extraño que una persona que está recibiendo burlas o que recibe algún tipo de agresión física vea cómo sus compañeros o compañeras no hacen nada por solucionarlo. Vivimos en un mundo en el que todavía impera bastante la ley del más fuerte y el 'sálvese quien pueda'. Esa idea es la que se traslada en 'De Fobos y Deimos', la de que nadie está haciendo nada por Jokin porque hay ciertas ideas preconcebidas y ciertos prejuicios de cara a las personas LGTBI. Jokin, al ser parte de esa comunidad, recibe todos esos prejuicios y ese maltrato.

Cuando creemos que lo diferente es malo y que no merece la pena ser salvado, que la diversidad no es algo a valorar ni algo positivo, lo que hacemos es mirar para otro lado cuando algo malo le está pasando a una persona. Si creemos que es una verdadera injusticia y nos damos cuenta del carácter social que tiene esa conducta, entonces es cuando empezamos a movilizarnos y a ser verdaderas y verdaderos defensores.

El nombre del protagonista es un homenaje a un caso de bullying que acabó con la vida de un chaval de 14 años. Usted tenía la misma edad. ¿Fue consciente de lo que pasaba en aquel momento?

La verdad es que la noción que tienes cuando todavía el bullying o el acoso escolar no tiene una forma, no pertenece al inconsciente colectivo ni a nuestro ideario, lo que sientes es que te están haciendo la vida imposible y ya está. Crees que es algo que te ocurre única y exclusivamente a ti. Cuando a mí me pasó, yo pensaba, como piensan muchas otras personas, que la culpa la tenía yo. Que yo era la persona que tenía que cambiar o hacer algo para defenderme o algo para evitar todo eso. Cuando Jokin Ceberio se suicidó y se empezó a hablar de ello, abrí los ojos. Pensé, “es que no solo me está pasando a mí”. El 'hasta dónde puede llegar', cómo te pueden arruinar la vida, es alucinante. Ya no solo es el “tengo miedo de que me peguen”: tengo miedo de que yo mismo decida hacer algo terrible. Cuando salió en las noticias el caso de Jokin fue una apertura de ojos. Un “aquí hay que hacer algo. Esto no puede quedar así”.

¿A usted le ha guiado, en cierta manera, el haber sufrido ese bullying hacia su actual profesión?

Sí. Después de todos esos años en los que no he entendido absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo, pensé: “Tengo que llegar a saber cómo funciona la mentalidad humana para entender esto mínimamente”. Es una situación tan injusta, que al mismo tiempo le estaba pasando a tantas otras personas, que me parecía inédito. Me costaba entenderlo. Decidí estudiar psicología en parte para comprender eso y también por intentar zanjar la problemática del bullying de alguna forma.

¿Se encuentra casos de bullying en su trabajo diario?

Sí. Ahora mismo, la gente puede pensar que esto no es una cosa nueva, que esto ya pasaba y que ahora 'todo es bullying'. Y no es así. He visto casos en los que sí, hay cierto intercambio violento de palabras entre personas o violencia física en algún momento puntual, pero hay casos de bullying también. No es lo mismo un caso aislado que un acoso. Y derribo. Y sí que ocurre.

Ahora tiene nombre, y es más fácil denunciarlo. A veces las etiquetas funcionan bastante bien, y poder ponerle una etiqueta a algo ha hecho que muchas personas se movilicen de cara a esa etiqueta, lo vean como una problemática y decidan establecer protocolos y medidas de actuación.

No es una cosa que vea continuamente, pero dando unos datos completamente subjetivos, básicamente en todos los colegios a los que voy hay mínimo un caso de bullying. Aunque solo sea uno. Aunque la situación de los colegios que visito no sea estable, ya solo mi visita puntual me deja ver que hay casos y que puede haberlos potencialmente. En algunos colegios hay cifras más elevadas, donde hablamos de una persona por curso que está sufriendo acoso. Pero estos son datos subjetivos de lo que yo veo. Creo que estamos haciendo un gran trabajo pero que queda uno aún más grande por hacer. Me gustaría que algunas personas abandonasen el discurso de 'ahora todo es bullying' y dejasen de restarle importancia, porque la tiene, es relevante, y ahora con el ciberbullying es todavía más peligroso.

¿Cómo se decidió por crear el juego?

Cuando empecé en gamer.es. Es una página que trabaja los videojuegos desde la comunidad LGTBI. Cuando trabajé para esa página, tuve la oportunidad de conocer a varias personas que me ayudaron más tarde con el videojuego, que son Mikel Calvo y Jorge González, presidente y vicepresidente de gamer.es, y yo supe que quería crear el mío propio. En concreto, Mikel ha hecho uno que es estupendo, que habla sobre diversidad sexual.

En un momento dado, entré en contacto con el libro de Anna Anthropy, para mí la madre de los videojuegos 'indie' LGTBI. Lo que ella decía era que los videojuegos son una herramienta cultural esencial y que tienen un impacto grandísimo, y un potencial todavía por desatar. También que no hay que centrarse en un “no soy capaz de desarrollar este juego”, y que hay que utilizar las experiencias personales para trasladarlas a él y hacer algo jugable, algo que de visibilidad también al colectivo. Entonces decidí hacer mi propio juego.

No sabía al principio de qué iba a tratar, pero de repente dije “yo soy educador y psicólogo, tal vez debería trabajar en algún producto que me pueda servir”. Entonces me decidí por el tema de la 'LGTBIfobia', porque al final es una experiencia cercana y creo que escribir sobre experiencias cercanas ayuda.

Usted afirma en su página web que los videojuegos “son una herramienta muy poderosa que no se ha utilizado lo suficiente en el ámbito educativo”. En este sentido, ¿a dónde le gustaría que llegara 'De Fobos y Deimos'?

Me gustaría que este y el resto de videojuegos educativos que existen llegasen a todas partes. A todos los colegios. Tenemos mucho desconocimiento como sociedad de lo que son los videojuegos. Creo que existe un estigma muy grande, pero poco a poco van entrando en los colegios y me gustaría ver que 'De Fobos y Deimos' es una herramienta más, como cualquier otro libro o cualquier otra película, para mostrar la diversidad y educar en el respeto. Pero no solo mi juego, sino más juegos también.

En la plataforma donde se puede jugar al videojuego, la práctica totalidad de comentarios alaban su trabajo. ¿Qué respuestas ha recibido desde otros ámbitos?

He recibido mis críticas positivas y negativas durante el desarrollo del juego. Muchas, de hecho, me han servido para crear lo que he creado. Una vez terminado, la verdad es que he recibido muy buenas palabras, muchos ánimos también y muchas felicitaciones. De vez en cuando hay personas que me lo agradecen mucho, que me dicen que les ha ayudado, y la verdad es que el recibimiento está siendo muy positivo. Todo ha merecido la pena.

Actualmente está intentando lograr más ingresos para seguir promocionando el juego. Si lograse una buena cantidad, ¿en qué lo invertiría principalmente?

Mi prioridad, ahora mismo, es traducir el juego al inglés para que pueda llegar al mayor número de personas posible. La traducción ha empezado hace poco, pero va a otro ritmo porque tampoco tenemos los medios para hacerla rápida. Prevemos que para el año que viene estará traducido. Si consiguiésemos más dinero, ahora mismo, lo invertiríamos en traducir el juego también a otros idiomas. Sobre todo al euskera, aunque el inglés es prioritario.

Decidimos hacerlo en castellano porque lo hablan muchas personas y es el que yo hablo además del euskera, pero una vez creado ya podemos decir que tenemos el primer videojuego a nivel mundial que trabaja el bullying 'LGTBIfóbico' y que se hizo en castellano, y que se hizo en Euskadi. Y, por supuesto, más adelante hacer una segunda parte del juego. Es más ambicioso y no es prioritario pero bueno, ocurrirá si tenemos suficiente subvención.

Hace poco, un joven trans también acabó con su vida en Ondarroa. ¿Cree que se hace lo suficiente por perseguir y condenar el bullying con tal de que desaparezcan estos casos?

Creo que se hace un trabajo. Creo que muchas veces no llega a ser suficiente porque hay que trabajar desde todos los puntos. Cuando hablamos de bullying, pensamos mucho en el colegio. Pero hoy en día, el acoso escolar no termina en el colegio; empieza en el colegio pero se traslada a todas partes. Desde que el uso de internet se generalizó, estamos hablando de personas que están recibiendo acoso en sus casas, sin parar. Desde nuestro punto de vista, el de adultos que no somos nativos tecnológicos, pensamos que es tan fácil como apagar el móvil. Pero una gran parte de nuestra vida está colgada en internet. Cuando todo son críticas, cuando todo son insultos desde ahí, es normal que la gente siga sintiéndose mal y haya chavales y chavalas que se agobien.

No se hace lo suficiente. Ser parte del colectivo LGTBI, a día de hoy se sigue viendo como una tara, como algo negativo. Todavía no estamos valorando lo importante que es la diversidad y lo bonita que es, tanto la sexual como la de otros tipos. Sí se está haciendo un trabajo en los colegios, pero todavía queda mucho que hacer. Si le quitamos importancia a estos temas, si pensamos que la comunidad LGTBI tiene suficiente visibilidad o que el racismo es cosa del pasado, o que no existe la homofobia, la gente va a seguir pasándolo mal. Cuando una persona dice que no es lo suficientemente visible, es porque realmente no es visible en algunos ámbitos.

¿Y por facilitar espacios a las víctimas para que cuenten su situación?

Hoy en día es más fácil hablar sobre estas situaciones, y en algunos colegios sí he visto algún espacio. Pero todavía no he visto algo estandarizado. Igual no es la mejor comparación, pero las niñas y niños tienen necesidades fisiológicas y se instala un baño, pero muchos y muchas tienen necesidades psicológicas y emocionales y en muchos casos no tenemos espacios habilitados para ello. O esos espacios son insuficientes: un aula de psicomotricidad, un miembro del claustro de profesores que pueda acercarse más a ese alumnado con necesidades, referentes... siempre falta algo. Los colegios deberían tener más recursos para atender a la diversidad total y crear una escuela verdaderamente inclusiva.

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