Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Los últimos gudaris fieles a la República: “Tenemos que abrir las cunetas y saber quién está ahí”

Los últimos combatientes del bando republicano en Euskadi

Maialen Ferreira

Durante la Guerra Civil, entre su constitución en la Casa de Juntas de Gernika en octubre de 1936 y hasta la caída ante las tropas franquistas en junio de 1937, el hotel Carlton fue sede del primer Gobierno vasco, presidido por Jose Antonio Aguirre. En varias imágenes históricas que se conservan de aquella época se puede comprobar cómo el lehendakari Aguirre salía al balcón del hotel acompañado de sus consejeros con sus secretarios y veían desfilar las tropas de gudaris y milicianos del ejército vasco. El pasado miércoles, siete de esos gudaris volvieron a pisar el salón Imperial del Carlton, la misma sala en la que se celebraron los consejos de Gobierno de Aguirre, pero esta vez para ser homenajeados por ser los únicos combatientes vivos del bando republicano durante la Guerra Civil en Euskadi.

Siete más una. Los siete únicos supervivientes, de edades entre 97 y 106 años, son Gabriel Nogués, Ignacio Ernabide, Gregorio Urionaguena, Juan Azkarate, Mateo Balbuena, Eduardo Larrouy y Alejandro del Amo, pero también ha sido homenajeada Consuelo Lopetegi, en conmemoración de todas aquellas mujeres que, a pesar de no combatir en el frente, jugaron un papel muy importante y digno de homenajear durante la guerra. El acto se ha emitido en directo en un programa especial de Hoy por hoy de la Cadena Ser como reconocimiento a “la memoria viva de nuestra historia” y se les ha entregado a cada uno de los protagonistas un makila (bastón) como reconocimiento de su “lucha por la libertad y la democracia”.

A pesar de que todos participasen en el bando republicano, cada uno tiene –y mantiene firmemente– su ideología. Son gudaris, milicianos socialistas, comunistas y anarquistas. Algunos, como Gabriel, estuvieron en dos batallones diferentes; otros llegaron incluso a combatir en el bando contrario.

La historia de Mateo es una de las más impactantes. A sus 106 años, recuerda perfectamente cómo, tras acabar la guerra, salió de la cárcel en libertad condicional y tuvo que integrarse en células clandestinas. Mateo, que ha escrito 20 libros, traslada una enseñanza a los más jóvenes: la de que “el pasado debe servir de enseñanza para el futuro y el futuro depende del presente”. Un presente que no ha dudado en criticar como “vergüenza política” en la que “los pingüinos políticos se dedican a vivir al servicio del capitalismo”.

Alejandro del Amo, que nació en 1920 en Sestao, ha venido acompañado de su bisnieto, Aitor, de 14 años. Aitor, con el libro de su abuelo en mano, ha contado contento que en clase le gusta mucho hablar de su bisabuelo y que sus compañeros se quedaron “flipando” cuando les enseñó el libro de Alejandro, una biografía de su vida titulada “La huella de un luchador”.

“Hay que abrir las cunetas”

“Nosotros hemos seguido luchando tras aquella juventud tan bonita pero con tanta sangre. Madres esperando a sus hijos que no han llegado nunca, ni llegarán. Las cunetas, queremos abrir las cunetas, que hay muchas y hay que abrirlas y saber quién está ahí. Es muy necesario conocer dónde los enterraron, dónde tiraron y los dejaron ahí. Los nietos no tienen la culpa, pero tienen que saber lo que pasó”, ha denunciado Alejandro, quien recientemente ha estado en un encuentro con Pedro Sánchez, quien, dice, “le ha tratado muy bien”.

El homenaje ha contado con la presencia de Aintzane Ezenarro, directora de Gogora, el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, quien ha recalcado que la importancia de “recuperar la memoria de estas personas y la de todas las que combatieron y desaparecieron en esa guerra civil y en la posguerra”. El antropólogo forense Paco Etxebarría ha explicado que muchos de los combatientes llevaban una placa entregada por el Gobierno vasco con un número para que se facilitara la identificación de los fallecidos, pero ha lamentado que “el diez por ciento de los cuerpos exhumados no permiten extraer el ADN y solo se consigue identificar a uno de cada tres”, puesto que es difícil encontrar ADN de sus familiares sucesores para determinar si hay coincidencias y poder averiguar de quién se trata.

Así, uno a uno, los siete hombres han ido recibiendo su makila honorífica y contando pequeños tramos de su historia, como Gregorio, que nació en el año 1917 y participó en la construcción del reloj de la torre de Durango, “que funciona gracias a él”, ha señalado, orgulloso, o Juan, quien tras perder a su madre en un naufragio se alistó a los 14 años justo en ese mismo lugar, en el hotel Carlton donde conoció personalmente al lehendakari Aguirre.

El papel de ellas

Por último, Consuelo ha hablado en representación de todas aquellas mujeres que, como ella, vivieron los años de la guerra. Consuelo, quien fue maestra en una escuela y más tarde tuvo su propia academia, recuerda su juventud con ilusión. Una ilusión que, asegura, también tiene su nieta, quien estudia, trabaja y ayuda en las escuelas.

“Todos los que están aquí defendieron la libertad yendo al frente y batallando contra los sublevados. Las mujeres nos quedamos atrás pero trabajamos y empleamos en todos los oficios que ellos dejaron”, ha finalizado Consuelo, quien casualmente es la mujer de Mateo.

Etiquetas
stats