A mis compañeras de IU...
En estos días, he dimitido de mis responsabilidades en IU Federal y de mi pertenencia a todos sus órganos de dirección. Quien me conoce sabe que ni es desaliento, ni es nada irreflexivo. Vuelvo a mi condición de militante y, más libre, he decidido escribir una carta abierta (necesariamente sintética y solo prólogo de otras) a mis compañeras de IU:
Hoy ya os puedo comunicar que, por dos ocasiones, dejé en manos de Cayo Lara mi relevo en mis tareas en IU Federal. He aguantado mucho. Casi todo. Pero lo que ha colmado mi paciencia, han sido los ataques recientes a la soberanía de EUiA y el burdo intento de hacer recaer en los compañeros de Galicia y Cataluña el origen de los males recientes de IU. Inocular en IU el estigma de la traición. Ya no he de continuar.
De otra parte, no tiene ningún sentido que siga bendiciendo políticas que no comparto desde hace tiempo o que, mucho peor, mi silencio me haga cómplice de las mismas.
Pero no es de mí que quiero hablaros. Es de política y es de IU. Y como dije, después del 20D quiero hablar alto y claro.
Soy de la opinión de que o IU endereza urgentemente su rumbo o lleva camino de la marginalidad política. Ya no vale que anunciemos la enésima refundación. Hablemos claro: la refundación nos la han hecho desde fuera los ciudadanos y las fuerzas sociales, movimientos, etc. que hasta ahora nos habían dado apoyos más o menos críticos. En un momento, allá por la primavera del 2014, dejamos de serles útiles. Aquella refundación, que no quisimos llevar a cabo…fue nuestra perdición. Así que buscaron otros instrumentos para sus anhelos. Y ya no nos van a dar más crédito… Y ahora, ni nosotros mismos nos atrevemos ya a postularla o a usar la palabra.
¿Por qué no admitirlo? La IU actual, tal y como la conocemos, ya no es un instrumento útil para la transformación social. No os escandalicéis de mis palabras: solo digo en abierto lo que oigo en privado desde hace meses en prominentes dirigentes de IU (no diré nombres…soy elegante).
Izquierda Unida, sin ánimo de ser extenso frente a sus males, adolece de falta de un proyecto estratégico que responda a la mutación política de nuestro país en este tiempo y singularmente con posterioridad al tsunami del 15M. Ha acabado siendo una mala copia de una formación política al uso, cuando nacimos radicalmente para otra cosa. Carece de dirección política; sufre un proceso de degradación organizativa que la ha debilitado en extremo y para amplios sectores de la ciudadanía de izquierda, para los jóvenes en particular, forma parte de de un mundo que se acaba.
Y para mí, algo más grave aún: carece de las herramientas de compresión de la sociedad que vivimos, la del siglo XXI, que tanto ha mutado en los últimos años (de ahí sus desaciertos políticos ) y, en particular, desde la crisis del 2008. De otra parte, se empeña tozudamente (en un reflejo conservador impropio de una fuerza de la transformación) en no reconocer errores y no sacar las correspondientes consecuencias y responsabilidades políticas. Y nos encaminamos hacia la XI Asamblea con una paradoja: los mismos doctores que nos han diagnosticado tan mal y recetado tan locamente, pretenden que, ahora sí, encontrarán remedio para nuestros males…
Un cúmulo de desaciertos en este tiempo que nos debieran haber llevado a la dimisión colectiva y una Asamblea Extraordinaria que enderezara el rumbo que, estoy convencido, vosotras hubierais reconducido y que, con una dirección radicalmente nueva y con Alberto Garzón a la cabeza, nos hubiera situado a la ofensiva en las candidaturas unitarias el 24 mayo y de modo natural, llevado a un acuerdo con Podemos en las Generales de 2015. Entonces IU hubiera estado en el eje del cambio, en el pálpito tan evidente de la sociedad de este tiempo, disfrutado de resultados probablemente espectaculares y hoy IU tendría, junto a otros, un futuro cierto. Eso hubiera salvado a IU en relación a lo que hoy son solo incertidumbres.
Así que, por qué no decirlo valientemente: en mi opinión, esta IU realmente existente, ha agotado su ciclo político y es absurdo empeñarse en alargarlo inútilmente. Y para nosotras, no cabe un fetichismo de siglas.
Hoy se vuelven a escribir textos políticos. Se piensa que con sesudas tesis encontraremos la luz. No lo comparto. He participado y he puesto mucha pluma en los textos de la IX, la Asamblea de Refundación, la X Asamblea, en los de la definición de la política y en el llamamiento a la Unidad Popular. Pero ya no son tiempos de textos. Están enterrados todos en unas prácticas incoherentes. El problema no son los textos. Podría estar de acuerdo en gran parte de los Apuntes para repensar la izquierda de Alberto Garzón, por citar algunos, pero para mí los cambios de IU tienen que ver con las decisiones, las estrategias y los equipos dirigentes. Cuando menos con:
Una dirección que no burle los acuerdos de las Asambleas, las refundaciones que aprobamos, las estrategias que definimos
Una nueva generación de IU, mejor y mas preparada, que se haga cargo de su futuro
Una voz directa de la militancia que se pronuncie sobre todas las cuestiones fundamentales
Modestamente, creo que el camino que emprendimos en Catalunya con En Comú Podem y en Galicia con En Marea, para recoger las energías de 24 de mayo, es el único camino para IU. No solo lo opino, creo que ha venido refrendado por la ciudadanía, si es que queremos verlo.
Os digo que en Catalunya, en concreto, se va a caminar en los próximos tiempos en la conformación de un nuevo sujeto político con En Comú, Podem, ICV , EUiA y sectores independientes para construir una organización plural en lo ideológico (sin que nadie renuncie a nada de lo que es), profundamente democrática y participativa, catalana de obediencia, igualitaria en todo y especialmente en género, rejuvenecida y con raíces sociales mas allá de una plataforma electoral para conformar, definitivamente creo, una alternativa al neoliberalismo representado por las política de CiU en todos estos años…
Y es así que, para mi, la XI Asamblea debe responder tan solo a un debate estratégico clave: ¿es posible hacer en España algo parecido? Menos textos, más respuestas. Yo estoy profundamente convencido de que sí y que eso sería lo que desearíais la inmensa mayoría de vosotras y, desde luego, los que nos apoyan. Para eso necesitamos una IU radicalmente distinta a la actual. Puede que en medio se interpongan los que nos trajeron hasta aquí. No es la primera vez que pasa.
No comparto, en otro orden de cosas, una apuesta que nos deje fuera del eje de ruptura democrática con el Régimen del 78 y que teorice que Podemos está fuera de ese marco. Una teorización forzada que nos deja en la equidistancia entre el PSOE y Podemos y en un espacio social y electoral minimalista. Estoy con Julio Anguita cuando dice claramente que Podemos (y no nosotros, a pesar de nuestro esfuerzo sobrehumano en este tiempo), ha abierto un boquete en el Régimen: y que por ahí, debe colarse IU y otros. Para agrandarlo, para situar en su centro la transformación social. Con nuestra singularidad, siendo lo que somos. Sin renunciar a nada, salvo a lo que nos impide volar.
En mi opinión, una apuesta por sembrar las simientes de la transformación social y llevar el espacio político de la confluencia a la Unidad Popular que nos obligamos a improvisar para el 20D, es un error de estrategia esencial sobre el que no edificaremos nada bueno. En nuestra Asamblea, se trata mas bien de llevar a IU, a nuestra IU, a las confluencias realmente posibles. A las que existen. Si no, otros las harán posibles sin nosotros. Porque estoy con los que sostienen con acierto que “la unidad popular no es una candidatura, ni una marca: es una estrategia política”. En todo caso, no seré yo quien “condene” a las nuevas generaciones de luchadoras de IU a levantar por la montaña esa eterna piedra de Sísifo, justo cuando la historia les da oportunidad y ocasión de intentar, ¿por qué no?, asaltar los cielos ¿Cuándo si no?
Soy de los que creo que lo mejor de la izquierda de estos 30 años se ha dado en IU. Que su militancia no tiene precio. Que atesora luchas y valores irrenunciables, experiencia, cuadros, nuevas generaciones de luchadoras imprescindibles. Por eso no la quiero en la irrelevancia, ni pura pero prescindible, ni bastón del PSOE, ni en el museo de la izquierda. La quiero viva en el conflicto, unitaria en lo cultural, alternativa, ajena al sectarismo. No soy optimista, pero no tiro la toalla. Por eso voy a contribuir, como comunista, ahora desde mi militancia en EUIA, a que no la ahogue quien tanto dice quererla.