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Cuidar a las que cuidan: porque a ellas también les toca el coronavirus

Una empleada del hogar en Getxo, Bizkaia. / Efe

Dina Bousselham

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Hace unos días, cuando todavía la crisis del coronavirus no había puesto en cuarentena a todo nuestro país, algunas empleadas del hogar ya avisaban de que iban a ser ellas (como siempre) las que carguen con una parte de los cuidados en una situación compleja, difícil y adversa. Recordemos antes de nada que cuando hablo de empleadas del hogar me refiero a mujeres, en su mayoría migrantes, muchas de ellas sin derechos laborales, sin Seguridad Social, limpiando, fregando, cuidando de nuestros hijos e hijas y sobre todo, de nuestros mayores, que son población de riesgo. ¿Y quién cuida de ellas?

Este artículo es precisamente para recordarnos que en un sistema donde predomina lo individual frente a lo colectivo, es fundamental tejer redes de cuidados y solidaridad entre nosotras, entre las mujeres, las migrantes, las precarias. En un sistema, además, donde nos vemos atravesadas por diferentes soledades no deseadas, es fundamental también tejer redes de apoyo mutuo, donde nos sintamos protegidas y seguras. El coronavirus, el COVID-19 ha llegado, y ha llegado para quedarse, según los expertos, como mínimo varios meses. En estos meses debemos sacar todos y todas lo mejor de nosotras y pelear aún más por cambiar ese sistema: responsabilidad solidaridad, actuar con civismo, con respeto a nuestro magnífico sistema público de salud y a nuestros profesionales sanitarios, y cuidando también de quienes siempre han cuidado de nosotras.

Y me viene a la mente también todas esas personas que no tienen familia aquí, las personas sin hogar, quienes no pueden permitirse el teletrabajo porque su trabajo es precisamente cuidar: cuidando las calles y el medio ambiente, cuidando para que podamos alimentarnos bien y que nos lleguen los alimentos, cuidando de nuestra salud por supuesto, cuidando y defendiendo nuestros derechos laborales hoy también, cuidando para que nos llegue una información veraz e independiente, y en definitiva, cuidando y garantizando el bienestar de todo nuestro sistema.

Pero también quiero acordarme de los nadie que decía Galeano, los manteros, las temporeras de la fresa, los niños y niñas migrantes que andan solos en la calle, o encerrados en centros donde se vulneran sus derechos fundamentales. Me acuerdo de las personas encerradas en los CIEs, me acuerdo también de las prostitutas, esas que viven humilladas y en silencio. Nuestra tarea también es cuidar de ellas. Ahora que los profesionales sanitarios hablan de #QuédateEnCasa, quienes sí podemos quedarnos en casa, reflexionemos sobre la necesidad de proteger(nos) y cuidar(nos) para que nunca nadie se quede atrás. Servicios públicos gratuitos y de calidad, y una sociedad más justa y igualitaria. Hoy, mañana y siempre.

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