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Opinión - Junts, el bolsillo y la patria. Por Neus Tomàs

In Spain We call it Soledad

desengancharse del móvil

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Existe una relación de suma cero entre las interacciones online y offline.

Estar hiper-conectado ha conllevado grandes cambios en la salud mental de los jóvenes, aunque no solo en ellos. Datos estadísticos de la Universidad de Harvard revelan que las enfermedades mentales de los recién llegados a partir de 2012, que ya crecieron con smartphones y redes sociales, han migrado de estados de tristeza ligados a la morriña, desórdenes alimenticios, anorexia, algunas depresiones y casos ocasionales de patología obsesivo-compulsivas a desórdenes masivos ligados a la ansiedad. 

Según estudios llevados a cabo en Estados Unidos relacionados con generaciones de los que se tienen datos empíricos desde 1930, nunca se había visto nada parecido. La iGen es la generación con la peor salud mental en décadas, y coincide con el hecho de que el smartphone estuvo a su alcance de modo masivo. Ellos mismos lo reconocen sin tapujos: “No podemos vivir sin las redes sociales, aunque nos están enloqueciendo”. La aprobación social de otros se ha transformado en un potentísimo motor de esta adicción comportamental.

En Digital Minimalism, Carl Newport denuncia algo que es una lacerante obviedad: la relación con las herramientas digitales ha pasado a ser disfuncional. Los grandes jugadores del sector han invertido billones de dólares para que nos entreguemos a las pantallas, cediendo el control de muchas horas de nuestros días. Los smartphones, internet digital, las plataformas que conectan miles de millones de personas han invadido la vida cotidiana, cambiando radicalmente nuestros modos de hacer, sentir, incluso pensar. 

Una comunicación persistente en forma de un procesamiento y envío sin apenas interrupción de todo tipo de mensajes correlaciona con efectos negativos en los procesos químicos y neuronales que se producen en el cerebro de los estudiantes. Quizá se deba a que el cerebro de los seres humanos no está programado para estar constantemente conectado. 

Los adolescentes principalmente y los demás en grados menores hemos perdido gran parte de nuestra capacidad de procesar emociones, reflexionar, distinguir lo que importa, construir relaciones personales sólidas o incluso desconectar de las redes sociales, para redirigir nuestra energía hacia otras actividades cotidianas; por lo tanto, no debe sorprendernos que esto lleve aparejado disfunciones de entidad.

Filosofía de la soledad

Una de las necesidades del ahora es renovar nuestra actitud hacia el uso de la tecnología, que nos permita mantener sus mejores ventajas y dejar de lado los efectos más perniciosos, apuntar a la eficacia a medio y largo plazo, frente a la distracción sin interrupción ya, que parece salvarnos de un aburrimiento y soledad que nos atemorizan, y que, sin embargo, son tan necesarios para encontramos con nosotros mismos. 

Hemos sobrevalorado la conexión a costa de la reflexión. Las innumerables veces que cada día miramos a la pantalla del móvil y las innumerables horas que gastamos delante de esa y otras pantallas apuntan demasiado a menudo a una razón: el miedo a aburrirnos. En tantos casos y tantas veces han dejado de ser una herramienta esencial para convertirse en una adicción. 

¿Qué supone expulsar la soledad de nuestras vidas? Newport contesta: “Cuando evitas la soledad, descartas las cosas positivas que conlleva: la habilidad para entender problemas difíciles, digerir y regular tus emociones, edificar tu valentía moral o fortalecer relaciones personales. Si sufres de una privación crónica de la soledad, la calidad de tu vida empeora”.

 Hay que volver a pasar tiempo solos, recuperando el sentido de esa soledad en la que uno piensa, siente, ama, y sufre. Basta ya de que el iPod nos empuje a un estado de alienación mental, con la enorme eficacia con la que nos ha privado de nosotros mismos. Cada uno tiene que encontrar su ratio conexión/desconexión. 

Mientras:

I was just taking a walk

In this deepness we belong to

In Spain we call it Soledad (Rigoberta Bandini)

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