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El nuevo reto de la seguridad sanitaria ante la reapertura de fronteras

Un vigilante de seguridad pone orden a la entrada de la T1 entre los pasajeros y los familiares que esperan

José Martínez Olmos / Alberto Infante Campos / Daniel López-Acuña

Expertos en Salud Pública —

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El acuerdo alcanzado por la Unión Europea para la reapertura de fronteras del espacio Schengen con terceros países a partir de este 1 de julio ha sido un avance importante en la armonización de medidas que garanticen la seguridad sanitaria en el ámbito europeo, pero es solo el primer paso de un largo camino que requerirá actualizaciones periódicas que deberán tomar en cuenta la dinámica de la pandemia en los distintos países del orbe a fin de poder expandir la lista gradualmente. El reto no termina con el acuerdo, sino que apenas comienza. Y se trata además de un terreno pantanoso de arenas sumamente movedizas en lo sanitario, en lo diplomático y en lo económico

Aunque Italia se ha desmarcado de la posición común y habrá que estar atentos a las implicaciones de esta postura, habría sido lamentable y caótico que cada Estado Miembro de la Unión Europea fuera a su aire y hubiese tenido planteamientos propios que hubiesen resultado contradictorios o cuando menos incoherentes. Ya sucedió esto al inicio de la epidemia y es importante que no se repita ya que supondría una dificultad añadida a la acción ya de por sí compleja de vigilar y controlar la posible importación de casos de COVID-19.

La situación deberá revisarse cada dos semanas para incluir en la lista aquellos países que cumplan con los criterios estipulados, principalmente los relativos al umbral trazado, que deberá evolucionar y reflejar el descenso que experimente la tasa media de incidencia acumulada en la Unión Europea, de manera que se excluya a aquellos países que tengan niveles de transmisión mayores o repuntes pronunciados en los que se haya reinstaurado la transmisión comunitaria.

Se han reabierto las fronteras y suprimido las cuarentenas con 15 países que tenían situaciones epidemiológicas en las que la incidencia acumulada de la enfermedad era igual o menor a la incidencia media en la Unión Europea y con quienes existe reciprocidad en las medidas. Esto, en principio, supone un riesgo bajo de importación de casos en el espacio Schengen ya que se trata de situaciones epidemiológicas similares a las que hay en la mayor parte de los países de la Unión Europea. El tema de la reciprocidad debe ser secundario o subsidiario al criterio del umbral y debería incluir la supresión del requisito de la cuarentena. Pero en ningún caso debe ser el criterio que prime ya que la reciprocidad no tiene sentido si hay riesgo sanitario elevado.

Sin embargo, las cosas no terminan con el acuerdo alcanzado y por eso ofrecemos un conjunto de reflexiones y propuestas que pretenden aportar claves para que tanto España como el resto de nuestros socios puedan disponer de mayores garantías sanitarias en el control de los flujos turísticos. Son reflexiones y propuestas que pensamos pueden ser útiles a lo largo de las próximas semanas.

La primera de ellas es la importancia de asegurar la dotación adecuada de recursos humanos y materiales en los servicios de sanidad exterior. De su trabajo va a depender en gran medida que esta primera apertura resulte segura y que se pueda seguir avanzando posteriormente.

Además de eso, profundizar en cuatro aspectos que requerirán atención prioritaria en los próximos meses:

a) la situación dentro del espacio Schengen, sus asimetrías y sus posibles implicaciones

b) los controles que pueden y deben tenerse en los puntos de entrada y de salida de viajeros, especialmente de aquellos que arriban a aeropuertos internacionales

c) las medidas a ser tomadas con residentes del espacio Schengen que vuelven de terceros países con los que las fronteras no se han reabierto

d) la expansión gradual de la apertura a terceros países más allá de esta lista inicial de 15

En cuanto al primero de esos aspectos, que está asociado con la reapertura de fronteras dentro del espacio Schengen que fue permitida a partir del 21 de junio (cabe señalar que los acuerdos comprenden no solo a los 27 países de la Unión Europea sino también a aquellos que forman parte del Área Económica Europea y al Reino Unido) lo deseable habría sido no ignorar las diferencias epidemiológicas entre los países que conforman este bloque. De haber sido así esto debería haberse traducido en que aquellos países que estén por encima del umbral fijado para terceros países, que es la media europea de la incidencia acumulada en los últimos 14 días (20 casos por 100.000 habitantes) y que en estos momentos son Portugal, el Reino Unido y Suecia, deberían someter a sus viajeros a la realización de pruebas PCR en forma aleatoria, tanto en el punto de embarque, como en el punto de llegada, a fin de incrementar la probabilidad de detectar asintomáticos positivos. Esto supone articular los sistemas de vigilancia epidemiológica de este conjunto de países y aplicar criterios más estrictos a los países con transmisión más elevada.

La política común de la UE para el impulso del turismo en el espacio Schengen, y las consiguientes reaperturas de fronteras y supresión de cuarentenas, requieren de la aplicación de criterios y la adopción de medidas que permitan tener las mayores garantías posibles de seguridad sanitaria para todos a fin de minimizar los riesgos de nuevos brotes que, como se ha visto en los últimos días, están ocurriendo y podrían potenciarse a través de casos importados de un Estado miembro a otro. Hay que recordar que en estos momentos la prioridad es evitar tanto los rebrotes endógenos como los debidos a casos importados.

Dado que el virus sigue circulando en todos y cada uno de los Estados Miembros de la UE y dado que en todos los países de la Unión hay un alto porcentaje de población susceptible por no haber estado en contacto con el virus, el riesgo de existencia de brotes endógenos dentro del espacio Schengen es un riesgo real que hay que minimizar no solo para proteger la salud de las personas en los Estados Miembros sino, también, para evitar dar pasos en falso en la recuperación de la economía del turismo que nos retrotraigan a situaciones de transmisión comunitaria generalizada que obliguen a replantearse y reanudar medidas de confinamiento, reducción de la movilidad, cuarentenas o cierre de fronteras ante el repunte de la enfermedad.

Especial atención merece el Reino Unido ya que ha establecido un semáforo de tres categorías, rojo, amarillo y verde, para permitir la apertura de fronteras y levantar el requisito de la cuarentena. No todos los países del espacio Schengen están en la banda verde. España está en la amarilla y eso implica una medida no recíproca de cuarentena a los residentes en España que visitan el Reino Unido, que se levantará el 6 de julio mientras España ha levantado ya ese requisito. Lo deseable es que todo el espacio Schengen tenga un tratamiento uniforme y recíproco por parte del Reino Unido y viceversa. Cabe plantearse, por lo demás, si dado el nivel de transmisión en el Reino Unido, no resultaría más prudente hacer pruebas PCR a todos los viajeros procedentes de ese país hasta que no alcancen el umbral medio de la UE que será utilizado para terceros países.

En cuanto al segundo aspecto mencionado, los controles aeroportuarios, es importante referirse a los lineamientos emitidos tanto por la IATA como por el Centro Europeo de Control de Enfermedades y ceñirse a la objetividad científica que aportan los criterios epidemiológicos ampliamente aceptados. Nada más dañino que intentar politizar esta discusión y poner sobre la mesa criterios sacados de la manga que no se sostienen desde un punto de vista de salud pública como lo han hecho los portavoces del gobierno de la Comunidad de Madrid.

Está muy claro que la toma de temperatura, la observación clínica y los cuestionarios médico-epidemiológicos en puntos de entrada son prácticas limitadas que no permiten detectar a la gran mayoría de positivos, que suelen ser personas asintomáticas (60% del total de las personas infectadas). Pero también esta claramente planteado por los lineamientos internacionales que no hay justificación alguna, ni capacidad material y logística, como para realizar pruebas de PCR a los cientos de miles de personas que ingresen al país por los aeropuertos internacionales.

En este sentido sería mucho más sensato, oportuno y estratégico promover que la UE (no solo España y no solo el Aeropuerto de Barajas), establezca medidas de detección precoz clínica y epidemiológica en la salida y la entrada de viajeros desde y hacia países que pertenecen al espacio Schengen. Esto debería traducirse en la realización, en forma aleatoria, de una prueba de PCR a una muestra de las personas que viajan, tanto al emprender el viaje como al arribar al destino y los resultados positivos deberían ser notificados tanto al país de recepción como al país de origen a fin de poder hacer un seguimiento transfronterizo de los casos y de sus contactos posibilitando una vigilancia epidemiológica reforzada de alcance europeo. Naturalmente, deberá mantenerse la entrega de los cuestionarios y fichas de identificación que deben cumplimentar los viajeros a su llegada.

Es muy importante unificar los criterios de los países que conforman el espacio Schengen para que exista un procedimiento común en el que la acción de detección temprana se vea reforzada con ese proceso dual de detección precoz mediante detección aleatoria con pruebas PCR de personas asintomáticas positivas que pueden transmitir la enfermedad.

En lo concerniente al tercer aspecto, el retorno de residentes del espacio Schengen procedentes de terceros países con fronteras aún cerradas, debería ser obligatorio aportar el resultado de una prueba PCR realizada dos días antes del embarque. Si resulta positiva, no deberá permitirse el embarque y, si resulta negativa, deberán proporcionar información para un adecuado seguimiento en caso de que devengan positivos y habrán de someterse a una cuarentena inflexible supervisada sanitariamente como mínimo durante 10 días.

No debemos olvidar que están llegando vuelos al espacio Schengen en general y a España en particular, procedentes de terceros países con los que no se han reabierto las fronteras todavía. Y que ya ha habido importación de casos, la mayoría de ellos asintomáticos en el punto de entrada, que viajaban en estos vuelos y que han reintroducido la transmisión, por fortuna hasta ahora de manera limitada, pero con riesgo de crear desequilibrios epidemiológicos que reanuden la transmisión comunitaria extendida. Esto debe cesar y para ello hay que aplicar los criterios arriba señalados.

En cuanto al cuarto punto, la expansión gradual de la apertura de fronteras con terceros países, habrá que mantenerlas cerradas sin excepciones para aquellos que tengan transmisión comunitaria sostenida, de manera que podamos evitar así el influjo de personas asintomáticas positivas que puedan reintroducir la enfermedad y poner en entredicho el abatimiento de la transmisión generalizada en los países del espacio Schengen. El umbral deberá ser siempre la incidencia acumulada media para la UE y no debería superar en ningún caso los 20 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días. Cabe agregar que, a pesar de las limitaciones de la fiabilidad de la información en algunos países, hay que adoptar con pragmatismo un criterio que sea solvente epidemiológicamente.

Ha sido importante y seguirá siendo aún más crítico en lo sucesivo considerar la aplicación de criterios comunes a todos los países de la Unión para evitar poner en entredicho la seguridad sanitaria europea y con ello la potencialidad de recuperar el motor económico del turismo que resulta vital para muchos de ellos, muy especialmente para España.

Dar más garantías de seguridad sanitaria a la movilidad de personas que vengan a España por turismo y hacer lo mismo desde España al resto de los países de la UE puede ofrecer mucha más solvencia a la estrategia de reactivación económica por el turismo. Ante ello es importante que España aspire a estar en la vanguardia de las políticas europeas para promover la seguridad sanitaria al abrir las fronteras del turismo en el espacio Schengen y proponga compartir con el resto de la Unión Europea medidas mutualizadas de salud pública para minimizar los riesgos de contagios que puedan asociarse al trasiego de turistas, en un proceso que va a necesitar de revisiones continuas.

El control de brotes en España hasta ahora parece correcto, pero esta es una situación inestable que puede durar semanas y variar hacia transmisión comunitaria; por eso es importante extremar todas las cautelas. Es un momento en el que se requiere gran firmeza de argumentos que estén sustentados en fundamentos epidemiológicos y de salud pública a fin de no tirar por la borda lo conseguido hasta ahora y con ello comprometer la reanudación de la actividad turística y la reactivación económica.

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