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Este artículo no lo puede escribir una Inteligencia Artificial

Fotograma de la película 'Her' (2013), en la que el protagonista se enamora de un sistema de inteligencia artificial.

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Como era día festivo y afuera llovía, yo también me entretuve con el nuevo juguete tecnológico: ChatGTP, la Inteligencia Artificial de la empresa OpenAI, que está disponible para el público y estos días recibe la atención de los medios y las redes sociales. Aparte de ponerla a prueba con preguntas rebuscadas, dilemas morales, chistes y peticiones con trampa, yo hice lo mismo que cualquiera que estos días se acerca a ella: pedirle que haga mi trabajo. Que escriba este artículo.

Y tengo que deciros, compañeras y compañeros columnistas, que podéis estar tranquilos por ahora: la inteligencia artificial no puede sustituiros. Ya oigo vuestros suspiros de alivio, pero esperad: no puede sustituiros, salvo que escribáis con prosa de redacción escolar, manejéis lugares comunes y hagáis refritos de wikipedia y de cosas leídas en las redes. Huy, allí al fondo veo a alguno nervioso.

Tampoco reemplazará a los periodistas de información, excepto si se dedican a redactar noticias planas y perezosas, corta y pega de agencia, con nada de investigación propia más allá de Google. En cuanto a los escritores literarios, también podemos estar tranquilos, compañeros novelistas, dramaturgos y poetas: ChatGTP tiene la creatividad de un niño (un niño espabilado, sí), un manejo pobre de la ironía, las metáforas y otros recursos, y sus lecturas son escasas y superficiales: habla de oídas de autores y obras, confunde nombres y títulos (no le pregunten por Juan Benet, que se lía), imita estilos con escasa gracia y, al menos a mí, no consigue interesarme ni menos aún emocionarme con sus intentos de escribir un cuento o un poema.

Supongo que en otras actividades en principio menos creativas, en las que importa más el manejo de grandes cantidades de información y su procesamiento rápido, funcionará mejor. Programadores, ingenieros, inversores, laboratorios, juristas, seguridad, qué sé yo. Pero tras el deslumbramiento inicial, leo a expertos muy escépticos. Es un paso más, incluso un paso importante, pero está muy lejos de reemplazar a la inteligencia humana. No deja de ser una versión avanzada de lo que ya hacen los sistemas automatizados de atención al cliente. Sí, da más conversación, pues habla de cualquier tema; pero de todos los temas habla con la misma desvergüenza: un cuñadobot. Quizás algunos tertulianos sí deberían preocuparse. En resumen: es una Siri con más mundo. Ni siquiera da para enamorarse si te pilla con el día tonto, como le pasaba al protagonista de ‘Her’.

No se confundan, no soy tan tecnófobo ni tecnoescéptico como pueda parecer. Al contrario, me fascina cada uno de esos pasos, desde el día en que con diez años escuché a un Renault 25 decir con voz de coche fantástico: “puerta derecha delantera abierta”. Pero me canso del papanatismo con que recibimos ciertas novedades, que siempre vienen de empresas a las que regalamos publicidad que les vendrá muy bien a efectos financieros (en este caso es una empresa de Elon Musk) y para disputar con sus competidores (yo que Google sí me preocuparía). Y no solo le regalamos publicidad: para jugar un rato, a esta ya le hemos dado nuestros datos personales, correo, teléfono, cookies e información implícita en nuestras interacciones con ella.

La pregunta sigue siendo: ¿es una amenaza para nuestros empleos? ¿Seremos sustituidos algún día por una IA? Pues depende. Porque más allá de lo obvio (que la robotización ya ha expulsado a numerosos trabajadores manuales, y ahora empieza con los cualificados), hay muchas actividades para las que sigue siendo más eficiente y rentable un humano. O mejor dicho: un humano precario, barato y explotable. Sin salir del periodismo: ¿quién necesita que una IA escriba artículos planos y basados en búsquedas de Internet, pudiendo hacerlo un freelance, un becario, un redactor mal pagado? Tardan unas horas en vez de unos segundos, pero a cambio dan poca lata, el mantenimiento es barato, se actualizan solos y, si se les aprieta, pueden ser creativos donde la IA no llega. En su caso, la IA les ayudará en el día a día, pero no para trabajar menos sino para ser más productivos.

Si de progreso tecnológico hablamos, yo todavía me acuerdo de cuando (hace dos días) profetizaban que en pocos años habría coches sin conductor por las calles, drones repartiendo paquetes, robots haciendo el trabajo penoso y en general trabajaríamos menos horas, tendríamos más tiempo libre. Y ya ves dónde estamos: taxistas y VTC compitiendo a cara de perro en las calles, riders repartiendo paquetes en bicicleta, humanos trabajando como máquinas disponibles las 24 horas, el trabajo invadiendo nuestras vidas. Bienvenidos al futuro.

Al final el artículo me ha quedado un poco cuñado. Igual sí que lo ha escrito la Inteligencia Artificial esa. A saber.

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