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¿Del 'caso Rosell' al 'caso Sanchis'?

Vicent Sanchis, director de TV3.

Pere Rusiñol

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Después de pasar varias semanas en el congelador, finalmente TV3 estrenó el domingo El cas Rosell, un documental que aborda los 645 días que el expresidente del FC Barcelona Sandro Rosell y su socio Joan Besolí pasaron en prisión preventiva y que concluye que el proceso judicial dirigido por la juez Carmen Lamela estuvo plagado de irregularidades. Pero el estreno no cerró la polémica asociada al documental. Al contrario: la agrandó. El programa se estrenó sin la firma del director y guionista, Víctor Lavagnini, redactor de Deportes con más de 30 años de experiencia en TV3, que en un gesto con muy pocos precedentes se acogió a la cláusula de conciencia ante las interferencias de la dirección.

El Comité Profesional, que reúne a periodistas de la cadena para velar por el respeto al libro de estilo, dio amparo al periodista, pero descartó que hubiera sido objeto de censura, mientras que el Comité de Empresa, que representa a todos los trabajadores, emitió una nota lamentando “el recorte” sufrido por el documental, mostró comprensión ante “las razones profesionales del compañero por no firmar” y consideró “desafortunado, se le quiera llamar censura o no, eliminar del programa hechos innegables”.

¿Pero cuál es “el recorte” sufrido por el documental? ¿Cuáles son los “hechos innegables eliminados” que provocaron la insólita retirada de la firma?

La filtración de los mensajes cruzados entre Lavagnini, Sanchis y el Comité Profesional apuntan directamente a que el director de TV3 exigió que se mutilara la referencia a la multinacional con sede en Barcelona Mediapro-Imagina en la comisión rogatoria llegada de EEUU en 2015, que precipitó la apertura del caso Rosell en España. Pero basta con ver el programa, sin necesidad de ninguna filtración, para notar dicha ausencia, evidente: se cita a todos los actores por los que se interesaron las comisiones rogatorias llegadas de Nueva York en el marco del llamado FifaGate, la macrocausa anticorrupción en el mundo del fútbol, salvo, efectivamente, a Mediapro-Imagina. Salen el propio Rosell, claro, los dirigentes de la FIFA Julio Rocha y Rafael Esquivel -nicaragüense y venezolano, respectivamente, pero con cuentas en España-, pero falta el cuarto actor implicado: Mediapro-Imagina.

La ausencia de la multinacional en la descripción factual de la comisión rogatoria llegada de EEUU que origina el caso Rosell, por imposición del director de TV3, llama mucho la atención, pero es coherente con el sorprendente silencio que la cadena pública catalana ha mantenido sobre la causa del FifaGate durante los cinco años de investigación en EEUU, a pesar de su innegable relevancia informativa y de afectar a una gran multinacional catalana. La audiencia de TV3 sencillamente no ha oído hablar nunca de ello.

Tras la citada comisión rogatoria de 2015, el FBI llevó a cabo, bajo la coordinación de las autoridades judiciales enviadas por EEUU, Marc Varri y Scott Francis Carpenter, los registros de las sedes de Mediapro-Imagina en Barcelona, en Madrid y en Miami, un hecho insólito de gran relevancia informativa del que no se hizo eco la televisión pública catalana.

En 2018, uno de los socios principales de Mediapro-Imagina, Tatxo Benet, firmó de su puño y letra y en nombre de la multinacional, un documento para la Fiscalía de EEUU en el que admitía un esquema de sobornos pagados en nombre de la compañía con la participación de distintas filiales (EEUU y Lisboa) y el visto bueno del departamento contable central, en Madrid, para la adquisición de derechos televisivos del fútbol en América. Por este esquema corrupto, admitido, la corporación aceptó pagar una multa nada menos que de 20 millones de euros. Pero esta noticia de gran relevancia informativa tampoco la dio TV3.

Y el pasado marzo, los fiscales de Nueva York entregaron al juez el documento final de conclusiones del FifaGate, tras cinco años de investigación, en el que atribuyen al cofundador de Mediapro Gerard Romy, jubilado en 2016 tras estallar el escándalo, hasta seis delitos gravísimos, incluido el de “crimen organizado”, por los que se enfrenta a una petición de más de 20 años de cárcel en EEUU. Los fiscales estadounidenses le acusan de prácticas corruptas continuas en EEUU y América Latina durante una década en la adquisición de derechos televisivos para la multinacional, en coordinación con varios socios estratégicos de Mediapro, como la brasileña Traffic y la argentina Full Play. Esta noticia tampoco la ha contado TV3.

La única mención en TV3 de la implicación de Mediapro-Imagina en la macrocausa del FifaGate habría salido, pues, y apenas de refilón, en el documental de Lavagni sobre el caso Rosell, pero el director también lo impidió.

Algunos han tratado de desacreditar al autor del documental subrayando que es amigo de Rosell, pasando por alto no solo una trayectoria de tres décadas sino también los conflictos de intereses potenciales del propio director de la cadena. Sanchis no solo ha hecho toda su carrera bajo el manto protector de Lluís Prenafeta, el que fuera todopoderoso secretario general de la Presidencia de Jordi Pujol en la Generalitat, implicado en mil y una conspiraciones para poner el Barça bajo el control de Convergència y el nacionalismo; sino que ha sido incluso su biógrafo oficial. Y también fue director de Barça TV durante los dos últimos años de la presidencia de Joan Laporta, el enemigo acérrimo de Rosell, justo el momento en que Mediapro-Imagina alcanzó el cenit de contratos en el club azulgrana: derechos televisivos, museo del club, producción y realización...

En los últimos años, la TV3 de Sanchis se ha convertido en una de las principales oposiciones a la junta actual del FC Barcelona, que está en el centro de una cada vez más indisimulada batalla política ante la inminencia de las elecciones, que serán como muy tarde el verano del año que viene.

Sanchis ya fue reprobado por el Parlament, lo que no le ha impedido seguir en el cargo como si nada y ahora incluso ha asumido quemarse personalmente para que en TV3 siga sin citarse -¡ni de refilón!- los problemas para Mediapro-Imagina derivados de la macrocausa del FifaGate en EEUU. Debe de ser un tema realmente importantísimo porque incluso se ha arriesgado a que, tras la emisión de El caso Rosell, acabe explotando el 'caso Sanchis'.

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